domingo, 26 de junio de 2016

Apología y petición



Esta noche electoral leo en Facebook un comentario de Rodolfo Serrano que dice que: "En esta noche triste leer a Gil de Biedma, que ya lo dijo todo y si algo no dijo se puede añadir: no importa la corrupción, el robo, la utilización de los mecanismos del Estado. Para qué preocuparse si al final el PP ganará".

Pocos minutos después le leí a un compañero de la infancia que burlándose de Unidos Podemos, sacando pecho a toro pasado, se seinte orgulloso de ser español a causa de esta noche electoral.

Para no tener que enfadarme con ningún compañero ni de ahora, ni de la infancia, desde el principio decidí que ni escribiría ni opinaría ni respondería a ningún comentario de contenido político en Facebook.

Intento convencerme a mí mismo de que estoy tan asqueado de la política que he perdido todo interés en ella, que me da igual quien gané porque sé que todo va a seguir igual o un poco peor.

Medio me fui y medio me echaron del PSOE porque vi como poco a poco el "felipismo" se comía la S de socialista y engullía la O de obrero. A González se le ve ahora entrado en kilos, luciendo yates y cobrando de una multinacional. Llegaron a decirme en el que yo pensaba era mi partido, el socialista, que mi sitio estaba en Izquierda Unida con los "radicales" de Anguita.

Desencantado y decepcionado de la política, sigo en la distancia cada nueva noche electoral. La de ayer apuntaba a nuevo retroceso de los grandes partidos y a que, por fin, se produciría un relevo en el liderazgo de la izquierda. Las encuestas, todas, escaño arriba, escaño abajo, coincidieron en esto desde que se convocaron estas elecciones repetidas hasta que se hizo público el sondeo a pie de urna pocos minutos después de la media noche, hora peninsular. Sin embargo, todo fue un espejismo, una broma de mal gusto, una sonrisa congelada.


Suerte que mi hijo aún no sabe ni lo que es España. Si fuera un poco más mayor, me costaría mucho explicarle que aunque en España se quiera presumir de democracia no todos los votos valen lo mismo, que casi 8 millones de votantes han votado a un partido con Caja B, con casos de corrupción a diestra y siniestra, que ha favorecido, en tiempos de crisis, terrible crisis para la mayoría, la multiplicación de las grandes fortunas,que mantiene el aforamiento y los privilegios de altos dirigentes imputados por corrupción y que utiliza estrategias para desacreditar a los rivales políticos propias de una mala película de gangsters.

Cómo le explicaría a mi hijo que son algo menos de 14 millones los que han votado a otras 3 opciones políticas que se consideran progresistas y reformistas y que estas tres fuerzas políticas probablemente no consigan ponerse de acuerdo para gobernar de forma diferente, para intentar conseguir que en el futuro valgan lo mismo los votos de todos los españoles.


Me voy a la cama con la foto de la celebración de Génova y apenas puedo dormir cercado por las pesadillas. Me duele esa fotografía de un triunfo irreal, la victoria del miedo, porque me cuesta muy poco imaginar que en esa celebración se escuchará aquello de: "que se jodan" y que con la sonrisa dentuda cierto es que tendrán millones de motivos para reírse y su risa tendrá el sonido de la maquinaria que sigue haciendo a los ricos más pobres y a los pobres... qué se yo en que se van convirtiendo los pobres.


Dice Rodolfo Serrano que Gil de Biedma ya lo dijo todo o casi todo. Además lo dijo con belleza, ésa de la que Ramón Trecet decía: "es la única protesta que vale la pena en este asqueroso mundo".


Apología y petición


Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Quiero creer que no hay tales demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.

Jaime Gil de Biedma

jueves, 23 de junio de 2016

Liga 33





     El año pasado el Madrid de Pablo Laso, mi Madrid de baloncesto, hizo un pleno y ganó todos los títulos posibles. Los madridistas, siendo ,como somos, los hinchas de los mejores equipos de la historia de futbol y baloncesto (hagamos en el caso del baloncesto como que la NBA no existe); no estamos acostumbrados a eso de ganarlo todo en un año. A mí, personalmente, me parece que no se puede ganar todo o ser el mejor en todo. Además, después de ganarlo todo sólo queda empezar a perder. 
     Y con ese sentimiento bien metido en el cuerpo empezó esta temporada. Con la certidumbre de que no se podía repetir lo del año anterior y con mucho cansancio acumulado por culpa del Mundobasquet de selecciones; el Madrid de Pablo Laso empezó con muchas irregularidades en el juego, con la sensación de haber acabado de acertar en los fichajes y con unas inoportunas lesiones que terminaron por hacerle cosechar muchas más derrotas de las previstas en el más pesimista de los pronósticos. 
     Lejos del primer puesto en la Liga y clasificado por los pelos para la segunda fase de grupos de la Euroliga, la temporada parecía apuntar a un año de transición, a una mala resaca de la borrachera de títulos de la anterior y una horfandad de títulos bastante previsible. En esa época los mensajes en Facebook de un conocido de las vacaciones en Marina Rey apuntaban a catástrofe total, a hacer limpia en la plantilla y al adiós de Pablo Laso. 
    Pero resulta que el Madrid empezó a recuperar lesionados y confianza y acabó ganando, contra pronóstico, la final de la Copa del Rey (véase, si es de interés, un capítulo anterior de este cuaderno virtual). En la Euroliga la cosa, por el contrario, no mejoró. El Madrid volvió a obtener la última plaza que daba acceso a los cruces y le cayó en suerte para nuestra desgracia uno de los grandes favoritos de esta edición. 
    Sin Final Four, la Copa del Rey ganada pareció perder todo valor y los agoreros volvieron a hablar de "limpia" en la plantilla y temporada catastrófica. El bueno de Pablo Laso, el gran Pablo Laso, dijo que la eliminación, sin duda dolorosa, vendría bien para preparar el final de temporada y la lucha por el título liguero. Pocos le creyeron. 
     En pocas semanas el Madrid escaló hasta la segunda posición y ganó en el Palau y la Fonteta. Por los excesos del fútbol en este final de temporada: la Undécima de Milán y el inicio de la Eurocopa de Francia, reconozco no haber visto del play off nada más que el último partido: el definitivo. El Madrid de Pablo Laso, enorme Pablo Laso, cayó de un solo punto en el primer partido de la serie en el Palau y ganó los tres siguientes con un juego más que solvente y resultados relativamente cómodos. Hasta ayer ningún equipo había conseguido remontar el primer punto desfavorable en una eliminatoria final. El Madrid de Pablo Laso, mi Madrid de baloncesto continúa haciendo historia gracias a tipos como Felipe Reyes, Llull, el Chacho, Rudy, Ayón y Carroll.

   

     Qué me gusta el baloncesto! Hala Madrid y nada más!


martes, 14 de junio de 2016

No te muevas


     Quizá porque la vi sin conocer nada de su argumente, sin esperar mucho más que una buena interpretación de Penélope Cruz, No te muevas me sorprendió. Me encantó desde el primer fotograma: casos circulatorio detenido bajo la lluvia en cuyo centro se adivina una tragedia.

El libro vino después y también me encantó.


Relectura para reencontrarme con Mazzantini antes de leer por primera vez La palabra más hermosa.

Volver a ver la película:

El libro está escrito en primera persona y narra tanto las acciones como los pensamientos de Timo. En la película Sergio Castellito no cae en el recurso de la voz en off y solventa con gran creatividad (mensaje en la playa He violado a una mujer) y dirigiendose a la señora de la limpieza del edificio de enfrente, mientras su esposa habla por teléfono, le confiesa que ha dejado embarazada a una pobre chica.

La presencia de Italia en el principio y final de la película en forma de espíritu que sólo Timo ve, la imagen final del zapato rojo.

lunes, 6 de junio de 2016

Winter song


     El pasado 31 de mayo, al mismo tiempo que el documental Skøyteglede, presentamos el videoclip de Winter song. Después de muchos intentos aplazados: unas veces por causas climatológicas y otras por difícil conciliación de agendas, y cuando parecía que este año tampoco podríamos grabar el videoclip; a finales de marzo se abrió una ventana de oportunidad que Ole Johannes, Per y yo decidimos aprovechar sí o sí. 
    
     La idea original era grabar el vídeoclip en tres partes: la banda, los actores y mas de cincuenta figurantes bailando sobre el hielo y cantando el tema. Un domingo a finales de marzo, puede que incluso a primeros de abril. No recuerdo bien la fecha y me da pereza abrir el Facebook para concretarla. Lo que sí que recuerdo perfectamente es que era un domingo y que nevaba sin parar. 
Cuando llegué al lago, pensando en una, otra más, posible suspensión de la grabación; me encontré con Geir conectando el equipo de música que utilizaríamos para el playback. Poco después llegaron Ole Johannes y el resto de los músicos. Como la nieve no parecía dispuesta a ofrecernos una tregua, bajo los persistentes y finísimos copos que caían del cielo, fuimos transportando los instrumentos hasta la orilla helada del lago Setten. Tras una arrancada con dudas y un paraguas protegiendo la cámara, grabamos el 14 ó 15 tomas, todas desde trípode a causa de la nieve, durante un par de horas y tanto la banda como yo quedamos bastante satisfechos con el material obtenido. 




     Un par de fin de semanas más tarde, nuevamente en domingo, quedamos con dos profesores del instituto local y eventuales actores para grabar la secuencia de ficción. El grosor de la capa de hielo había ido desapareciendo poco a poco y la superficie que todavía era segura y apta para patinar no era más que una cada vez más estrecha franja de no más de 10 metros de anchura. Aunque el cielo estaba bastante encapotado, por suerte no nevaba. La secuencia no daba para más que una pequeña historia, quizá de juego y seducción entre dos desconocidos. 




     Al igual que el rodaje, la presentación del vídeoclip se ha ido retrasando por motivos varios. Ole Johannes, el compositor y solista del tema, y yo coincidimos en que es un poco raro presentar este videoclip invernal en los días más soleados y calurosos de este inicio de verano noruego. A pesar de que nos fallaron los extras para la secuencia de masas, fastidiándome el climax final del vídeo imaginado; el resultado nos deja moderadamente satisfechos y todas las partes implicadas en este trabajo "algo pionero en nuestra kommuna" citando palabras de Ole Johannes; nos sentimos felices de poder enseñarlo y compartirlo. 



                               


lunes, 23 de mayo de 2016

La Champions


     En mayo de 1998 ya vivía en Barcelona. Llevaba los suficientes meses en la ciudad como para poder moverme por ella con total comodidad. En mayo de 1998 el Real Madrid, mi Madrid, continuaba siendo el equipo con más Copas de Europa en su palmarés; y eso a pesar de no ganarla desde el año 66.
     En mayo de 1981 yo tenía 9 años y un madridismo incipiente e indoloro. En mayo de 1981 el Madrid volvió a jugar una final de Copa de Europa: el rival fue el Liverpool y el resultado 1-0 a favor del equipo británico. De aquella primera final de Copa de Europa de mi vida guardo el recuerdo claro de verla junto a mi padre en el salón de nuestro piso de la Calle Escritor Pedro Messia, y el recuerdo equivocado del momento y del autor del gol que nos derrotó. Siempre creí que el gol había sido al principio del partido y ahora descubro en google que fue exactamente en el minuto 82, y que fue un tal A. Kennedy quien nos marcó y no el "maldito"Kenny Dalglish como yo pensaba.

     Volviendo al mayo de 1998 en que el Real Madrid, mi Madrid, por fin volvía a disputar una final de Copa de Europa, recuerdo que yo había pasado todo el día paseando por Barcelona y buscando localizaciones para las prácticas finales de mi primer año en el CECC. Serían poco menos de las seis de la tarde cuando un compañero, dada la cercanía de la Filmoteca de Catalunya y lo asequible de su precio, propuso ir a ver una película. Intenté, sin mucho éxito, explicar que el Real Madrid, mi Madrid, jugaría poco menos de tres horas más tarde una final de Copa de Europa. Me despedí y enfilé por la Diagonal camino a casa. Caminé convencido de que la derrota era segura y de que en realidad eso no era el peor de los males si se producía de forma honrosa y no con una goleada de escándalo. Estaba convencido de que nuestro momento de gloria en esa Copa de Europa había sido la victoria en semifinales (momento que se produjo coincidiendo con un concierto de Kitaro en el Palau Sant Jordi al que acudí con transistor en el bolsillo y un pinganillo en la oreja). Con la tranquilidad que da la certeza de la derrota, llegué a mi piso de estudiantes, en el que por el mes de mayo de 1998 el ambiente era aún respirable, hasta tal punto lo era que un excéntrico compañero de piso me había ofrecido la posibilidad de colocar su televisión (la única que había en la casa) en la puerta-frontera de su dormitorio-reino para que yo pudiese ver el partido; evitándome así el bochornoso suplicio de ver nuestra segura derrota en algún bar de la zona, territorio obviamente culé.

     Con el paso de los minutos la certeza de una derrota se fue convirtiendo en la certeza, sólo, de un digno papel y en la posibilidad, en la esperanza, en el que quien sabe si... al final ganamos. Y con el crecimiento de esa posibilidad mis nervios se fueron disparando hasta hacer explosión décimas de segundo más tarde del momento que recoge la fotografía de abajo. Resultó que la todopoderosa Juve de Zidane no era invencible y un gol de Mijatovic en el minuto 67 dejó KO al equipo turinés. Me recuerdo perfectamente corriendo como un poseso pasillo arriba y abajo de mi piso de estudiantes y gritando como loco por la ventana que daba al patio comunal de la manzana de aquel piso de la Calle Bailén, entre Mallorca y Valencia.
     Terminó el partido con aquel solitario gol de Mijatovic, el Real Madrid, mi Madrid, ganó su Séptima Copa de Europa, yo me fui tranquilizando poco a poco, me duché, me vestí y me di el capricho de ir a la Fuente de Canaletas a celebrar en silencio que tras aquel partido en el Amsterdam Arena volvíamos a ser los mejores de Europa.




     En mayo del año 2000, hacía tiempo que el ambiente irrespirable de mi piso de estudiantes me había llevado a alquilar un piso en la calle Marina, también entre Mallorca y Valencia. En mayo del año 2000 Barcelona era como mi casa, me había convertido en un aspirante a director de fotografía con cierto prestigio entre mis compañeros y el Real Madrid, mi Madrid, había llegado de nuevo a una final de Champions.
     Esta vez el rival era el Valencia, merecido campeón de la Liga y un rival temible al que muchos daban por favorito para la final. Invité a unos cuantos compañeros de rodajes del CECC, todos manifiestamente culés y claramente antimadridistas. Recuerdo que preparé agua de Valencia y paella y que estaba absolutamente convencido de que íbamos a ganar. Décimas de segundo más tarde del momento que recoge la fotografía de abajo Raúl, eterno capitán de mi Madrid, marcaba el tercer gol y, por respeto a mis invitados, todos ellos en estado de shock y duelo; más que desatarme la euforia me dibujo una enorme sonrisa de felicidad futbolera que desarmó a alguno de los culés presentes en mi casa quienes,terminado el partido, me felicitaron de forma sincera.
     En mayo del año 2000 el Real Madrid ganaba la Octava en el Parque de los Príncipes de París.




     La Novena me pilló fuera de casa. En mayo del año 2002 yo estaba en Valladolid trabajando como ayudante de cámara en un vídeo promocional de Castilla León que sería proyectado en el Metropolitan de Nueva York. Mi relación con el director de fotografía nunca fue fluida por culpa de una serie agujeros en la lista de material que no llevé porque mi productora consideró innecesarios. La tarde de la final mi director de fotografía creo que con ánimo de putear, me dejó con el director grabando los últimos planos de la tarde en un convento vallisoletano, mientras él se iba a mirar una localización para el día siguiente. Intenté no pensar en la cascada de minutos que se despeñaba a gran velocidad hacia la hora del partido. Intenté ser paciente con los deseos del director y grabar el mejor plano posible. Ayudé a recoger a los eléctricos y auxiliares, obviamente todos culés; y al subir a la furgoneta de cámara me di cuenta de que el partido acababa de empezar. De camino al hotel con la radio a todo volumen llegó el gol de Raúl. Siendo Valladolid territorio en principio no hostil, saqué el cuerpo por la ventanilla de la furgoneta y sentado en la ventanilla grité como loco acompañado por los pitos de los coches y los gritos de celebración que salían de los bares. La alegría duró poco, sólo cinco minutos después empató el Bayern Leverkusen. Cuando llegué al hotel se cumplía la media hora de partido, el resultado era de empate a uno, yo me pedí una cerveza y busqué una silla libre para ver la hora que quedaba de partido.
     Pocos segundos antes del momento que recoge la fotografía de abajo, Roberto Carlos había enviado un melón (según su propia descripción del horroroso centro que hizo) y pocas décimas de segundo después Zidane convirtió el melonazo en una obra de arte que mi hermano me regaló en forma de figura de plástico y que Kevin guarda en su cuarto. Valladolid, territorio no hostil en los futbolero, y yo estallamos de júbilo. Al final del partido apareció la figura casi infantil de un portero de leyenda evitando el empate del Bayern en el Hampden Park de Glasgow.





     En mayo de 2014 Matías estaba a punto de cumplir su primer año y el Real Madrid, mi Madrid, volvía por fin a una final de Champions. En mayo de 2014, lo recuerdo perfectamente, la final coincidía con el día de María Auxiliadora, se jugaba en Lisboa y el rival era el Atlético de Madrid. Primera vez en la historia que dos equipos de una misma ciudad, Madrid, protagonizaban una final de Champions. Vinieron a compartir mesa y mantel, sobremesa, risas y nervios Jose y Mayte, malagueños y merengues; y Vitor y Lina portugueses y fans de Ronaldo.
     El partido se abrió con una cantada del portero de la novena, ya no tan niño, ya no tan ángel. Como quien no quiere la cosas, casi sin enterarnos llegó el descanso. En la segunda parte el Real Madrid salió con mas intensidad, encaró lo que quedaba de partido con mucho más empuje y juego y poco a poco fue acorralando al Atleti en su área. Los minutos iban cayendo, ahora sí que en cascada vertiginosa y el gol no llegaba. Se movía el partido en el territorio en el que Atleti se ha hecho experto. La pizarra del Cholo Simeone se imponía a la de Carletto Ancelotti. Por las continúas interrupciones y perdidas de tiempo del Atleti, el árbitro decretó 5 minutos de tiempo añadido.
Que si me acordé de mi padre, por supuesto, me acuerdo cada día. Pocos segundos antes del momento que recoge la fotografía de abajo, miré la fotografía en blanco y negro de mi padre joven y pensé en él, que quizá en el cielo estaría viendo el partido junto a Juan Gómez; y le dije a él y a Juanito y a María Auxiliadora también (pa que negarlo) que todo estaba bien, que lo más bonito y lo más grande ya lo tenía en casa, que fútbol es sólo fútbol y que, que coño lo bonito que sería ganar esta final. Pocos segundos después de este pensamiento tan ingenuo como sincero, Sergio Ramos marcaba el gol del empate y yo salía corriendo a la terraza gritando a pleno pulmón a la noche de Bjørkelangen.
     El Atleti se vino abajo en la prórroga y el resultado final fue de 4 a 1. No canté el resto de los goles porque Matías estaba dormido. Pensé que mi padre quizá lo estaría celebrando en el cielo con Juan Gómez y algún madridista más.




     El vídeo de abajo resume la historia de la Décima del Real Madrid. 


                       


Dijeron que pasarían años hasta que volviese a darse una final entre equipos españoles, que era muy difícil que una final entre dos equipos de una misma ciudad volviera a repetirse, que era casi imposible que Real Madrid y Atleti volvieran a enfrentarse para conseguir la Champios y, mira por donde, el sábado volvemos a tener, ahora en Milán, la final de Lisboa. 

jueves, 28 de abril de 2016

Expiación





     Desde el comienzo de 2016 publico en mi muro de facebook una fotografía de cada libro que leo. La fotografía de arriba la hice en la Kulturhus de Lillestrøm entre la primera y la segunda sesión del espectáculo "Skedsmo Voices. The movie" que estaba grabando. Durante las pausas pude empezar a leer las primeras páginas. Al terminar la segunda función, Erik entró en la sala para ayudarme a cargar los trípodes. Se alteró mi rutina y al guardar el equipo dejé olvidado el libro entre el asiento y el respaldo de una butaca. Camino de casa, conduciendo, vi claramente la fotografía mental de la maleta de cámara. En ella faltaba el libro. Al día siguiente, domingo, Nathaly llamó al teatro: nadie tomó el teléfono, no había función ese día. El lunes a primera hora volvió a llamar y le comentaron que avisarían al equipo de limpieza. Por la tarde nos llamaron del teatro: lo habían buscado pero el libro no había aparecido. Aunque se trataba de una modesta edición y de un libro que ya había leído hace unos años, no oculto que la noticia de su pérdida me fastidió bastante. De inmediato dejé anotado en el calendario que una de las primeras cosas que haría al llegar a Córdoba en verano sería comprar un nuevo ejemplar de Expiación. Al día siguiente borré la anotación: volvieron a llamarnos del teatro con la noticia de la aparición del libro.
     Hace muchos años, en el Gran Teatro de Córdoba, dejé olvidada la cartera en mi butaca después de ver la película Vértigo de Alfred Hitchcock. En aquella ocasión sólo tuve que esperar al día siguiente para recuperarla intacta. Un tercer caso similar llevaría a formular la hipótesis de que no los ladrones no se pasean por los teatros.




     Después de haber sido un espectador compulsivo, un consumidor "omnívoro" de películas: nada me importaban épocas, géneros, directores o reparto; dejé, casi de golpe, de ir al cine. Durante mis últimos años de cámara, recorriendo Catalunya; y durante todo el tiempo en que fui realizador de programas de televisión de corte documental apenas pisé una sala de cine en Barcelona. Quizá fuese la trilogía de El Señor de los Anillos una de las pocas excepciones. Es probable que viviendo la profesión desde dentro, creando secuencias y diseñando programas, perdiese durante un tiempo el interés por las películas.
     Cuando venirme a vivir a Noruega era ya un plan bastante definido, volví a ir al cine durante los meses que restaban hasta mi partida. Si bien es cierto que nunca con la avidez y pasión con la que acudía al cine en Córdoba para no naufragar entre códigos y decretos, sí que volví a disfrutar de un buen puñado de películas en soledad.

     Recuerdo perfectamente que la primera de esas películas previas a mi vida en Noruega fue Expiación. Desde el primer minuto supe que estaba viendo una gran película: los primeros planos, la fotografía, la música, el sonido de la máquina de escribir, la narración discontinua… Como había entrado al cine, el Renoir Floridablanca junto al Mercat de Sant Antoni, sin haber leído siquiera una sinopsis del argumento; me sorprendió el abrupto salto temporal hasta los primeros años de la II Guerra Mundial. El plano secuencia de las playas de Dunkerke en plena retirada del ejército británico en el año 1940 me pareció, y me sigue pareciendo, magistral. Un nuevo salto temporal, un reencuentro con un personaje capital y la historia sigue avanzando hasta el golpe final, un puñetazo directo al estómago, un final sorprendente que da sentido al título de la obra.

     De inmediato compré la novela de Ian McEwan que adapta la película. Con el libro, magnífico, descubrí un nuevo autor del que comprar cada nueva novela que publique. Algunos podrían pensar que Joe Wright, director de Expiación, al adaptar con absoluta fidelidad la novela, tuvo un trabajo sencillo. La película, soberbia, transcribe fielmente el argumento pero adaptando la prosa de Ian McEwan a un majestuoso lenguaje cinematográfico. Es posible disfrutar de la misma historia de dos formas diferentes sin que una prevalezca sobre otra, sin que una quede empequeñecida por la otra, sin que una se convierta en una vulgar y mediocre sombra de la otra.

     Poco antes de venirme a vivir a Noruega compré el DVD de Expiación. Volví a ver la película con Nathaly: a mí me siguió pareciendo una obra maestra, a ella no la conquistó. Todavía, digan lo que digan y por mucho que las salas sean cada día más pequeñas,  no se ha inventado un televisor o salón de casa que sea capaz de amplificar las emociones como lo hace "la linterna mágica".

     

                         


     Este mes de abril decidí que era un buen momento para volver a leer a Ian McEwan. Acabo de releer y ver Expiación. Las he vuelto a disfrutar, me han vuelto a emocionar y siguen pareciéndome igual de imprescindibles.

     A Nathaly se le da extraordinariamente bien sorprenderme con viajes. En este momento la prioridad son siempre los viajes de vuelta a Córdoba. Cuando el tiempo y el presupuesto permiten una escapada imprevista, no soy muy de grandes distancias y destinos exóticos. Me queda tanto por visitar en nuestra vieja Europa y en mi querida España.
     Aprovecho el final de Expiación para iniciar una lista de lugares, tal vez no imprescindibles, pero sí que me gustaría mucho poder visitar; algunos de ellos, reconozco, por motivos infantiles. Con los Seven Sisters (la fotografía de abajo) inauguro esta lista desordenada de lugares.





miércoles, 20 de abril de 2016

Komorebi Fortellinger 2016 1.- Val





     Después de algo más de ocho años viviendo en Bjørkelangen, después de poco menos de 7 buscando clientes y trabajando con grupos de teatro, conciertos y pequeños vídeos promocionales y culturales, después de haber conseguido, con mucho esfuerzo y con la ayuda de Nathaly, alcanzar una buena reputación en nuestra comuna; decidí hace algo menos de un año que había llegado el momento de desarrollar proyectos propios, sin soporte económico, sin un objetivo preciso y con unas posibilidades de exhibición precarias y moderadas.

     En este último año he desarrollado un proyecto para realizar un documental sobre el proceso creativo vinculado al paisaje y al entorno. De momento las diferentes solicitudes de subvención no han tenido éxito. Junto a los artistas locales incluidos en el proyecto seguiremos intentando conseguir la financiación necesaria.
     A falta de un par de horas de grabación y algunas fotos y dibujos, tenemos casi a punto de cerrar una demo de 4 minutos acerca de un proyecto documental sobre la F-Ruta: la ruta que siguieron los refugiados noruegos durante la II Guerra Mundial camino de Suecia. En pocas semanas la demo estará terminada y empezaremos con el capítulo de la financiación.
     El proyecto más largo y, en este momento, más estrenaste es un largometraje documental sobre el pueblo que, desde hace algo más de ocho años, habito y alguna de las personas que he conocido. El proyecto, totalmente independiente, estará probablemente terminado dentro de un año. Faltan por grabar 5 personajes y un puñado de secuencias, falta cortar, poner en orden e intercalar las entrevistas; falta por ver, sobre todo, si después de tanto esfuerzo, si después de involucrar a tanta gente, el resultado merece la pena.

     Más de una noche me he ido a la cama con la sensación de estar tocando muchas teclas sin conseguir emitir ningún sonido claro. Demasiados proyectos en marcha sin concretar, sin terminar.
De este ansiedad nocturna nació la idea de los "Komorebi Fortellinger".
     La idea, bien sencilla, nació bastante antes del hallazgo de la palabra que aglutinará en una, confío que larga, serie de pequeñas películas documentales.
   
     La palabra japonesa "Komorebi" define los rayos de luz solar que se filtran entre las ramas y hojas de los árboles. La palabra apareció en plena tormenta de ideas junto a Nathaly. Nos gustó su sonoridad y nos entusiasmó su significado. Como esos mágicos momentos en los que el Sol centellea entre las hojas de los árboles pensamos que son las historias que de a poco iremos recolectando.




     Lawson Vallery, Val para los conocidos y amigos, tiene 73 años y en el momento de su vida que recoge esta pequeña historia está grabando su primer álbum.


                             


     Confío en que algunos de los familiares y amigos íntimos que leen este cuaderno dediquen ocho minutos y medio a esta primera "Komorebi Fortellinger" o Relatos Komorebi y algún instante más en compartir conmigo su opinión.