miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mira qué noche más buena





     La fotografía de arriba ilustra el último paseo de este año 2014 que en pocas horas echará el telón para dar paso a 2015. La cena está casi lista y aprovechando que faltan algunas horas para que lleguen los invitados y que el día, aunque bastante frío, está precioso; mamá quiere que salgamos a pasear. Probablemente la abuela Matilde piense que estamos locos, pero se pone sus guantes y su chaqueta y nos acompaña. Tú, querido Matías, vas sentado en tu pequeño trineo. Tus hermanos y yo nos turnamos para arrastrarte por la fina capa de hielo y nieve que cubre las aceras. Aprovechamos la bajada del ASVO para correr y darle un poco de velocidad a tu trineo. No tienes miedo. Te ríes. Poco a poco el Sol va cayendo y, cuando llegamos al puente que hay junto al campo de fútbol, más o menos a las tres de la tarde es esa preciosa pelota fulgurante que se cuela entre los árboles y tiñe el paisaje de un cálido color ámbar. Pocos minutos más tardes, con la últimas luces de este corto día, llegamos a casa.

      Para terminar de cocinar, para imaginar que estamos en Córdoba, en Fuente Tójar más concretamente, para soñar que no falta tu abuelo Joaquín; me pongo el CD de Ecos del Rocío que le pedí a tu abuela como regalo para ti y al que pertenece el vídeo que cierra este capítulo. Este CD junto al del Coro Yerbabuena, me ayudarán cada Navidad a explicarte cómo eran mis Nochebuenas y mis Nocheviejas. Termino de cocinar y la casa se llena de gente: llegó tu abuela Teresa y su hermana Mabel y los hermanos de mamá y tus primos. El ambiente, aunque festivo, es más noruego que chileno o andaluz. La única concesión de la noche es tomarnos la uvas con Canal Sur televisión. Hace rato que duermes. Te has portado bien en la cena y has corrido de acá para allá, de unos a otros. Mamá y yo nos apresuramos a besar a todo el mundo y desearles feliz año junto a la pantalla de mi ordenador para salir corriendo hasta el espacio central del salón que tu ocupas dormido en tu "Tiny". Te damos un beso suave y te deseamos el mejor de los años. Se nos cae la baba mirándote. Por la ventana grande del salón empiezan a verse los fuegos artificiales. Yo salgo a encender algunos con tus hermanos y pienso las noches de fin de año que se fueron para siempre: las de mi pueblo; y en las que están por venir. Hoy duermes cansado, pronto empezarás a pedir poder encender tu algunos petardos.



                               

lunes, 29 de diciembre de 2014

La vida sigue igual





     Estos días de fiestas navideñas con mi madre en casa, en Bjørkelangen, estamos abusando un poco del "cine de barrio". Un cine que disfruto por la cantidad de recuerdos que me trae. Buscando evocar uno de estos recuerdos elijo esta película de Julio Iglesias para una tarde tranquila entre la Nochebuena y la Nochevieja.
     Antes de empezar a ver la película les cuento a mi madre y a Nathaly el recuerdo perfecto que tengo de una noche, también entre fiestas navideñas, en las calles de Priego. Desconozco el motivo por el que mis padres y mis tíos habían decidido hacer esa noche algo excepcional, algo bastante simple hoy día pero que en mi familia y más en aquellas fechas era algo anormal. Porque lo normal era ir a Priego a ver a los abuelos o a comprar en la plaza, en una mañana de sábado, después de desayunar churros o hojaldres y antes de un dulce en la Flor de Mayo y una tapa de jamón en Juanico "pelusa". Lo que se salía de cualquier rutina conocida hasta ese día de mi infancia era decidir de improviso que nos íbamos a Priego a ver una película en el cine. Estoy seguro de que era la primera vez que iba al cine en Priego, un cine que creo que era el único y que se llamaba Victoria.
     Desconozco totalmete, y mi madre tampoco ha sabido aclarármelo,  si el motivo de tan extraña y repentina decisión fue el hecho de que estuviese programada una película de Julio Iglesias o si mis padres y mis tíos desconocían lo que íbamos a ver y simplemente decidieron salirse de la rutina navideña de Fuente Tójar y pasar una tarde-noche en Priego. El caso es que recuerdo perfectamente estar completamente emocionado, ponerme guapo a toda prisa, subirme al coche imaginando lo fantástico que iba a ser estar viendo una película en el cine, meter prisa a los adultos para llegar cuanto antes, no fuera a ser que llegásemos con la película empezada; y sentarme a ver una película de Julio Iglesias. También les comenté a mi madre y a Nathaly que recordaba muy bien que película era bastante oscura, y tan terriblemente tostón y aburrida que al salir del cine mi prima y yo hacíamos burla de la película cambiándole la letra al estribillo de la canción que le daba título.

     Nathaly no está muy de acuerdo en tener que tragarse una película, que yo mismo acabo de calificar de pésima y aburridísima, simplemente porque a mí me haya dado por evocar el recuerdo de una noche extraordinaria por las calles de Priego en fechas navideñas; y advierte que es posible que se quede dormida con Matías.
     Más o menos a mitad de película mi recuerdo se torna imperfecto y borroso. La película no es tan oscura ni tan aburrida como la recordaba. Mi madre dice: "Javier, ésta no es la película que vimos en Priego", y con esta frase confirma mi confusión.


                            


     Termina La vida sigue igual y yo corro al ordenador para buscar el título de la dichosa película de Priego. Resulta que Julio Iglesias sólo tiene dos películas: la ya citada, de 1969 y Me olvidé de vivir, del 80. Ahora el recuerdo vuelve a ser perfecto y me veo a mí y a mi prima caminando, micro imaginario en mano, por las calles de Priego cantando, muertos de la risa: "me olvidé de vivir, me olvidé de ir al baño…" y cuatro tonterías más en una tarde noche sencilla y atípica de la que guardo un buen recuerdo, ahora otra vez perfecto.
      Nathaly, que hoy al final no se ha dormido, no me asegura no hacerlo cuando en una Navidad futura me de por volver a evocar esta mismo recuerdo, ahora sí con la película correcta.


jueves, 25 de diciembre de 2014

El Príncipe Feliz





     Recuerdo que, cuando no había leído ninguno de sus cuentos, cuando ni siquiera sabía quién era Oscar Wilde, cuando no había más canales de televisión que la 1 y la 2, cuando la programación infantil era una maravillosa excepción de la que disfrutar en las mañanas de sábado y en los días de vacaciones de Navidad; vi el cuento El Príncipe Feliz en dibujos animados. Eran tiempos muy diferentes a los de hoy: los niños no conocíamos la palabra "tecnología", los dibujos animados siendo sencillos, a veces toscamente dibujados, tenían la virtud de sorprendernos y cautivarnos. No lo teníamos todo, sólo un puñado de cosas a las que teníamos mucho cariño.

     Recuerdo que aquel cuento dibujado de  aquella estatua de oro de un Príncipe Feliz y aquella golondrina enamorada de un lirio silvestre me sorprendieron y cautivaron. Fue un viaje a un tiempo y un lugar desconocido. Y fue un descubrimiento la moraleja, la enseñanza moral que trasmite el cuento.
En estos tiempos de políticos corruptos y niños que lo tienen todo y lo quieren todo,  qué bueno sería ralentizar un poco el tiempo, abandonar el móvil, la play, la pc, el iPad o los cientos de canales que la televisión actual ofrece y recordar aquel sencillo cuento, de tosca animación y hermosas palabras, en el que el alma del Príncipe sólo es feliz cuando se da a los demás.

     Dudo que algún familiar o amigo íntimo desconozca este sencillo cuento de Oscar Wilde. Por si acaso, no desvelo el final de la historia. Desde el año pasado intento elegir un libro especial para las fiestas navideñas. Nathaly me regaló este ejemplar de El Príncipe Feliz y otros cuentes de Oscar Wilde y estoy muy feliz de que ésta haya sido mi lectura de esta Navidad. Abajo dejo la versión animada del cuento del año 74 y que yo debí ver a principios de los 80. Cierro y guardo el pequeño libro deseando rescatarlo de la estantería en una futura Navidad cuando a Matías le guste escuchar cuentos antes de coger el sueño.


                               

Navidad 2014





     Esta Navidad 2014 a Erik y Kevin les toca pasarla con su padre. Es por eso que faltan en la foto de arriba.  Ayer, después de ver La gran familia, la "ribe", y el resto de comida tradicional noruega de Navidad. había quedado perfecta. La madre y hermanos de Nathaly y mi madre nos acompañaron en la cena de Nochebuena. 



     Gissella llegó con dos sorpresas para mi madre: huevo hilado y tronco de Navidad que hizo ella misma (aquí es imposible conseguirlos en un supermercado). El año pasado, coincidiendo con el bautizo de Matías, pasamos todos la Navidad en Córdoba y allí el huevo hilado no puede faltar en nuestra mesa desde hace muchos años. Lo del tronco de Navidad es ya un invento más reciente al que al final también nos hemos ido apuntando. A parte de estas dos aportaciones de Gissella,  la cena fue absolutamente la tradicional "Julemat" noruega: ribe, julepølse, medistekaker, kålrabi-stappe y de postre kransekake. Yo ya me he acostumbrado pero seguro que mi madre echo en falta muchas cosas en su primera cena de Nochebuena en Bjørkelangen.




     Después de la cena llegó el momento regalos y hubo abundancia de todo y para todos. Erik y Kevin se pasaron un momento para desear Feliz Navidad y entregar y recoger sus regalos. Matías, todavía muy pequeño para enterarse de qué va este festival de bonitos envoltorios, fue recibiendo con alegría cada paquete que le tocaba abrir hasta que poco a poco, abrumado por la cantidad, fue perdiendo el interés y tuvimos que dejar algún paquete sin abrir para el día siguiente. Aquí lo tradicional es que el "Nisse" (Papá Noël, Santa Claus…) deje un regalo para los más pequeños en la mañana de Navidad.

     Tenemos nieve, cosa normal, en estos días de Navidad. Vamos despertando poco a poco, recogiendo la cocina, fregando cacharros y preparando un rico y tradicional desayuno noruego con las sobras de la cena de anoche.




     Aunque el desayuno se alarga, animado con la charla y varios cafés por un par de horas, cuando nos levantamos de la mesa todavía falta mucho tiempo antes de salir para Lillestrøm. Allí, en casa de Waleska y Terje, seguiremos comiendo comida típica noruega y entregando y recibiendo regalos. Queda tiempo más que suficiente para sentarnos en el sofá y optar por pegar una cabezadita o ver The Nativity Story. Algunos, incluso, van alternando las dos opciones. 




     Esta película del año 2006 es la primera que trata solamente del nacimiento de Jesús. Arranca la película con la matanza de los inocentes ordenada por Herodes para enlazar inmediatamente después con un flashback que nos lleva a un año antes del infanticidio masivo en Belén. A partir de ahí la película, fiel al relato bíblico, presenta a los personajes y algunas de las circunstancias de la época; y narra la epopeya del nacimiento de Cristo con abundancia de encuadres preciosistas. No puedo decir que la película sea mala, tampoco que sea buena; simplemente no ha conseguido emocionarme. Puede que porque guardo el recuerdo del asombro y la fascinación que me produjo Jesús de Nazaret de Zeffirelli que se abre con la secuencia de la Anunciación.


                          

La gran familia




   

     Aprovechando que mi madre está en casa, el ciclo de cine de esta Navidad es más "cine de barrio" que nunca. Hoy, día de Nochebuena, mientras la tradicional "ribe" noruega se va haciendo en el horno; vemos La gran familia.  Es una película que he visto muchas veces, que forma parte de mi infancia y juventud, que incluye secuencias que me sé de memoria, momentos que me hacen sonreír y alguno que me lleva al borde de las lágrimas. Y es obvio que la película, del año 1962, cuando España vivía bajo la dictadura franquista, es propicia al régimen dictatorial y su contenido tiene una parte de propaganda a su favor.
     Sin embargo, ésta es para mí una película imprescindible, una película que algún día quiero ponerle a mi pequeño y contarle cosas de una época que no viví y de una forma de celebrar la Navidad que se parece bastante a la que yo recuerdo de mi infancia, porque las personas en general siempre son mejores y están muy por encima de los regímenes bajo los que se ven subyugadas.




     La "ribe" se sigue haciendo, a temperatura media, en el horno. Hacía el final de la película, en su momento dramático más importante: cuando el abuelo busca desesperadamente a Chencho; estamos a punto de empezar a dorar la corteza de la "ribe". Y yo, viendo las imágenes de la Plaza Real de Madrid, pienso que ese es un viaje que se nos quedó en el saco de las cosas que no pudimos hacer a tiempo. Cuánto me hubiese gustado pasear por Madrid con mis padres y mis hermanos cuando yo ya estaba en la edad de empezar a dejar atrás la infancia.

     Busco algunas fotos de la época y, aunque los modelos de coches han cambiado, los pavos, criados en familia para la cena de Navidad, ya no circulan por las calles de Madrid, y los niños ya no se agolpan en los escaparates para soñar con los regalos que les traerán los Reyes Magos; tengo la intención de poder, alguna vez, pasear con mi familia por las calles de Madrid vestidas de Navidad.



                                      

lunes, 22 de diciembre de 2014

Plácido


   
     En esta tarde-noche de lunes, que ya huele a Navidad, me apetece ver un clásico navideño patrio que llevo tiempo sin ver: Plácido. Esta película de 1961, dirigida por Luis García Berlanga, se rodó en Manresa, ciudad capital de la comarca del Bages situada a unos 65 kilómetros de Barcelona.
     Cuenta, este clásico navideño patrio, las desventuras que sufre Plácido el día de nochebuena a principios de los 60 en una ciudad de provincias española. Plácido (impresionante "Cassen") es un padre de familia que acaba de comprarse un motocarro para trabajar por cuenta propia como transportista. Su primer trabajo consiste en recoger a unas artistas de medio pelo venidas de Madrid para participar en una singular campaña ideada por las clases medias/altas de la ciudad: "Ponga un pobre en su mesa". Esta estrafalaria iniciativa burguesa consiste en que cada familia pudiente invite a cenar a un pobre (elegido por la organización) y puje por sentar a su mesa de nochebuena a una de las artistas llegadas de Madrid. El pobre Plácido, en mitad de todo este "fregao" y acompañado siempre por el Sr Quintanilla (impresionante también José Luis López Vázquez), tendrá que hacer todo lo humanamente posible por pagar a tiempo la primera letra del motocarro.

     Sin duda, querido Matías, este clásico navideño es una película imprescindible que espero veamos juntos en los días previos a una futura Navidad no muy lejana. Es probable que todo cuanto descubras en esta película imprescindible te resulte estrepitosamente ridículo, esperpéntico e increíble, aunque quizá también es posible que alguna secuencia o algún personaje te resulte especialmente tierno o entrañable, quizá familiar en algunas cosas que hayas visto en mí o yo te haya contado. Ojalá que en los próximos años el esperpento burocrático, la aparente caridad burguesa, la tiranía bancaria, el diario sinvivir de los autónomos, de los pobres, de la mayoría empiece a sonarnos a película de época, de otra época. Ojalá que la buena gente de una ciudad de provincias conserve lo tierno, lo entrañable y lo familiar en una vida, a ser posible más libre, a ser posible, mejor.






     Descubrí que Plácido se había rodado en Manresa estando localizando en la misma ciudad. Después de desayunar con Joan Soler en un típico bar de la Catalunya central un desayuno a base de "pa amb tomaquet, fusta d´embotits y bebent vi a porró", paseamos por la plaza central de la localidad y ahí me comentó que Plácido, se había grabado en Manresa. Hicimos incluso el ejercicio de recordar la secuencia que transcurría en esa misma plaza e intentar identificar los lugares concretos, encuadrarlos e imaginar el motocarró de Plácido aparcado entre los nuevos modelos de furgonetas que poblaban la remodelada plaza en un continuo ir y venir de transportistas entregando mercaderías en los bares y tiendas aledaños. Joan y yo pasamos el día localizando para su primer cortometraje y poniendo, quizá, los cimientos para una exitosa colaboración futura. Regresé a Manresa para grabar el cortometraje policiaco de Joan y poco tiempo después para grabar un spot para el Festival de cine negro que él había creado y dirigía. Joan y yo pasamos un mes en Nepal grabando un documental, lo estrenamos en un cine de Manresa y ganamos un Goya. Después nuestros caminos tomaron diferentes direcciones y no volvimos a trabajar juntos. Hacía tiempo, me había hablado de la idea de hacer un documental sobre el rodaje de Plácido. Finalmente en 2005, mientras yo realizaba el programa Noms para TV3, Joan realizó "La ciutat de Placido" desvelando en 30 minutos algunos de los secretos y muchas de las anécdotas del rodaje de una película imprescindible.





                                    

sábado, 20 de diciembre de 2014

Campeones del mundo


    Hoy, como muestra la portada del As que saldrá mañana, el Real Madrid, mi Madrid, nuestro Madrid, querido Matías, se ha proclamado oficialmente Campeón del mundo. En realidad, este título tan ostentoso no se corresponde con la realidad y lo que parece muy grande es en realidad bastante pequeño. Seis de los ocho equipos que participan en el torneo no tienen verdadero nivel para enfrentarse a los ganadores de la Copa Libertadores y la Champions. Históricamente ganar el trofeo (Copa Intercontinental en su antiguo formato) era mucho más importante para los equipos americanos que para los Europeos. Actualmente podemos decir que el campeón de la Champions en mayo tiene la obligación de salir Campeón del Mundo en diciembre. Hoy, nuestro Madrid, ha cumplido con la obligación y durante un año lucirá un simbólico escudo en el centro del pecho que le acredita como mejor equipo del mundo.



     También hoy, unas horas antes del partido, he ido al aeropuerto de Gardemoen a recoger a tu abuela Matilde. Hoy ha hecho su segundo viaje en avión, es curioso que tú, querido y pequeño Matías, hayas volado ya más veces que ella. El primer viaje, la primera vez que contraviniendo todos sus miedos voló, lo hizo para conocerte. Hoy es la primera vez que ha volado sola. Y esto, que parece algo pequeño, es en realidad algo muy, muy, muy grande. Hoy, la puerta del aeropuerto de Gardemoen es como la Puerta del Príncipe de la Maestranza para tu abuela. Hoy tu abuela es la auténtica Campeona del Mundo. 




jueves, 18 de diciembre de 2014

Thoris Supergutt


     Este es un capítulo breve, brevísimo, que no va más allá, querido Matías, de dejar constancia de que hoy, sin esperarlo, saliendo de echar un vistazo en la librería-juguetería del centro comercial del pueblo; me he cruzado con Bjørn Pedersen, cliente y líder del grupo de teatro del pueblo, quien me ha presentado al director del centro comercial. Según me cuentan la casualidad ha sido extrema, porque, al parecer, venían hablando de mí cuando me han visto salir, junto a ti y mamá, de Libris.
     Resulta que el director del pequeño centro comercial de nuestro pequeño pueblo desconocía que hubiese en él una pequeña productora audiovisual. Informado de tal extremo por Bjørn, para quien, justo en estos días, acabo de editar su versión de La Bella y la Bestia; deseaba ponerse en contacto conmigo urgentemente porque esta misma tarde el centro comercial ha organizado dos eventos que necesita grabar. Tras el lógico apretón de manos a modo de saludo, tardamos unos segundos en ponernos de acuerdo en el precio y quedamos en encontrarnos en el mismo centro apenas una hora más tarde de este encuentro tan casual como inesperado.

     Dicho y hecho, apenas una hora más tarde estamos de vuelta: yo con chaleco y cámaras y tú y mamá preparados para ver el concierto de Thoris Supergutt. En torno al pequeño escenario del pequeño centro comercial de nuestro pequeño pueblo se reúne casi una treintena de chiquillos dispuestos a corear las canciones de este ídolo del pop infantil noruego. Tú, querido Matías, te mueves entre los niños, casi todos mayores que tú, y los brazos de mamá; de vez en cuando te acercas a mis piernas, pero mamá te aparta rápidamente, no vaya a ser que me muevas el trípode y se fastidie la grabación.




     Terminado el pequeño concierto (alrededor de 50 minutos han durado las canciones y bailes de Thoris Supergutt) os hago esta foto a mamá y a ti, junto al ídolo del pop infantil noruego y te compramos su CD para tu pequeña colección de música. 






domingo, 14 de diciembre de 2014

Julebord


     Tener un programa en fase de grabación o edición en el mes de diciembre era en Media Pro condición obligatoria para ser invitado a la gran fiesta de Navidad que la productora organizaba cada año en algún local "chic" de Barcelona como, por ejemplo, el Hard Rock Café de Plaza Catalunya. Con programa asegurado durante varios años, las fiestas de Navidad de empresa llegaron a aburrirme. Recuerdo vivir las dos primeras con la expectación lógica de la novedad. También recuerdo que el año que terminamos uno de los programas estrellas de la productora, El Meu Avi para TV3, en noviembre, no viví como una gran tragedia griega el "poco elegante" gesto por parte de Media Pro de no invitarnos a la fiesta. La medida, puede que injusta, al menos no era arbitraria y los requisitos para recibir invitación estaban claros: tener contrato en vigor, aunque fuese de becario, en el mes de diciembre.

     De tener un contrato como coordinador y director de programas de televisión en Barcelona pasé voluntaria y gustosamente, a tener un contrato de limpiador de farmacia en Bjørkelangen. Gracias a este contrato pude descubrir la tradicional, esperadísima y muchas veces excesiva Julebord noruega. El primer año la Julebord de Boots apotek Bjørkelangen se celebró en Lillestrøm y consintió en un show de humor y una cena tipo buffet en la que no podían faltar los platos tradicionales (que en algún momento serán objeto de capítulo aparte en este cuaderno virtual) de la Navidad noruega. Una de las grandes atracciones de aquella, mi primera Julebord como trabajador del ramo de la limpieza, al parecer era ver mi reacción con el famoso acquavit noruego. Yo no soy muy de licores, pero tengo buen estómago para tolerar el alcohol y después de tres copas mi jefe arrojó la toalla y el parece ser que el español pasó la prueba.
     Un año más tarde la Julebord se celebró en un gran hotel cerca del aeropuerto. Más buffet de platos tradicionales, más acquavit (esta vez sin el jefe) y la actuación musical de un famoso grupo noruego que tiene un súper hit que habla del culo. Terminado el concierto y con el estómago pesadísimo, lleno de grasa de cerdo, tuve la dramática idea de beber dos buenos vasos de agua fría. Aquel intento de remedio contra los excesos de la cena se convirtió en un casi intento de suicidio. Terrible dolor de estómago que por suerte desapareció por completo a la mañana siguiente.

     Poco tiempo después de aquella segunda Julebord, la crisis también llegó a Noruega y mi contrato indefinido de 20 horas semanales pasó a ser un contrato de obra de 6 horas semanales. Con el cambio de contrato perdí el derecho a "paro", a baja laboral remunerada y también a ser invitado a las próximas cenas de Navidad.

     Consecuencia de la inestabilidad laboral recién descubierta en Noruega, con la ayuda de Nathaly; hicimos creer en volumen de trabajo la diminuta productora audiovisual, llamada Albatross Films, que juntos conducimos. Aunque todavía no puedo permitirme renunciar a mis seis horas semanales de contrato de obra en el ramo de la limpieza, los resultados económicos de Albatross Films son,  a pocas semanas para cerrar el año, lo suficientemente satisfactorios para que este año, nuestra diminuta empresa haya podido organizar una Julebord familiar en Rønskog Spa & Resort.

 



     Quedamos tan satisfechos de la jornada de baño en pleno invierno noruego, del buffet tradional (este  año sin excesos y sin acquavit), de la visita del "Jule nisse" (en el folklore escandinavo, el encargado de traer los regalos de Navidad) y del paseo nocturno por los alrededores del hotel en carro de caballos; que Nathaly, nueva jefa de la farmacia, decidió copiarme y celebrar a la semana siguiente una nueva Julebord familiar en la que los pocos trabajadores que ahora forman su plantilla pudiese venir acompañado de su familia. 








viernes, 12 de diciembre de 2014

El Hobbit: "La Batalla de los Cinco Ejércitos"



     He olvidado el título de la película, ni siquiera soy capaz de recordar alguna imagen, sin embargo; sí que recuerdo perfectamente la ilusión, la expectación con la que acudí al modesto local que la Asociación de vecinos de mi barrio tenía junto al Pasaje de los Delineantes para ver una película proyectada en una sábana arrugada y rodeado de un montón de chiquillos amontonados lo más cerca posible de la sábana que colgaba de la pared del fondo. Aunque haya olvidado la película, conservo vivo el recuerdo mágico del momento en el que se apagaron los fluorescentes del local y la luz del proyector hizo cobrar vida a la sábana arrugada que, esa tarde de cine de barrio, ejercía de pantalla.





     Hace mucho tiempo, quizá demasiado, que no voy al cine. Aquí es caro, el más cercano lo tenemos a algo más de 30 kilómetros y la televisión de salón es bastante grande. Ayer, sin embargo, decidí llevar a Erik y Kevin a ver la última entrega de El Hobbit. Cada dos semanas llega al pueblo un cine portátil en sesión doble: una película infantil a las 18.00 y una no infantil a las 20.00. La Navidad está cerca. La noche es intensamente oscura.  Matías duerme.
     Hace unos años llevé a Kevin a una de estas sesiones de cine. En el gimnasio del colegio vimos Gru, mi villano favorito. Desde entonces no habíamos vuelto. El recuerdo de la mala calidad de imagen y de la incomodidad de las sillas nos había desmotivado para repetir la experiencia.
     Sin embargo, porque la Navidad está cerca, porque es El Hobbit, porque está bien que Nathaly y Matías se queden tranquilitos en casa en esta noche intensamente oscura, porque las películas ya no se proyectan en el viejo gimnasio, y porque también está bien que yo y los dos mayores hagamos algo juntos; ayer decidimos darle una nueva oportunidad a este cien portátil de pueblo.

     La entrada cuesta lo mismo que la de un cine en Lillestrøm u Oslo. La película, ahora, se proyecta en la sala multiusos del nuevo centro comercial de Bjørkelangen. Erik Kevin y yo somos los únicos espectadores. Quizá sea porque la Navidad está muy cerca y porque la noche es intensamente oscura. Faltan unos minutos para que empiece la película (esa manía mía por llegar demasiado temprano a los sitios) y me viene a la mente el recuerdo de una vieja sábana arrugada y en un modesto local de una Asociación de vecinos junto al Pasaje de los Delineantes. Se apagan las luces, se enciende el nuevo proyector digital y resulta que la calidad de imagen y sonido es brutal. Si no fuese porque los asientos continúan siendo algo incómodos, no echaría de menos nada de lo que pueda ofrecer un cine de Lillestrøm u Oslo.


                             


 
   
     Termina la película y la Navidad está una horas más cerca. La noche sigue siendo igual de intensamente oscura, pero ahora se añade al paisaje una ligera niebla a ras de suelo. De la nueva trilogía ésta ha sido la que más me ha gustado. Pero nada que ver con cómo esperaba el estreno en Barcelona de El Señor de los Anillos. Llegamos a casa y Matías sigue dormido. Yo pienso en cuál de las dos trilogías le pondré primero cuando sea un poco mayor y los orcos no le den miedo.



                               



viernes, 5 de diciembre de 2014

La saeta



     Ayer Matías celebró su cumplemés 1.5 y lo celebró taconeando descalzo por el suelo del salón. Nathaly asegura que nunca ha visto a un bebé bailar de esa manera. La verdad es que mamá no había visto hasta ahora a muchos bebés cordobeses.
     Matías está cada día más alto y bonito. Ya mide 80 cm y corre y corre por toda la casa. Una de las cosas que más le entusiasma ahora es abrir cajones y vaciarlos. También le gusta ayudar a vaciar el lavavajillas. Él se encarga de los cubiertos.
     Este último mes apenas ha pisado la guardería. Para mí es una suerte y un privilegio poder pasar todo el día con él. Claro que a última hora de la noche el tono con el que dices "Matías", después de que te haya tirado el móvil  o el mando de la tele, su vaso de plástico o algún cd al suelo, es un poco distinto al tono de primera hora de la mañana. Porque esa es su nueva manía: tirar cosas al suelo. Por suerte ya no golpea la tele, como hacía hace unos meses.
     Poco a poco va ampliando su vocabulario: Nathaly y yo somos mamá y papá o papá y mamá según le de, el coche también es papá, Erik y Kevin son Eeeeik, bal es una pelota, pero al final bal es casi todo lo que quiere que le demos; tak tak es dame algo, lys es luz y mam comida.
     Con el tema comida los progresos no son como para tirar cohetes. Pienso que va a ser más de dulce que de salado: le gustan los fusilli con nata y su gran descubrimiento de este mes es el chocolate.

     La espectacular foto de abajo esta tomada en la puerta del Corte Inglés de Plaza Catalunya. Este mes   hemos pasado una semana en Barcelona. Ha sido fantástico poder estar una semana sin tener que Nathaly tenga que ir a la farmacia o sin tener yo que madrugar para montar. Matías ha disfrutado enormemente esos despertares rodeado de mamá y papá. En próximos capítulos escribiré con más detalle de estas vacaciones en Barcelona. Dejó ahora un pequeño listado de algunas de las cosas que ha hecho Matías: jugar con sus primos Quim y Vera, correr por la plaza de la Catedral, desayunar puntual en el hotel cada mañana (zumo de naranja, pipas, pan y yoghurt), portarse de lujo en un par de restaurantes con estrellas michellin, perseguir gaviotas en Port Vell, conocer a David y Olga, probar la sopa de pollo de su abuela Matilde, hacerse una foto con su padrino junto a la carreta de la Hermandad del Rocío de Barcelona, tomarse un batido en el Shilling, estrenar ropa y zapatillas, hacerse una foto junto a Papa Noël, asombrarse de ver tanta, tanta gente en unas calles que se parecen tan poco a las de Bjørkelangen.
   





     Tengo la costumbre de regalarle a Matías un Cd de música cada vez que estamos de vacaciones. De a poco le voy juntando una discoteca con la música que ha sido importante en mi vida, con música de conciertos a los que vamos juntos o con música que representa el lugar al lugar al que viajamos. Por estar en Barcelona, porque las canciones de Serrat son imprescindibles, porque acaba de sacar esta antología desordenada de 4 cds y porque Nathaly y yo tuvimos la suerte de verle junto a Sabina en el teatro de la Axerquía de Córdoba; este es el nuevo Cd de la pequeña colección de música de Matías.





     Y como cada cumplemés, querido Matías, te dedico una canción. Ya sé que estamos en fechas pre navideñas y que tocaría un buen villancico, quizá uno del Coro Yerbabuena, quizá un clásico en la voz de Sinatra o Bing Crosby, quizá uno infantil. Sin embargo, por la semana que hemos disfrutado en Barcelona, porque la canta Serrat, porque son los versos de Machado, porque también es Jesús el protagonista y porque estamos deseando volver a Córdoba en Semana Santa; la canción te tu cumplemés 1.5 es La Saeta.



                             


jueves, 4 de diciembre de 2014

El sueño de la ciudad


     Son alegremente obligatorias, en cada regreso a Barcelona o Córdoba, las visitas a la Casa del Libro y la Librería Luque. El resto del año me conformo con hojear digitalmente la revista bimensual del Círculo de Lectores. Después de cerca de 40 años de lector, ya quedaron atrás las lecturas obligatorias de la escuela y algunas modas pasajeras y, por desgracia, los consejos literarios que recibo de familiares y amigos íntimos son más bien escasos. Después de cerca de 40 años de lector, tengo ya unos gustos literarios definidos y una fidelidad absoluta a un grupo de autores: Saramago, Múñoz Molina, Rosa Montero, Almudena Grandes, Javier Cercas, Iam McEwan, John Irving…

     Ni el, para mí, desconocido nombre de Andrés Vidal ni la fotografía sepia que sirve de portada a El sueño de la ciudad, llevaron a esta novela a formar parte de uno de mis pedido del Círculo. A la hora de seleccionarlo sólo tuve en cuenta que trataba de Barcelona, una ciudad que me sedujo, que pudo haberme devorado, en la que, sin terminar perdido, tantas veces me perdí; una ciudad enorme a la que sobreviví y en la que llegue a sentirme, literalmente, "en casa", y creo que esto es lo mejor que se puede decir de una ciudad que no es la propia.





     El libro empieza con la leyenda para mí desconocida hasta ahora. Cuentan que el Tibidabo recibe su nombre por el hecho de haber sido uno de los lugares a los que Satanás eligió para tentar a Jesús de Nazaret. Desde la cima del monte y con la visión de lo que, mucho tiempo después, sería Barcelona; el diablo le vino a decir al Nazareno algo así como: todo esto te daré (tibi dabo) si te postras y me adoras. Bien es sabido que Cristo no cayó en la tentación y renunció a la posesión de los que muchos años más tarde, justamente en el tiempo en que se ubica esta novela y según reza el título de otra, se convertiría en "la ciudad de los prodigios".




     Tantos años viviendo en Barcelona, grabando incluso cerca del Tibidabo, en la carretera de la Rabasada para un documental sobre los ya casi míticos coches Pegaso; y, sin embargo, la primera y única vez que lo visité fue cuando ya me estaba despidiendo de Barcelona. Aprovechando una visita relámpago desde Lo Pagan para que mi familia conociera a Erik y Kevin, el último día, antes de regresar a Murcia; pasamos la tarde en los "cacharritos" de un parque de atracciones que se ha ido quedando antiguo pero que conserva una magia especial (Erik no olvidará nunca su visita y huída precipitada del Hotel Krüeger)  y unas vistas espectaculares.




     Además del Tibidabo y el Casino de la Rabasada, la novela discurre, a buen ritmo de lectura, por un tiempo pasado y unos lugares que terminaron por serme tan familiares: el Gótico, el Raval, el Borne, la Barceloneta, el Paseo de Gracia...
     Existe una pequeña película, forzosamente muda y documental, realizada por el pionero Ricardo Baños en 1908. Son algo más de siete minutos que he visto en varias ocasiones para buscar imágenes que ilustrasen alguna secuencia del programa Noms. En ella nos asomamos, desde un tranvía, al maravilloso espectáculo de la vida en la Barcelona a principios del siglo pasado. Esos planos-secuencia son un fidedigno testigo del transitar de la vida real por una ciudad en construcción.

     Aquí dejo un link por si algún familiar o amigo íntimo tiene la curiosidad de echarle un vistazo

https://youtu.be/ELhujMDuNYs



     La lectura de esta novela me produce nostalgia de Barcelona, una nostalgia que Nathaly se encarga de recordarme cada cierto tiempo. También para ella es una ciudad especia. Allí nos conocimos, allí empezó Matías su viaje y allí siguen mi hermana y su familia. Con la lectura de esta novela refresco la memoria de algunos paisajes, evoco algunos momentos y acreciento las ganas de regresar. 
     Además Nathaly y yo tenemos una visita pendiente. En cada regreso decimos que queremos entrar a la Sagrada Familia (casi un personaje más en esta novela) y en cada viaje posponemos la cita, pensando que así, siempre tendremos un motivo ineludible para regresar.




     Un día salí de mi pequeña ciudad andaluza sin saber que lo hacía para no volver, sin saber que Barcelona acabaría siendo una nueva casa, un lugar donde me sentí confortable, una ciudad que me sedujo al instante, una ciudad a la que sobreviví y de la que me fui enamorando, de verdad, poco a poco… y una ciudad de la que, reconozco, en los primeros meses tuve mucho miedo de salir derrotado.  Recuerdo que mi amigo Fernando, cuando le confesé mis temores en alguno de mis primeros regresos a Córdoba, me dijo algo así como: "y si te tienes que volver, te vuelves y no pasa ná". Aquellas palabras de consuelo y aliento y el vino fino que probablemente adornaba nuestra mesa o la barra de un bar, fueron el consuelo y aliento necesarios para que mi historia en Barcelona no tuviese un final precipitado.



                                       


miércoles, 3 de diciembre de 2014

RØST 2


   
     Este es un capítulo breve, brevísimo; pero igualmente necesario para dejar constancia del resultado de los días de grabación en Moss. En este segundo vídeo de Røst los aspirantes que superaron el casting se reúnen por vez primera y durante todo un fin de semana reciben clases magistrales de distintos profesionales y realizan los primeros ensayos del repertorio bajo la batuta de Tanja Räsänen, la directora finlandesa elegida para llevar a buen puerto este proyecto.
   
     El vídeo termina con imágenes del primer concierto de Røst en la sala polivalente de la Kommuna en Moss