Mamá, querido Matías, me regaló este libro por el pasado Sant Jordi. Per Petterson, es un famoso escritor noruego (del que yo no sabía nada hasta que mamá me habló de él) que vive en nuestra comuna. Mamá quiere que lea cosas de Noruega, aunque sea en castellano. Mamá quiere que aprenda más de la cultura noruega. Mamá, como en otras muchas cosas, tiene razón.
El momento en el que empiezo a leerlo coincide con la preparación de un proyecto que tiene mucho que ver con la cultura, con la historia y con el paisaje de este pequeño trozo de Noruega que habitamos. El bueno de Per Lorentzen me está echando más de mano y media en la redacción del proyecto para buscar financiación y en la búsqueda de los protagonistas.
Al poco de comenzar a leer Salir a robar caballos, mamá, tú, Per Lorentzen y yo nos reunimos en Setskog con el músico y la pintora que formarán parte del proyecto si finalmente conseguimos la financiación. Nos falta encontrar un escritor. El nombre de Per Petterson se cuela en la reunión. A su favor: la popularidad, la experiencia, la fama y la seguridad de que con su nombre el proyecto sería mucho más fácil de vender. En contra: su popularidad, su experiencia, su fama y el conocimiento de que Per Petterson no es muy dado a conceder entrevistas. Per Lorentzen señala que no perdemos nada por exponerle el proyecto. Como en el caso del músico y la pintora, yo delego en él la gestión. A los pocos días recibo un mail de Per Lorentzen en el que me cuenta con entusiasmo que una joven escritora local ha aceptado, también con entusiasmo, la idea de formar parte de nuestro proyecto. Desconozco si el bueno de Per Lorentzen llegó, o no, a contactar con Per Petterson. Como en el caso del músico y la pintora, doy por bueno el último nombre y no hago preguntas.
Mamá me avisó, desde el mismo momento en que saqué del súper paquete de libros del último Sant Jordi este Salir a robar caballos, que la historia sería muy noruega; y eso para mamá quiere decir muy deprimente. Las primeras páginas me parecen espectaculares. Reconozco en ellas, pese a leer una traducción, el estilo propio y diferente de un buen narrador. La historia transcurre en algún lugar relativamente cercano, a pocos kilómetros de la frontera sueca, y a caballo entro dos tiempos: el presente reciente y los años de la ocupación nazi. Por forma y contenido el libro promete.
A mitad del libro el ritmo de lectura se ralentiza, cae en picado. Quizá por eso el estilo no me parece ya tan claro, tal vez por eso la historia no me interese ya tanto. Termino el libro con una sensación extraña que no soy capaz de definirle a mamá cuando me pregunta qué me pareció el libro.
El pasado sábado, querido Matías, te compré la colección completa de Harry Potter. Bjørn Pedersen (tiempo tendrás de conocer al director de teatro del pueblo) acaba de abrir una pequeño establecimiento de "merchandising" y tenía los libros de Harry Potter a un precio fantástico. Antes de comprarlos me aseguro de que estén en noruego. Le digo a Bjørn que tú, obviamente, hablarás y leerás noruego a la perfección. Bjørn me dice que, aunque no a la perfección, tal vez para cuando llegue el momento de que empieces a leer Harry Potter; yo mismo también te los podré leer en noruego. Es probable que en esto Bjørn esté en lo cierto.
Tal vez, cuando pasen un puñado de años, le pida a mamá que para otro Sant Jordi, me regale otra vez este libro de Per Petterson, pero esta vez en noruego. Tal vez, cuando pasen un puñado de años, me interese tanto la época de ocupación nazi y la frontera con Suecia, como ahora me interesa la Guerra Civil española, la época de Al-Ándalus o la caída de Barcelona.
Eres afortunado, pequeño y querido Matías, por poder disponer de dos lenguas maternas, varios idiomas y acentos desde la cuna y montones de historias de la Historia que intentaremos narrarte con sinceridad y pasión.
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