Hace años tuve la oportunidad y el placer de entrevistar a Julio Anguita en el patio andaluz de la sede de Izquierda Unida en Córdoba. El motivo de la entrevista, con un Anguita que ya había empezado a retirarse de la primera línea política, era la Córdoba de las tres culturas, la Córdoba ejemplo de tolerancia y convivencia.
Sabiendo que, probablemente, nunca más volviera a tener la oportunidad de hacerle una entrevista a este hombre al que admiro, le pregunté por el significado de "Utopía". Me contestó que la utopía es aquello que durante toda la Historia de la Humanidad ha hecho avanzar a los hombres, porque la utopía, a diferencia de lo que algunos piensan, tiene siempre la capacidad y la necesidad de dejar de serlo y convertirse en real. Me enumeró algunos de los logros de la Humanidad que en su estado embrionario fueron considerados utópicos y malintencionadamente irrealizables: casi todos los avances tecnológicos y sociales lo han sido.
Insistí sobre la cuestión y, con buena intención, le pregunté si él se definía como utópico. Su respuesta fue tajante y brillante. Vino a decir que hay dos pensamientos: el equino y el utópico. Y que siendo él un ser humano y no un caballo no le quedaba más remedio que ser utópico.
Yo también, con mucha menos brillantez que Julio Anguita, querido Matías, soy utópico. Y pienso que las utopías que lo son hoy serán mañana realidades. Pienso, querido hijo, que al igual que fue una utopia el fin de la esclavitud, el sufragio universal o la jornada de ocho horas; llegará un día en el que la desigualdad, la discriminación o las guerras sean sólo un triste e inimaginable recuerdo. Ojalá, querido hijo, que tú seas igual de utópico que tu padre y Julio Anguita, ojalá que colabores para que tus utopías se vuelvan realidades.
Al terminar el concierto de Luis Delgado en el Jardín Botánico de Córdoba el verano pasado, me acerqué a comprarle a mamá un cd con la canción de Ximena que tanto le gustó. Allí descubrí este trabado, para mí desconocido, de Javier Bergia, Javier Paxariño y Luis Delgado; tres músicos a los que admiro. Por eso y por su título, no dudé en comprártelo para tu colección, pequeño Matías.
En la primera página de este libro de canciones y citas en torno a la bendita utopía, alguno de los músicos, en nombre de los tres, escribió lo siguiente:
La sociedad humana, a diferencia de otras especies
que pueblan el planeta, vive en constante cambio.
Cambiamos nuestra forma de vivir,
de relacionarnos, de marcharnos…,
pero siempre buscamos una sombra protectora que
nos cobije del Sol, que por otra parte nos da vida.
En este disco hemos querido refugiarnos
bajo la sombra utópica de la música,
cuya esencia no ha cambiado
desde los inicios del saber humano y,
hoy como ayer, nos brinda un lugar
en el que reconfortarnos
y desde el que mirar el transcurso de los días.
Pocos días antes de tu nacimiento, recibimos un mensaje de Isaac, un fantástico guitarrista y amigo del Coro Yerbabuena. Quería invitarnos a un espectáculo de la bailaora María Pagés en el que él tocaba la guitarra. Creo que la ciudad que albergaba el espectáculo flamenco era Stavanger. Por la larga distancia hasta Stavanger y por la cercanía de tu nacimiento declinamos la invitación del bueno de Isaac quien, obviamente, comprendió y celebró nuestros motivos. El espectáculo se llamaba "UTOPÍA"
El pasado verano, enmarcado en la programación del Festival de la Guitarra, el Utopía de María Pagés aterrizó en el Gran Teatro de Córdoba. La cita era más que obligada y, afortunadamente, quedaban entrandas. Acudí temprano a la cita, y con gran placer por estar de nuevo en el Gran teatro, por estar junto a ti y mamá y por esas cosas fantásticas de la vida (que yo suelo poner en el haber de D. Bosco) que, con un verano de retraso, me hicieron coincidir en lugar y fecha oportuna con este espectáculo aspecto prometedor y título imprescindible. Erik y Kevin han decidido que no están muy interesados en eso de la danza flamenca y se han quedado en casa con la abuela Matilde. Llegamos tan temprano que el teatro estaba casi vacío. De a poco se fue llenando hasta rozar el lleno. Mamá y yo damos fe de que disfrutaste del concierto, parece que todo el ritmo que a mí me falta lo llevas tú en la sangre. Te encanta la percusión, las palmas, el taconeo, el cajón y la guitarra. Aplaudes, te brillan los ojitos y a mamá y a mí se nos cae la baba.
Al la salida del teatro, no dudamos en comprarte un segundo disco que lleva por nombre UTOPÍA. Cosas de aquel verano de 2014.
Hoy, querido Matías, te hemos comprado tu primer juguete para hacer pompas de jabón. Un nuevo descubrimiento para ti. Estás encantado y sorprendido con tu nuevo juguete, intentando comprender, quizá, como puede caber tanta magia en algo tan frágil como una pequeña pompa de jabón.
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