lunes, 4 de mayo de 2015

Big Eyes




 


     Esta tarde de 4 de mayo el cielo tiene un color gris opaco, la luz del Sol apenas logra filtrarse entre unas nubes difusas, poco definidas y algo desenfocadas que de vez en cuando sueltan algunas gotas dispersas. Miro la tarde, triste tarde, desde la ventana de mi salón y veo en ella un buen momento para una película de Tim Burton. La última, por ejemplo.

     Y resulta que la última de Tim Burton, se parece poco a una peli de Tim Burton, pero me encanta. Resulta que por una hora y media me ayuda a no pensar que esta tarde es triste y que un montón  nubes desdibujadas impiden la presencia del Sol.

     Desde que vi Edudardo Manostijeras soy seguidor de Tim Burton. Aún en sus películas regulares, que también las tiene, incluso en la peor (El planeta de los simios) su estilo es reconocible, más allá de la presencia casi fetiche de Johnny Depp. En esta Big Eyes parece como si el director hubiese camuflado su estilo, su iconografía, su fantasía desbordante, detrás de los ojos inmensos de las pinturas de Margaret D. H. Keane, para que esos ojos inmensos y la historia de la artista que los creó se llevase todo el protagonismo. Termina la película y busco información sobre Margaret D. H. Keane, quien sigue viva y pintando felizmente.




     La historia de Margaret Keane es la historia de una mujer, con un talento innato para la pintura, a la que le tocó vivir uno de los últimos periodos en los que la obra de una mujer era menospreciada con respecto a la de un hombre. Amparado en este hecho y en una cara dura tamaño elefante, su marido Walter Keane se adjudicó la autoría de la obra de Margaret. Cansada de trabajar en condiciones que rayaban la esclavitud, ignorada y menospreciada; y viendo como Walter acaparaba injustamente fama, éxito y ganancias; Margaret decidió cambiar de estilo y empezar a firmar sus nuevos cuadros, primero; y reclamar la autoría de toda su obra, después.




     Hay en la película de Tim Burton momentos dramáticos y momentos divertidos. Hay un buen guión y una buena estructura en la que sostener sin fisuras la biografía de Margaret D.H. Keane. Hay, al parecer, mucho de verdad y pocas secuencias inventadas. Hay, sobre todo un montón de cuadros, un montón de pinturas con los ojos inmensos de unos niños que, sin poder decir nada, lo están diciendo todo. Más allá de esta hora y media, en la que Tim Burton me ayudó a no pensar en la tristeza de esta tarde de 4 de mayo, le agradezco que pusiese en mi conocimiento la existencia de la pintora Margaret D.H. Keane y de sus "niños de ojos grandes".






                            



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