domingo, 17 de mayo de 2015

La novena



     Este domingo 17 de mayo empieza temprano para mí. Poco antes de las 6 de la mañana ya estoy en pie, preparando las cámaras para empezar a grabar un proyecto personal en el que tengo depositadas grandes esperanzas. Pocos minutos después de las 6 de la mañana una camioneta de jóvenes "russ" se presenta en casa de nuestra vecina para despertar con gritos y música atronadora a la tía de una de ellas. Los vecinos no son los únicos que despiertan sobresaltados. A Kevin no le hace ni pizquita de gracia que lo hayan despertado así poco después de las 6 de la mañana. Nathaly me recuerda que el año que viene Erik, que al parecer sigue durmiendo (su dormitorio es el más alejado de la casa de la vecina) tendrá su mes de "russ" el año próximo y que, quizá, sean él y sus colegas quienes, con gritos y música atronadora, despierten involuntariamente a nuestra vecina.

     Pocos minutos antes de las 7 de la mañana me presento en casa de Dag, el primer protagonista de mi proyecto, para grabarle colocando la bandera de Noruega en su terraza. El día está asqueroso. Cielo gris y lluvia molesta y pertinaz. Grabo a Dag tocando con el cuerpo de música del pueblo y cantando el himno nacional de Noruega en la iglesia. El proyecto ya está en marcha y, el día, aunque asqueroso, ha empezado bien. 

     Matías todavía no es consciente de que hoy es el Día Nacional de uno de sus países (de momento tiene tres, la vida dirá, si en su devenir, le regala alguno más). Nathaly y Erik lo han llevado, bien protegido de la lluvia, en su carrito. Hoy no era día para subiese a la carreta de la guardería. La presencia de la lluvia y de algún niño, según Nathaly, bastante salvaje, lo desaconsejaban. El año que viene, si Dios quiere, Matías estará ya un poco más crecido y, tal vez, sea él quien vaya saltando sin parar y agitando peligrosamente la bandera noruega en la carreta de su guardería. 
     A Kevin como alumno de 7 Klasse le ha tocado abrir el desfile y llevar una de las banderas grandes. 

     Terminado el desfile, con unos niños ya demasiado grandes para querer participar en los juegos que este año acoge el polideportivo por culpa de la lluvia, y otro demasiado pequeño para poder participar; los mayores se van a comer a casa de su padre y, mientras Nathaly cuida del más pequeño, yo preparo una comida digna de este Día Nacional de Noruega. 

     Pensando en la imágenes que he grabado, en la entrevista por hacer la semana próxima, en los personajes a los que ya tengo decidido proponer su participación en mi película y en los perfiles de los que me faltan; llega la hora del partido. Por tercera vez consecutiva el R. Madrid de baloncesto llega a la final de la Final Four de la Euroliga. Las dos veces anteriores salió derrotado. Esta vez la final es en Madrid y el rival un viejo conocido. Contra Olympiacos ganamos la octava hace ya 20 años y contra Olympiacos perdimos la final de hace dos años. 

     El partido avanza, con menos sobresaltos de lo previsto hacia la foto de abajo. El R.Madrid, con todo merecimiento, vuelve a ser el Campeón de Europa. Veinte años de esos que según el tango no son nada, el R. Madrid vuelve a alzarse con el trofeo más prestigioso de mundo después de la NBA. Lleva esta NOVENA copa para hacer justicia baloncestística a un grupo de jugadores, a un entrenador y a un grupo de directivos que hace tiempo lo merecían. Se hace justicia con una idea de baloncesto en el que la garra, la pasión y la velocidad son sus señas de identidad. 
     Me reclino en mi silla y miro a mi pequeño que duerme en el sofá. Matías todavía no sabe lo que es el baloncesto pero confío en que el R.Madrid nos dé muchas oportunidades de ver finales juntos. A veces tocará perder y a veces ganar, pero ojalá que en la derrota y en la victoria siempre nos sintamos tan orgullosos como yo me siento hoy de este colectivo de técnicos y jugadores. 
     El baloncesto llega al rescate para que un madridista como yo no tenga hoy ningún problema en digerir que una hora antes de la llegada de esta NOVENA, el Barça acababa de ganar su Liga número 23 en el Vicente Calderón. Qué cosas tiene el deporte! El año pasado la ganó el Atl de Madrid en el Camp Nou. Intuyo que el año próximo nos toca a nosotros. En cualquier caso, por méritos propios y deméritos nuestros tan merecida es la Liga del Barça como la NOVENA del Madrid. Enhorabuena, por tanto a los amigos "culés" que lean este capítulo. 




     La base de este equipo maravilloso la forman cuatro jugadores nacionales: Sergio (el increíble) Llull,  Sergio (Chacho) Rodríguez, Rudy Fernández y Felipe Reyes. Jugadores fundamentales durante toda la competición que no han tenido el papel más destacado en este Final Four. En este fin de semana de competición veteranos y recién llegados este verano Gustavo Ayón y Andrés (el Chapu) Noccioni han sido los jugadores más brillantes. Con todo merecimiento "el Chapu" ha sido, por su entrega, coraje y clase, elegido el MVP (jugador más valioso) de la Final Four. También han tenido aportaciones destacadas en momentos puntuales de la semifinal y de la final Carroll, Rivers y Maciulis. Todos ellos junto a Slaughter (madridista de por vida), Mejri, Bourousis y Campazzo forman un grandísimo E-QUI-PO.

     En la foto de abajo, destacando entre el confeti propio de la celebración, el gran capitán, Felipe Reyes, un cordobés de 35 años y que con sólo 2.04 de estatura y un corazón que no le cabe en el pecho es capaz de dominar los tableros, rebotear y anotar como ningún otro pivot. Qué suerte para todos los madridistas que la NBA no supiera descubrirlo.





      Decía un emocionado Pablo Laso al final del partido que su único mérito ha sido el de hacer un equipo. Decía también que el primero en felicitarle había sido Darden, un jugador que el año pasado jugaba con nuestra camiseta y hoy era rival. Leo que Mourinho llamó a Florentino Pérez para felicitarle por este NOVENA tan esperada y trabajada. Leo que a Mourinho se le ha visto en Londres especialmente feliz por este triunfo de la sección de Baloncesto y por el de su amigo Pablo Laso en particular.
     El año pasado, contra pronóstico, el R. Madrid caía en la Final contra el Maccabi Tel Aviv. La derrota, inesperada, sumió al equipo en una profunda depresión que le arrastró a perder la Liga ACB contra el Barcelona. Injustamente se señalaba a Pablo Laso como culpable y todo apuntaba a su destitución. Pasado el calentón de las derrotas, imagino que alguien supo mantener la calma y valorar el trabajo del bueno de Laso más allá de los títulos conseguidos (más que suficientes)  y las decepciones (en forma de 2 Finals Four perdidas) acumuladas. Sin hacer mucho ruido el equipo se retocó y Pablo Laso siguió al mando. Hoy celebramos este trofeo máximo que se une a la Súpercopa y a la Copa ya conseguidas y soñamos con ganar la Liga. Cuánto me alegro por este buen tipo nacido en Vitoria.
     Ojalá que el ejemplo de Laso sirva para mantener a Ancelotti (el que nos trajo la Décima y cantó apasionadamente el Madrid y nada más) al mando del equipo de fútbol. Un equipo que con algún pequeño retoque y la experiencia adquirida por Carletto (de las derrotas se aprende mucho más que de las victorias) seguro que el año que viene también mejora los resultados de esta temporada.





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