La historia oficial cuenta que:
Érase una vez, una historia muy sencilla...
La jirafita nació el 25 de mayo de 1961. Día de Santa Sofía, Sophie en francés.
En aquella época, los juguetes que representaban animales eran exclusivamente figuraciones de animales domésticos o familiares procedentes del mundo de la granja...
Por este motivo, un día, en Francia, un señor llamado Rampeau, que había integrado el concepto de rotomoldeado del caucho a los juguetes, tuvo la idea de diseñar una jirafa, cuya figuración exótica sería una primicia en el mercado y cuyo tamaño y forma serían ideales para la prensión del bebé.
La fabricación de Sophie, la jirafa, tal como la conocemos hoy, comenzó un jueves 25 de mayo, lo que explica el origen de su nombre.
Tuvo un éxito inmediato. De entrada, las mamás jóvenes reconocieron en ella un juguete indispensable para su hijo. Cuando empiezan a salirle los dientes, el bebé deja de llorar gracias a Sophie la jirafa.
Entonces, simplemente "de boca en boca" se estableció la notoriedad de la pequeña jirafa.
Desde ese momento, varias generaciones de niños en Europa disfrutaron y disfrutan escuchándola chillar cuando aprietan su vientre o su cabeza.
La sociedad VULLI, situada en Rumilly, Alta Saboya, conserva celosamente el secreto de fabricación de este fantástico juguete.
Sophie se sigue fabricando "artesanalmente" ya que se requieren más de 14 operaciones manuales para realizarla. Su composición a base de caucho procedente de la savia de hevea es 100% natural.
Nuestra historia particular empieza el día en el que Sophie llegó a Boots Apotek Bjørkelangen, la farmacia de mamá. A tu primo Quim le quedaba poco para nacer y yo estaba buscando algo especial para regalarle. Era la primera vez que veía una Sophie y, por todo lo que leí sobre ella, me pareció un buen regalo para Quim. La compré y se la envié a tu tita Rocío. Cada vez que pasaba junto a las estantería de las Sophie en la farmacia, soñaba con poder comprar un día una para ti.
Y pasaron, y pasaron, y pasaron los meses. Yo seguía mirando las jirafas sonrientes cada vez que pasaba el mocho junto a su estantería. Pasaron tantos meses que por un momento pensé que quizá no llegaría el día en que pudiese coger una Sophie de la estantería y llevármela a casa.
En esos días tristes, vi una triste película que había aplazado varias veces. De la peli, te cuento otro día. Lo que viene al caso es que la protagonista de esa película es una mujer que, recién pasados los cuarenta, y después de varios intentos que no salieron bien, se queda embarazada cuando ya no lo esperaba. Al final de la película vemos que nuestra protagonista tiene una hija preciosa y durante unos segundos, nuestra jirafa, Sophie, juega un pequeño papel en la historia. Pocas semanas más tarde, tú ya estabas en camino.
Tus primeras semanas, protegido en el vientre de mamá pero ya con a nosotros, estuvieron llenas de esperanza, pero, para qué negártelo, también de mucho temor, noches casi en blanco y amaneceres preñados de incertidumbre. Yo acompañaba a mamá a la farmacia cada mañana y le ayudaba con las cajas de mercadería para que ella no tuviera que levantar peso alguno. Después de una muy mala noche, con todo el miedo en el cuerpo y cita con la doctora Kinne para unas horas después; al llegar a la farmacia y abrir la primera caja me encontré con la carita de la jirafa Sophie sonriéndome. El miedo se esfumó, supe de inmediato que todo iba a estar bien. Supongo que cuando leas esto ya sabrás que tu papá no cree en las casualidades y que ya te habré hablado un montón de D. Bosco.
Unos pocos meses después, tienes ya fuerza y agilidad suficiente para coger a tu pequeña Sophie y llevártela a la boca mientras estás tumbado en el suelo del salón, junto a la chimenea. A mamá y a mí se nos cae la baba mirándote.
Que por qué tienes dos Sophie y una de ellas está muda... eso es una historia para otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario