viernes, 6 de diciembre de 2013

Siguiendo una Estrella

   
     Matías cumplió ayer 5 meses. En estas últimas semanas ha crecido mucho. Ya se da la vuelta él solo, y más de una vez lo hemos encontrado sobre las tablas del suelo, a unos centímetros de su manta. Le encanta estar en el suelo dándose vueltas y llevándose a la boca todo cuanto tiene a su alcance (su Sophie, sus mantas y algún que otro juguete blando). A veces también se queda un rato tranquilo y mira la televisión con curiosidad. Los ruidos fuertes y repentinos le asustan todavía. Matías apenas llora, sólo reclama un poco cuando se aburre y quiere que le tomemos en brazos y juguemos con él.
     Cada día tiene más control sobre sus manos, ya consigue dirigirlas hacia donde quiere y logra coger los objetos que tiene a su alrededor. También está aprendiendo a utilizar sus pies, de momento sólo consigue gatear un poco hacia atrás. Poco a poco se va descubriendo, le gusta mirar sus pies y tocarse los dedos con las manos. Desde hace unas semanas Matías ya es uno más en la mesa. No le gusta quedar al margen de las comidas. Protesta cuando nos mira desde el suelo y nos ve a todos sentados a la mesa. Nathaly ha conseguido desarrollar una técnica perfecta que le permite comer y cuidar de que Matías no coja nada peligroso, no se lleve nada a la boca, no arrastre el mantel... yo soy bastante inútil en esta cuestión y si lo tengo en brazos tengo que dejar de comer.

    Entre muchas otras cosas, dice su abuela Teresa que Matías tiene una mirada que derrite corazones, y dice su abuela Matilde que parece un niño de postal, entre muchas otras cosas. Yo sigo diciéndole aquello de "es que te tengo que querer". Se lo digo porque es mi hijo y porque se lo merece,  porque es mucho más de lo que yo hubiera podido imaginar.






     Este último mes ha pasado rapidísimo. A la vuelta de nuestro viaje a Barcelona para el bautizo de Vera, y aunque seguimos esperando la nieve; la Navidad ha llegado a nuestro pueblo en forma de adornos en las calles y ventanas. Este año será una Navidad sin Storsenter, sin ribbe, sin Julenisse... una Navidad sin nieve, salvo gran sorpresa en la falda de Sierra Morena. Esta Navidad viajamos al Sur. Pasaremos la Navidad enterita en Córdoba, en casa. Las pequeñas tiendas sustituirán al gran centro comercial, tendremos huevo hilado y turrón en la mesa, correrá el vino, Papa Nöel dejará paso a los Reyes Magos, veremos más nacimientos que árboles de Navidad y no faltaremos a la Misa del Gallo. Esta Navidad, querido Matías, es especial, la celebramos en casa rodeados de la gente que te quiere. Es una Navidad nueva para todos:  para ti porque es la primera, para tus hermanos que nunca pasaron una Navidad cordobesa y para nosotros porque es nuestra primera Navidad contigo.

     En esta ocasión tú canción de cumplemes no es una nana. En esta ocasión tenía que ser un villancico, un precioso villancico de nuestros amigos del Coro Yerbabuena, un puñado de buena gente que conocimos mamá y yo en una Navidad cordobesa a la que el mal tiempo y los aviones le robaron la Nochebuena. Fue especial aquella noche de villancicos y patios, tanto, que unos meses después organizamos un trueque con Yerbabuena: yo les grababa unos vídeos y ellos cantaban en nuestra boda. Aquellas noches de grabación no pueden considerarse trabajo, y el último día consiguieron arrancarnos alguna lágrima. Tenerlos en nuestra boda fue emocionante. Esta Navidad te los presentaremos y les verás cantar en una nueva noche de villancicos y patios.



                               



     No puedo dejar de escribirte que ayer murió Nelson Mandela. Dentro de unos años te contaré quién fue este hombre que acaba de morir cuando tú estas empezando a gatear.  Entre otras muchas cosas te diré que fue un ejemplo y una inspiración, que fue alguien que dignifica la palabra humano. Tiempo tendremos, querido Matías, para hablar de Mandela y de otros que también murieron dejando su ejemplo para construir un mundo mejor,  otro mundo posible.


   

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