El pasado sábado hubo jornada de puertas abiertas en la Frilund Gård de Bjørkelangen. La granja Frilund en una de las más antiguas del pueblo y una pionera en el desarrollo y puesta en práctica del concepto: agricultura ecológica.
La mañana empezó con un toquecito de pelota desafortunado que acabó con el único plato "Elle"de nuestra modesta colección de cerámicas. Lo del plato roto (el segundo que rompo en mi vida, pero esta vez de forma involuntaria) siendo ya bastante malo, no fue lo peor. Lo peor fue el susto que se llevó mamá, imaginando, querido Matías que el plato aterrizaba en tu cabecita. Por suerte fue sólo imaginación de mamá. Que el plato se rompió, se rompió. Que la culpa fue de la pelota, fue de la pelota. Que fui yo el que le di a la pelota, fui yo. Pero el plato aterrizó y se rompió bastante lejos de tu cabecita. La lección de Barrio Sésamo de hoy es bastante clara: NO SE JUEGA A LA PELOTA EN CASA. Yo me la he aprendido de inmediato. Ya veremos qué opinas tú cuando empieces a cogerle afición al balón. Por suerte tenemos un jardín enorme donde no hay platos que romper.
Para compensar nos acercamos a la tienda de antigüedades de Løken. Encontrar otro "Elle" hubiera sido casi un milagro. No había "Elle". Lógico. Pero, como premio de consolación, compramos un par de platos alemanes, un jarrón alemán y un par de copas Kosta Boda de color verde claro. Cuando ya estábamos saliendo, mamá encontró un complemento perfecto para tu cocinita. También lo compramos. Obvio.
Serían más o menos las doce y media cuando llegamos a la granja. Este año han habilitado un parking en un campo cercano a la entrada y una barra con café y tartas, y sillas mesas y sillones de todos los tipos y colores posibles. Como, después de pasar por el Gjenbruk de Løken, no nos queda mucho dinero en metálico y aquí no se puede pagar con tarjeta; pasamos del café y vamos directamente a mirar los productos ecológicos que se ofrecen en una tienda improvisada.
Que conste que antes de entrar yo le sugerí a mamá que, visto el gasto en platos, jarrones, objetos indefinidos de cristal y el complemento para tu cocinita, no sería mala idea pasar por un cajero. Al parecer mamá tenía bastante claro que con las ciento y pico coronas que nos habían sobrado tendríamos suficiente para unos tomates y alguna cosilla más. Creo que, nada más llegar al puesto, mamá empezó a arrepentirse de no haber aceptado mi sugerencia. Es probable que su arrepentimiento no estuviese a la altura del mío por haber dado unos toquecitos de balón dentro de casa. Pero que estaba arrepentida de no haber sacado un poco más de dinero, estaba. Porque, claro, entre los tomates, la remolacha, la calabaza, las cebollas, el pan ecológico, el saft ecológico que tanto te gustó a ti, querido Matías, y alguna que otra cosa más; estaba clarísimo que el billete de 100 kr y las pocas monedas que nos quedaban no alcanzaban. Que conste que mamá hizo todos los equilibrios posibles antes de rendirse.
Después de pasearte por toda la granja, enseñarte los tomates colgando de sus matas, los terneros asomando su hocico y reclamando un poco de hierba y unas cuantas gallinas; mamá se sentó en un sofá muy antiguo pero muy cómodo y yo me fui al cajero a buscar más dinero. Cuando regresé tú, querido Matías ya estabas dormido. Mamá compró un café, un saft y un par de trozos de tarta. Todo ecológico. Tú dormías y nosotros nos sentamos en el viejo y cómodo sofá. Gabi se acercó a hablar con nosotros. También se acercó un vecino. A mitad de conversación empezó una conferencia sobre las razones del hambre en el mundo, creo. Seguro que era muy interesante, o no, con las conferencias nunca se sabe. Aunque voy mejorando, de noruego, todavía entiendo poco. Tú estabas a punto de despertar. Mamá y yo nos miramos y empezamos a despedirnos de aquel viejo y cómodo sofá.
Tu hermano Kevin no quiso acompañarnos. Anda picado con una de las propietarias de la granja que hace un par de años le prometió unas semillas y que todavía no ha cumplido su promesa. Nosotros sí volveremos el año que viene y si puede ser también iremos al concierto que se celebra en el granero por la noche. Prometido.
Mientras tomábamos café y cake en aquel viejo y cómodo sofá, recibimos un mensaje de nuestros amigos portugueses Vitor y Lina. Tenían algo para ti. Quedamos con ellos por la tarde y tomamos más café y más cake. A ti te trajeron un cochecito que te hizo muy feliz. Sólo hay que verte la cara y a mamá un bonito plato de Portugal. Quién nos iba a decir que, después de como empezó la mañana, íbamos a terminar el día con más platos de los que teníamos. No es antiguo y no es un "Elle", pero es bonito y también está pintado a mano. Un plato por otro plato.
Aprovecho este capítulo para dejar aquí un vídeo, que forma parte de un proyecto sobre agricultura y comida ecológica que estoy haciendo para nuestra Kommune, Aurskog Høland; y que trata de las granjas que están cultivando de manera ecológica. Como estoy segurísimo de que los familiares y amigos íntimos que leen estos capítulos no hablan, ni falta que les hace, noruego; la idea del vídeo es que hay que volver a las formas tradicionales de cultivar la tierra y apostar por los productos locales.
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