lunes, 15 de septiembre de 2014

Alabama Monroe



     Matías crece y aprende cosas nuevas a diario. Mis mañanas con él tienen casi todos los minutos a su nombre. Matías despierta temprano, con tiempo para comer y decirle adiós a mamá antes de que ella salga para el trabajo. De ocho y media a diez, Matías recorre el salón varias veces, va a la cocina otras cuántas, intenta subir la escalera o acercarse a mi ordenador otras tantas y, cuando empieza a cansarse desordena y tira por el suelo todos los dvds a su alcance. A partir de las diez empieza a cansarse, es hora de cambiar pañal, si una urgencia no ha obligado a cambiarlo antes. y de empezar a preparar un biberón. Cuando ya lo tengo listo, me siento en el sofá y pongo una película. Matías suele tomar el biberón de la misma forma intermitente en que yo me estoy acostumbrando a ver las películas. Matías pasa más o menos una hora tomando un poco de leche, jugando a mis pies con los dvds o con algunos de sus juguetes. volviendo a reclamar leche, volviendo a jugar y volviendo a reclamar leche. Si no decide volver a pasear por el salón quizá me alcanza para ver la mitad de una película antes de que iniciemos la rutina del sueño. Matías, cuando mamá no está en casa, sólo se queda dormido si lo pongo en el carro, usando la artimaña del palito salado, y lo paseo en un circuito casero que recorre el salón, la cocina y mi pasillo-oficina. Con un poco de suerte en dos o tres días puedo terminar de ver una película.
     Hace unos días empezamos a ver Albama Monroe. No puedo decir que yo la elegí. Le tocaba, por puro orden alfabético. No sabía nada de la película que se escondía tras un título que, por suerte, a ningún iluminado le dio por cambiar para su estreno en España. De principio a fin la película fue una sorpresa. El regalo perfecto para una mañana, de lunes creo recordar, en compañía de mi pequeño.
   






     Hoy Matías no se ha dormido, la música le encantó tanto como a mí la película. Capaz que un día celebramos un cumplemés con un tema de Bill Monroe. Si alguien, zapeando, llegase a alguna secuencia de esta película sin saber nada de ella de antemano y viéndola doblada, tendría muchas posibilidades de creer estar viendo una película norteamericana con actores poco conocidos, una película "indie", tal vez. Pensaría, quizá, nuestro perdido telespectador que la película transcurre en Alabama. Yo mismo,  que vi la película sin saber nada de ella y en versión doblada, pensé algo así en sus primeros minutos. La película, en realidad, es Belga y transcurre en Bélgica.
     Allí, un amor a primera vista se convierte en un amor para toda la vida. Una "extraña pareja" perfectamente unida y compenetrada en un tiempo feliz; una pareja rota, con dos maneras diferentes de buscar respuestas a la tragedia. Ella, creyente, buscando señales del Paraíso. Él, ateo, maldiciendo al Dios injusto y cruel en el que no cree, maldiciendo sobre todo a los poderosos que por activa o por pasiva son culpables directos o indirectos de tantas, tantísimas injusticias. Los dos con sus argumentos, los dos con sus verdades. A mí, del lado de ella, pero entendiendo el pensamiento de él, me duele ver rota a esta perfecta extraña pareja.
     El final es el triste final más feliz que recuerdo, aunque también puede ser el "happy end" más triste que soy capaz de recordar. Película imprescindible.


                                 

     Si alguno de los familiares o amigos íntimos que lean este capítulo ha visto la película, por favor, que no dude en comentar sus impresiones. Y, los que no la han visto, a qué están esperando.

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