Querido Matías: hoy cumples 13 meses. Para no liarnos con tanto número a partir de hoy lo escribiré así: 1.1. El primer número son los años y el segundo los meses que tienes. En este primer mes después de tu primer cumpleaños hemos regresado a casa, y casa, ya sabes que ahora y por mucho tiempo será Bjørkelangen. Eso sí, te has traído en la piel casi todo el Sol de Andalucía.
En este mes has empezado a dar tus primeros cuatro pasos solito. Lo de cuatro pasos es literal, ese es el número exacto de pasos que has dado. El lugar que elegiste para ésta, tu primera gran hazaña, fue la farmacia de mamá. Desde los brazos de mamá hasta los míos, que te esperaban, diste tus primeros cuatro pasos solito. De nuestras manos, las de mamá, las de Erik, las de Kevin y las mías, has caminado por la arena de la playa, por el césped del jardín, por las calles de Córdoba y por nuestro suelo de madera de pino; antes de dar estos primeros cuatro pasos en solitario por las losas de la farmacia de mamá.
Además de cuatro pasos, ya tienes cuatro dientes: los dos de abajo que ya conocíamos y dos nuevos arriba.
Mamá ha vuelto al trabajo en la farmacia y yo tengo todavía tres meses de medio permiso de paternidad. Estos días mamá intenta que te vayas a dormir un poco antes. Estamos intentando que tengas algunas rutinas. (Cuando seas adulto, algún día te confesaré que eso de la rutina suele ser algo negativo, pero ahora que eres un bebé de un año y un mes, parece que lo de las rutinas es algo necesario).
Mamá se va al trabajo y yo espero en la cama hasta que tú te despiertas. Como yo suelo despertar bastante temprano, a veces, mientras miro cómo duermes tú, me vuelvo a quedar dormido. En esas ocasiones eres tú quién me despierta a mí, dándome un golpecito o diciéndome "hei". Aunque hemos trasladado la cuna que hasta ahora no has usado a nuestro dormitorio, sigues durmiendo con nosotros. Cuando despiertas te gusta intentar coger todo lo que yo tengo en la mesita de noche y encaramarte al cabezal de la cama. Después de jugar un rato en la cama, bajamos a la cocina y tú pides miguitas del pan con mantequilla que yo como. Jugamos un rato en la alfombra, te cambio el pañal y te doy un biberón de leche. Cada vez tengo que luchar más contigo para ponerte en tu carrito, sólo consigo que te quedes tranquilo abriendo la puerta para que estés seguro de que vamos a salir a pasear. Hay días, los que has madrugado un poco, que te quedas dormido de inmediato. Entonces doy media vuelta y te dejo dormir a mi lado mientras yo escribo o trabajo un poco en algún vídeo. Pero la mayoría de los días el paseo dura hasta la farmacia. Mientras duermes, yo tomo un café y leo un rato. Cuando despiertas mamá hace una pausa en su trabajo y te da de comer. Cuando has terminado le damos ciento y una vueltas a nuestro diminuto centro comercial. Cada día que pasa te gusta más llamar la atención de la gente que pasa a nuestro lado. Ya conoces perfectamente a Liv Toril que trabaja en el Vinmonopolet y tiene un perro que se llama Tommy. Antes de volver a casa, otra de de las cosas que te encanta es que te suba en el carrito de la compra y que nos paseemos por el REMA.
En casa tenemos que esperar un par de horas hasta que mamá llega. Si están los hermanos te cuidan ellos y así yo puedo trabajar un rato en el ordenador o en el jardín. Si estamos solos, jugamos, cantamos, bailamos... La foto de abajo es de hoy mismo. Has pasado un buen rato tocando el xilófono como si fuese una batería. Te pones muy contento cuando ves llegar a mamá. En ese momento te relajas y sueles quedarte dormido mientras comes.
Este mes 1.1 es el primero en el que tengo que comentarte un par de cositas que a mamá y a mí no nos gustan. Te encanta morder. Bien porque estás muy feliz, bien porque estás enfadado, te encanta tirarte contra nuestras rodillas, nuestros muslos o nuestra cara y darnos un bocadito que cada día es más doloroso. De vez en cuando ya tenemos que empezar a ponernos serios y decirte que eso NO se hace. Y no te gusta nada, pero nada, nada, que te llamemos la atención. En estos últimos días, justo cuando pensábamos que ya habías perdido el interés por acercarte a la tele, te ha dado no sólo por acercarte sino por aporrearla con cualquier cosa que tengas a mano. Esta misma tarde estábamos viendo la película Carolina se enamora y, después de levantarnos del sofá un montón de veces para retirarte de la tele; hemos tenido que poner pausa o apagarla cada vez que le has dado un golpecito. Al final parece que has entendido que si le das se para o se rompe y has dejado de hacerlo.
Querido Matías: como cada vez que cumples un nuevo mes, además de contarte un poco lo que has ido haciendo y descubriendo, te regalo una canción. Para este mes tenía preparada una canción especial, una canción de Ismael Serrano que se llama Nana para un niño indígena. Desde antes de que nacieras ya soñaba con poder cantarte esa nana algún día.
Pero las cosas que están pasando en una parte del mundo han hecho que cambie la canción que quiero regalarte este mes. La canción que te regalo se llama Luces errantes y también es de Ismael Serrano. Muchos días, antes de lo que ahora está pasando, he llorado, solo en el coche, escuchándola. Algunas noches, antes de quedarme dormido, me gustaba imaginar un escenario inmenso en el que un niño palestino empieza a cantar bajo una luz que lo arranca de la oscuridad. El niño camina, recorre todo el escenario mientras canta su estrofa. Al otro lado, a oscuras, lo espera Ismael Serrano quien, al empezar a cantar coge a nuestro pequeño niño palestino de la mano. El escenario poco a poco se va iluminando. Al final, un coro de niños palestinos felices, sonrientes, alborotados y alborotadores, plenos, como deben estar siempre los niños, aparece por la parte trasera del escenario y lo llena todo con sus voces y sus sonrisas. Me encantaba quedarme dormido imaginando esas sonrisas, escuchando sus voces en sueños.
La canción es preciosa, terriblemente preciosa, pero yo la tenía guardada para más adelante. Hoy la he puesto mientras empezaba a escribirte este capítulo y has escapado del salón. Te has acercado a mi escritorio, gateando a toda velocidad, y te has encaramado a mis rodillas. Mamá, que venía detrás tuya, me dice que has escuchado cantar a unos niños y has salido corriendo. Qué universal, que simple, que maravilloso es el lenguaje de los niños.
Querido Matías, tú no sabes nada de política y yo cada día sé menos. Lo que está pasando en un rincón del mundo que, por haber nacido allí Jesucristo, debería ser un lugar sagrado, es que cada día están muriendo niños palestinos; niños a los que yo imaginé subidos a un escenario haciendo de este mundo un lugar mejor. Cada día mueren niños palestinos porque un gobierno poderoso ha decidido lanzar sus bombas contra escuelas, hospitales y casas. Cada día mueren niños palestinos porque hay muchos gobiernos que piensas que todas las vidas no tienen el mismo valor. Estos, mi querido Matías, son hechos incuestionables. Están muriendo niños, un gobierno, unos soldados los están matando y el resto del mundo no se decide a hacer nada.
Ojalá, querido Matías, que cuando seas mayor vivas en un mundo en paz, pero hasta que esa paz llegue ojalá que canciones como ésta te llenen los ojos de lágrimas, ojalá que el sufrimiento ajeno no te sea indiferente, ojalá que huyas de los que juegan a ser políticos sólo para lucrarse, ojalá que seas capaz de pedir, de exigir que paren de una vez, que paren , que PAREN, que no maten más niños, que no siembren más odio, que no hieran de muerte y desesperanza a tantos padres. Cada luz que apagan, cada sonrisa que borran es un crimen contra toda la humanidad.
Esta noche, antes de quedarme dormido, no imaginaré un escenario inmenso, pensaré en una escuela o un hospital o una casa palestina que se salva de las bombas, imaginaré que todas las voces poderosas de buena voluntad piden de una vez que PAREN.
Esta es la traducción de lo que cantan estos niños palestinos que yo imaginé subidos a un inmenso escenario junto a Ismael Serrano.
Voló una cometa.
Voló alto como una paloma.
Voló una cometa.
Voló alto como una paloma.
Soñamos con vivir seguros
y con que caiga este muro opresivo.
Soñamos con la paz.
La luz del futuro nos hará olvidar
las sombras del pasado.
Míranos, soñamos, respiramos
a pesar de todo nuestro agotamiento.
Seremos refugiados hasta que
un día volvamos (a nuestra tierra).
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Se ha adornado todo nuestro cielo
con nuestras esperanzas y nuestros sueños.
Voló una cometa.
Voló alto como una paloma.
Soñamos con vivir seguros
y con que caiga este muro opresivo.
Soñamos con la paz
en nuestra tierra.
...................................................................
Qué bello se ha adornado
nuestro cielo
con nuestras esperanzas
y todos nuestros sueños.
Mirad cómo ha volado
esta cometa!
Ha volado lejos, como
una paloma
Cada día soñamos.
Soñamos con vivir seguros.
Siempre soñaremos
con la paz
en nuestra tierra.
Tú, querido Matías, estuviste, unos meses antes de nacer, en un concierto de Ismael Serrano en el Gran Teatro de Córdoba. El concierto fue largo, casi tres horas, pero Ismael no cantó Luces errantes. Estaba incluida en su último trabajo pero no la cantó. Sin las voces, sin las sonrisas de los niños palestinos junto a él, no tenía sentido cantarla.
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