Un buen amigo chileno, que me saca un par de años de experiencia en esto de ser padre y con el que coincido en muchos pensamientos, me recomendó leer los libros de Carlos González, un pediatra del que hasta ese momento lo desconocía todo. Semanas más tarde, sentados al pie de un busto de Don Bosco en el patio de Antiguos Alumnos Salesianos, mientras comíamos un arroz, volvió a salir a relucir el nombre de este pediatra. Una amiga de mi hermano, madre de dos hijos, coincidía plenamente con Nathaly sobre la importancia de dar el pecho a tu bebé y también nos recomendó leer los libros de Carlos González.
Una mañana, mientras Nathaly estaba en la peluquería, Matías y yo pasamos por la librería Luque para preguntar por, el tan famoso como desconocido para mí, Carlos González. Sólo tenían dos libros: "Mi niño no me come" y "Un regalo para toda la vida"; como de momento no tenemos el problema de que Matías no nos coma, me quedé con el segundo libro y, en el poco tiempo libre que me dejan unas vacaciones en Andalucía, lo empecé a leer.
Aunque Nathaly y yo no precisábamos de nadie que nos convenciera de las bondades de la leche materna, reconozco que leer el libro me ha sido de gran ayuda y que si lo hubiésemos tenido antes, probablemente no hubiésemos cometido algunos pequeños errores, quizá nos hubiésemos evitado algún dolor innecesario y, tal vez, yo no hubiese tenido algunas dudas que, afortunadamente, Nathaly se encargó de sacudir rápidamente.
La lactancia materna es la forma natural y, por tanto, la mejor de las formas de alimentar a un bebé, de hecho, la lactancia es mucho más que eso, Carlos González la define como "un regalo, aunque sea difícil saber quién da y quién recibe".
A pesar de ser la forma natural con la que nuestros antepasados han criado a sus hijos y con la que se siguen criando en la mayoría del planeta, la realidad es que en nuestro mundo "moderno y civilizado" durante el último siglo muchísimas madres han perdido los referentes, han sido horriblemente aconsejadas, guiadas, inducidas y cautivadas por las supuestas bonanzas del biberón y la leche de fórmula -nombre que parece sonar muy bien a algunos oídos, pero que no es más que leche de vaca adaptada para el consumo de un bebé-. Así ha sido frecuente en los últimos años ver cómo al más mínimo problema y con la excusa más peregrina las madres tiraban la toalla y se encomendaban a la "bendita" tetina de látex para alimentar a sus bebés.
Al parecer esta "moderna" tendencia ya ha empezado a remitir y cada día son más las madres que no tienen ninguna duda acerca de qué es lo mejor que pueden dar a su bebé.
Matías, recién nacido, no tenía una buena técnica y el principio de la lactancia resultó tan doloroso que, reconozco, más de una vez tuve dudas y estuve a punto de comprar una lata de leche en polvo. Con la ayuda de alguna matrona y mucha, mucha paciencia y una férrea voluntad a pesar del sufrimiento, Nathaly fue encontrando la mejor manera de colocar a Matías y él fue adquiriendo la técnica precisa. A los pocos días desapareció el dolor. Si hubiese leído el libro de Carlos González antes de nacer Matías, estoy convencido de que habríamos sabido cómo colocarlo mejor y le hubiésemos evitado durante las primeras semanas el uso de un chupete, que ahora detesta, y algún que otro biberón de agüita con anís.
Ni soy integrista, ni creo en gurús, ni soy fácil de convencer, mucho menos soy de opinión variable. Antes de leer "Un regalo para toda la vida", Matías ya tomaba el pecho perfectamente y su curva de crecimiento era óptima. Sí que soy agradecido y por eso no sólo doy las gracias a las dos personas que nos hablaron de este pediatra maño, como el comadrón que ayudó a nacer a Matías, sino que también me gustaría dar continuidad al regalo que me hicieron y aprovechar -ahora que parece que tengo algunos primos y primas que van tener hijos o que se lo están pensando y que mi querida hermana está a punto de hacerme tío de una niña- para aconsejarles que lean este libro y que después decidan por sí mismos. Sólo puedo agradecer la coherencia, la pasión y sinceridad con la que el doctor Carlos González habla para todos, padres y madres, primerizos y veteranos, de algunas cosas que casi habíamos olvidado y de algunas mentiras que a saber porqué nos contaron.
Matías está a horas de cumplir tres meses y mama cuando y donde quiere. En este tiempo ha mamado felizmente en casa, en el jardín, en un cine de verano, en la catedral de Oslo, en el Patio de los Naranjos de Córdoba, en mitad de un Via Crucis Magno, en el Rocío, en Nerja, en montones de cafés y tabernas, en un teatro de pueblo, en más de una reunión de trabajo y también, hoy, en una reunión de banco. Matías pesa un poco más de siete kilos y durante muchos meses más seguiremos dándole el mejor regalo, un regalo de estos primeros años para toda su vida.
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