Tener un programa en fase de grabación o edición en el mes de diciembre era en Media Pro condición obligatoria para ser invitado a la gran fiesta de Navidad que la productora organizaba cada año en algún local "chic" de Barcelona como, por ejemplo, el Hard Rock Café de Plaza Catalunya. Con programa asegurado durante varios años, las fiestas de Navidad de empresa llegaron a aburrirme. Recuerdo vivir las dos primeras con la expectación lógica de la novedad. También recuerdo que el año que terminamos uno de los programas estrellas de la productora, El Meu Avi para TV3, en noviembre, no viví como una gran tragedia griega el "poco elegante" gesto por parte de Media Pro de no invitarnos a la fiesta. La medida, puede que injusta, al menos no era arbitraria y los requisitos para recibir invitación estaban claros: tener contrato en vigor, aunque fuese de becario, en el mes de diciembre.
De tener un contrato como coordinador y director de programas de televisión en Barcelona pasé voluntaria y gustosamente, a tener un contrato de limpiador de farmacia en Bjørkelangen. Gracias a este contrato pude descubrir la tradicional, esperadísima y muchas veces excesiva Julebord noruega. El primer año la Julebord de Boots apotek Bjørkelangen se celebró en Lillestrøm y consintió en un show de humor y una cena tipo buffet en la que no podían faltar los platos tradicionales (que en algún momento serán objeto de capítulo aparte en este cuaderno virtual) de la Navidad noruega. Una de las grandes atracciones de aquella, mi primera Julebord como trabajador del ramo de la limpieza, al parecer era ver mi reacción con el famoso acquavit noruego. Yo no soy muy de licores, pero tengo buen estómago para tolerar el alcohol y después de tres copas mi jefe arrojó la toalla y el parece ser que el español pasó la prueba.
Un año más tarde la Julebord se celebró en un gran hotel cerca del aeropuerto. Más buffet de platos tradicionales, más acquavit (esta vez sin el jefe) y la actuación musical de un famoso grupo noruego que tiene un súper hit que habla del culo. Terminado el concierto y con el estómago pesadísimo, lleno de grasa de cerdo, tuve la dramática idea de beber dos buenos vasos de agua fría. Aquel intento de remedio contra los excesos de la cena se convirtió en un casi intento de suicidio. Terrible dolor de estómago que por suerte desapareció por completo a la mañana siguiente.
Poco tiempo después de aquella segunda Julebord, la crisis también llegó a Noruega y mi contrato indefinido de 20 horas semanales pasó a ser un contrato de obra de 6 horas semanales. Con el cambio de contrato perdí el derecho a "paro", a baja laboral remunerada y también a ser invitado a las próximas cenas de Navidad.
Consecuencia de la inestabilidad laboral recién descubierta en Noruega, con la ayuda de Nathaly; hicimos creer en volumen de trabajo la diminuta productora audiovisual, llamada Albatross Films, que juntos conducimos. Aunque todavía no puedo permitirme renunciar a mis seis horas semanales de contrato de obra en el ramo de la limpieza, los resultados económicos de Albatross Films son, a pocas semanas para cerrar el año, lo suficientemente satisfactorios para que este año, nuestra diminuta empresa haya podido organizar una Julebord familiar en Rønskog Spa & Resort.
Quedamos tan satisfechos de la jornada de baño en pleno invierno noruego, del buffet tradional (este año sin excesos y sin acquavit), de la visita del "Jule nisse" (en el folklore escandinavo, el encargado de traer los regalos de Navidad) y del paseo nocturno por los alrededores del hotel en carro de caballos; que Nathaly, nueva jefa de la farmacia, decidió copiarme y celebrar a la semana siguiente una nueva Julebord familiar en la que los pocos trabajadores que ahora forman su plantilla pudiese venir acompañado de su familia.
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