domingo, 12 de octubre de 2014

La vida inesperada


     Noche de viernes, noche de buen cine español. El pasado viernes, justo antes de ir a vacunarte, querido Matías, tuvimos una reunión en el banco para terminar de firmar los papeles de la hipoteca. Allí nos proponen asegurar la hipoteca para el hipotético caso de que mamá o yo muriésemos de manera inesperada. Cosa, querido Matías, que ni mamá ni yo tenemos prevista, por lo menos hasta que tú cumplas los 40. Mamá es partidaria de comprar el seguro, yo no. Mamá es más previsora, yo hay cosas que no quiero prever. En el camino de Aurskog a casa le doy una "cátedra" a mamá sobre lo imprevisible de la vida, sobre la imposibilidad de asegurarlo todo, sobre lo ficticio de creerse a salvo de todo. Sé que nada de lo que le cuento es nuevo para mamá, igual yo necesito verbalizarlo, tú vas dormido en el asiento de atrás, ajeno a nuestros miedos, los confesados y los ocultos.
     Esperamos tanto de la vida y la vida, como esta película, es inesperada. Mamá y yo lo sabemos. Inesperada en lo malo y en lo bueno. Yo no esperaba que una mañana le dijera adiós a mi padre, tu abuelo Joaquín, desde la cama, viéndole en penumbra, casi borroso; y que aquella fuese la última visión que tuviera de él. Tampoco esperaba que un día apareciese mamá, llegando desde tan lejos, y le diera sentido a todo. En los años que nos quedan, la vida, querido Matías, seguirá siendo inesperada. Y lo seguirá siendo en lo malo y en lo bueno, y casi nada podremos hacer por evitar lo uno y lo otro. Me conformaría con saber que lo inesperado nos pille juntos, que juntos lloremos alguna derrota y que juntos celebremos algún que otro éxito.





    Hoy, domingo, terminamos de ver los minutos finales de la película. El viernes, querido Matías ya no dabas más y hubo que aplazar hasta hoy el final. Esta oportunidad que ofreces, de dejar en suspenso la historia y poder imaginar posibles finales para los personajes es algo que me gusta. Terminada esta película inesperada que empezó la noche de un viernes y terminó un domingo, busco información sobre su director porque no recuerdo si he visto algo suyo antes. En sensacine.com compruebo que sí, que Jorge Torregrossa tiene una película anterior y que sí que la he visto. Su primera película se llama Fin y recuerdo que no me gustó. Busco en fotogramas la crítica de La vida inesperada y me encuentro con un comentario frío y nada entusiasta.

     A pesar de que no me gustase Fin, su primera película, a pesar de la fría crítica que señala que:

 "Con sus claroscuros, el film se aguanta como una convincente comedia generacional, en la que la lucha por la supervivencia vuelve a poner el dedo en la llaga sobre tantos españoles que viven fuera... aunque con Internet, skype y todos los avances que se nos antojen". 

     A pesar de esto, a mí esta segunda película de Jorge Torregrossa sí que me gusta, y me gusta mucho, tanto que, querido Matías, te la señalo como imprescindible. Quizá porque hay secuencias que me recuerdan a Woody Allen, a Almodóvar, a Hal Hartley, a Campanella; directores enormes a los que supongo Jorge Torregrossa también admira y a los que rinde homenaje sin caer en el plagio. Quizá porque Javier Cámara y Raúl Arévalo están enormes y lo bordan. Quizá porque conocí a Carmen Ruiz en un capítulo de Campeonísimos y me cayó muy bien.  Quizá porque el guión lo firma Elvira Lindo, y a mí me gusta mucho como escribe Elvira Lindo (de hecho cuando termine de leer Vida y sacrificio de Lluis Companys y antes de empezar a leer Victus, le haré un hueco al Mejor Manolo que tengo pendiente desde el verano). Quizá porque aunque Bjørkelangen no pueda parecerse menos a Nueva York y aunque no hable con tu abuela Matilde por Skype, yo también soy un emigrante que lucha por sobrevivir muy lejos de su tierra. Quizá, seguro que porque yo soy ese público del que habla el personaje de Raúl Arévalo en un plano homenaje a la maravillosa Mahattan del viejo Woody Allen, yo soy ese público que todo actor necesita, un público atento, que se mete en la historia, que pienso que todas las historias hablan de mí. Soy, querido Matías, un público y un eco agradecido, ojalá que tú también lo seas.



                                



     Si algún familiar o amigo íntimo que lea este capítulo ha visto La vida inesperada y tiene alguna opinión al respecto, estaría bien que la comentara y que no la callase para siempre.


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