miércoles, 8 de octubre de 2014

Fjøset



     A mamá y a mí, querido Matías, nos gusta mucho salir a comer o cenar a un restaurante. Yo, de un tiempo a esta parte, también soy fan de los programas de televisión sobre cocina como, por ejemplo: Masterchef, Top chef o Pesadilla en la cocina. Lo de aficionarme a comer fuera de casa fue algo que, como muchas otras cosas, me llegó con el trabajo. Cada día de rodaje casi siempre suponía conocer un nuevo restaurante. Y los conocí de casi todos los tipos: de menú y comida "asolana" (la mayoría), asiáticos, italianos, mexicanos, de pueblo, algún vegetariano y alguno de lujo (propiciado por un descuido o por algún entrevistado sibarita). De pequeños, en casa, no éramos mucho de comer, lo que se dice comer, fuera. De noches de tapas en verano o en los bares del pueblo, sí que éramos. Tu abuelo Joaquín, era el mejor cocinero que pudiéramos imaginar. Cuánto lo he echado de menos cada vez que, viviendo ya en Barcelona, imaginaba cuánto hubiese disfrutado en alguno de los restaurantes en los que yo estaba comiendo, o pensando qué habría pensado él, por ejemplo, del sushi. 

     A mamá y a mí, querido Matías, nos gusta conocer nuevos restaurantes y también volver a visitar algunos que fueron importantes para nosotros, algunos que ya se han convertido en clásicos de nuestra pequeña historia.  

     Ayer, 7 de octubre, fue nuestro aniversario de boda. Mamá y yo acabamos de cumplir y celebrar tres años de feliz matrimonio. En Noruega no es habitual salir a comer si no hay una celebración pendiente. Tampoco nos podríamos permitir otra cosa. Los precios aquí no tienen nada que ver con los de España. 
Hace unos días le pedí a mamá que eligiese cualquier restaurante en Lillestrøm. Pensé que dudaría entre el Sakura y Chi. Me equivoqué. Mamá no necesitó pensarlo ni dos segundos antes de responder que quería ir al Fjøset, en la rotonda de Aurskog, muy cerca de tu guardería. Al principio me sorprendió la elección de mamá pero, pensándolo bien, es una muy buena elección. 

     El Fjøset es, de los pocos restaurantes cercanos, el mejor. Esta situado en un campo de golf y ocupa el espacio de un antiguo establo.  Meses antes de aterrizar, para quedarme, en Noruega; mamá y yo ya hacíamos planes de venir a comer a este restaurante. Recién llegado, fuimos un día a cenar, después hemos repetido varias veces acompañados de tus hermanos, de tus abuelas y también de tu tito-padrino. Para ti hoy ha sido la primera vez. Hemos llegado con las últimas luces del día, con amenaza de lluvia, con frío y viento. Tú, querido Matías, has llegado dormido, y dormido has estado buena parte de la comida. Mamá estaba a punto de terminar con su plato cuando has despertado. 

     Lo normal, al menos lo que nosotros solemos comer aquí, es carne de ternera. Hoy mamá no quiso pedir un primero y directamente nos hemos pedido dos platos de la mejor carne, acompañados por unas verduras salteadas y dos tipos de salsa: una cremosa y suave y la otra a la pimienta y bastante picante. Sinceramente, la carne estaba deliciosa, las verduras han estado mejor en otras ocasiones y lo de la abundancia de salsa en el plato es algo que no entiendo. Para acompañar también teníamos una bandeja de patatas gratinadas. Ese ha sido tu descubrimiento de hoy, te han encantado. Y, para terminar, de postre tarta de oreo con helado de vainilla. Una buena cena con mucho que recordar y mucho por celebrar. 



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