Este año toca Semana Santa fuera de casa, este año echaremos de menos el olor a incienso y azahar que recorre las calles de Córdoba, echaremos en falta la bulla, las pipas, la espera, el leve dolor de pies al volver a casa de madrugá, echaremos en falta tambores y trompetas, la saeta de Machado y Serrat, y la voz del capataz.
Esta Navidad tuve la ocurrencia de comprar incienso en Sevilla. El plan consistía en guardarlo hasta el Domingo de Ramos y, llegado ese día grande, enorme en mi tierra; encender fuego bien temprano y, cuando sólo quedasen ascuas, tirarle un buen puñado encima. La idea era que toda mi calle, en este Bjørkelangen tan lejano de San Lorenzo, oliera a salida de La Borriquita. Tengo que reconocer que, a pesar de levantarme a las seis de la mañana y ejecutar el plan según lo imaginado en las calles de Sevilla, el resultado fue un tremendo fracaso. Salí a la calle y, como cada mañana, sólo olía a Bjørkelangen.
Jesús y María se pasean estos días por las calles de toda Andalucía, echaremos de menos todo lo que los rodea, sobre todo, la buena gente que improvisa una conversación mientras acompaña la espera. A Jesús y María, sea cual sea el rostro que les puso el imaginero para fervor de un barrio o un pueblo, no les echamos de menos porque también habitan en este Bjørkelangen tan lejano de San Lorenzo. Por eso, quizá sea este un buen momento para hablarte de tu bautizo.
Empezaré respondiendo por adelantado a tres preguntas que quizá algún día quieras hacernos.
1.- Por qué.
Esta es la primera, la más importante y la más fácil de contestar porque, aquí, mamá y yo estamos totalmente de acuerdo. Mamá y yo somos creyentes, tenemos fe y queremos contarte desde pequeñito la historia del hombre más grande que pisó la tierra para decirnos que todos somos hermanos porque todos somos hijos de Dios, y que como tales deberíamos amarnos.
Mamá y yo creemos en Jesús y en su palabra, pero también creemos que el Dios padre que Él nos anunció es el mismo en el creen todos los seres humanos que tienen fe. Creemos que el mensaje de Jesús es válido en cualquier rincón del mundo. Mamá y yo respetamos todas las formas de creer en Dios y sabemos que ningún grupo, orden o pensamiento religioso tiene la verdad absoluta. Mamá y yo respetamos de igual manera a las personas que no creen. Pero mamá y yo sí creemos, y queremos enseñarte desde pequeñito a hablar con Jesús en los buenos y los malos momentos. Así nos lo enseñaron a nosotros, esta es la tradición del lugar del mundo en el que nos tocó nacer y podemos asegurarte que, en los buenos y en los malos momentos, Jesús y María siempre estuvieron para compartir la alegría o para consolar en la pena.
Por todo esto, siendo plenamente conscientes de que tomamos por ti una importantísima decisión, hemos decidido bautizarte como cristiano
Esta Navidad tuve la ocurrencia de comprar incienso en Sevilla. El plan consistía en guardarlo hasta el Domingo de Ramos y, llegado ese día grande, enorme en mi tierra; encender fuego bien temprano y, cuando sólo quedasen ascuas, tirarle un buen puñado encima. La idea era que toda mi calle, en este Bjørkelangen tan lejano de San Lorenzo, oliera a salida de La Borriquita. Tengo que reconocer que, a pesar de levantarme a las seis de la mañana y ejecutar el plan según lo imaginado en las calles de Sevilla, el resultado fue un tremendo fracaso. Salí a la calle y, como cada mañana, sólo olía a Bjørkelangen.
Jesús y María se pasean estos días por las calles de toda Andalucía, echaremos de menos todo lo que los rodea, sobre todo, la buena gente que improvisa una conversación mientras acompaña la espera. A Jesús y María, sea cual sea el rostro que les puso el imaginero para fervor de un barrio o un pueblo, no les echamos de menos porque también habitan en este Bjørkelangen tan lejano de San Lorenzo. Por eso, quizá sea este un buen momento para hablarte de tu bautizo.
Empezaré respondiendo por adelantado a tres preguntas que quizá algún día quieras hacernos.
1.- Por qué.
Esta es la primera, la más importante y la más fácil de contestar porque, aquí, mamá y yo estamos totalmente de acuerdo. Mamá y yo somos creyentes, tenemos fe y queremos contarte desde pequeñito la historia del hombre más grande que pisó la tierra para decirnos que todos somos hermanos porque todos somos hijos de Dios, y que como tales deberíamos amarnos.
Mamá y yo creemos en Jesús y en su palabra, pero también creemos que el Dios padre que Él nos anunció es el mismo en el creen todos los seres humanos que tienen fe. Creemos que el mensaje de Jesús es válido en cualquier rincón del mundo. Mamá y yo respetamos todas las formas de creer en Dios y sabemos que ningún grupo, orden o pensamiento religioso tiene la verdad absoluta. Mamá y yo respetamos de igual manera a las personas que no creen. Pero mamá y yo sí creemos, y queremos enseñarte desde pequeñito a hablar con Jesús en los buenos y los malos momentos. Así nos lo enseñaron a nosotros, esta es la tradición del lugar del mundo en el que nos tocó nacer y podemos asegurarte que, en los buenos y en los malos momentos, Jesús y María siempre estuvieron para compartir la alegría o para consolar en la pena.
Por todo esto, siendo plenamente conscientes de que tomamos por ti una importantísima decisión, hemos decidido bautizarte como cristiano
2.- Por qué católico.
Ésta ya es un poco más difícil. Tendría que explicarte que, por distintos intereses, la humanidad que creía en Jesús se fraccionó y que, creyendo todos en Jesús y su palabra, hay cristianos católicos, ortodoxos, protestantes, anglicanos, mormones, testigos, evangelistas... Cuando yo era joven hablé con representantes de casi todos los grupos y lo único que descubrí era que todos aseguraban ser la única fe verdadera. Mi corazón y mi cabeza no pueden estar de acuerdo con alguien que asegura tal cosa. Jesús dijo bien claro que todos somos hermanos, hijos de Dios Padre; y puedo asegurarte que ningún padre le daría a alguno de sus hijos la única verdad absoluta dejando a los demás en la ignorancia.
Yo estudié en colegios católicos, Trinitarios primero y Salesianos después, y fueron precisamente ellos los que me enseñaron a hacerme preguntas, los que me enseñaron a cuestionar. Cuando era un adolescente las preguntas me llevaron a cuestionarlo todo. Descubrí los crímenes de la iglesia católica y las guerras que se habían librado en nombre de Dios. Descubrí también que en muchos casos aquellos que predicaban, con gran soberbia, desde el púlpito, obraban de manera bien distinta al inequívoco mensaje de Jesús. Descubrí una iglesia rica, intolerante, machista y poderosa. Busqué durante un buen tiempo hasta que descubrí en las palabras de otros credos los mismos defectos. Salí huyendo y durante un buen tiempo me mantuve alejado de la iglesia.
Poco a poco fui recordando lo que los humildes curas trinitarios me enseñaron, recordé que la alegría de D. Bosco no tenía nada que ver con la riqueza, la intolerancia, el machismo o el poder, recordé conversaciones con el Padre Emilio, con Eusebio, con Teodoro. Volví. Decidí que tan llena de defectos como las demás, mi casa era aquella iglesia de mi infancia. Hay muchas alfombras que levantar, mucho polvo que sacar, mucho por barrer, hay que pedir perdón por millones de crímenes, hay que erradicar la pobreza, dejar que las personas se amen como quieran, dar a la mujer el mismo papel que a los hombres y encontrar al Dios que nos une y no al que nos separa. Con todos sus defectos, con todos sus pecados, ésta es la religión de mi infancia, la que me enseñó a hablar con Jesús y María, la de algunos amigos sacerdotes que me enseñaron a pensar, a cuestionarme cosas y hacer preguntas.
Por todo esto, y con la esperanza de un nuevo Papa que pide pobreza y humildad a la jerarquía y opinión y ayuda a los fieles; he decidido bautizarte en la iglesia católica.
Digo, he decidido, porque esos son mis motivos, los de mamá, también católica, son otros. Mamá, en realidad hubiera querido bautizarte en la protestante iglesia noruega. La infancia de mamá no fue como la mía. Por algunas de las cosas que le conté, por la ilusión que sabe que me hace y por el amor que me tiene, mamá también decidió bautizarte en la iglesia católica.
Ésta ya es un poco más difícil. Tendría que explicarte que, por distintos intereses, la humanidad que creía en Jesús se fraccionó y que, creyendo todos en Jesús y su palabra, hay cristianos católicos, ortodoxos, protestantes, anglicanos, mormones, testigos, evangelistas... Cuando yo era joven hablé con representantes de casi todos los grupos y lo único que descubrí era que todos aseguraban ser la única fe verdadera. Mi corazón y mi cabeza no pueden estar de acuerdo con alguien que asegura tal cosa. Jesús dijo bien claro que todos somos hermanos, hijos de Dios Padre; y puedo asegurarte que ningún padre le daría a alguno de sus hijos la única verdad absoluta dejando a los demás en la ignorancia.
Yo estudié en colegios católicos, Trinitarios primero y Salesianos después, y fueron precisamente ellos los que me enseñaron a hacerme preguntas, los que me enseñaron a cuestionar. Cuando era un adolescente las preguntas me llevaron a cuestionarlo todo. Descubrí los crímenes de la iglesia católica y las guerras que se habían librado en nombre de Dios. Descubrí también que en muchos casos aquellos que predicaban, con gran soberbia, desde el púlpito, obraban de manera bien distinta al inequívoco mensaje de Jesús. Descubrí una iglesia rica, intolerante, machista y poderosa. Busqué durante un buen tiempo hasta que descubrí en las palabras de otros credos los mismos defectos. Salí huyendo y durante un buen tiempo me mantuve alejado de la iglesia.
Poco a poco fui recordando lo que los humildes curas trinitarios me enseñaron, recordé que la alegría de D. Bosco no tenía nada que ver con la riqueza, la intolerancia, el machismo o el poder, recordé conversaciones con el Padre Emilio, con Eusebio, con Teodoro. Volví. Decidí que tan llena de defectos como las demás, mi casa era aquella iglesia de mi infancia. Hay muchas alfombras que levantar, mucho polvo que sacar, mucho por barrer, hay que pedir perdón por millones de crímenes, hay que erradicar la pobreza, dejar que las personas se amen como quieran, dar a la mujer el mismo papel que a los hombres y encontrar al Dios que nos une y no al que nos separa. Con todos sus defectos, con todos sus pecados, ésta es la religión de mi infancia, la que me enseñó a hablar con Jesús y María, la de algunos amigos sacerdotes que me enseñaron a pensar, a cuestionarme cosas y hacer preguntas.
Por todo esto, y con la esperanza de un nuevo Papa que pide pobreza y humildad a la jerarquía y opinión y ayuda a los fieles; he decidido bautizarte en la iglesia católica.
Digo, he decidido, porque esos son mis motivos, los de mamá, también católica, son otros. Mamá, en realidad hubiera querido bautizarte en la protestante iglesia noruega. La infancia de mamá no fue como la mía. Por algunas de las cosas que le conté, por la ilusión que sabe que me hace y por el amor que me tiene, mamá también decidió bautizarte en la iglesia católica.
3.- Por qué en El Rocío.
Los Salesianos decimos que "Ella lo ha hecho todo". Y no lo decimos a la ligera. D. Bosco nos enseñó a ver a María como a una madre a la que se le puede contar todo, a la que todo se le puede pedir, una madre en la que confiar siempre, una madre que, como todo madre, nos regala una amor incondicional. Y todo se lo contamos y en Ella confiamos y en Ella siempre, siempre, encontramos auxilio. A María, con la ropa con la que la quieran vestir, con el rostro con el que la quieran pintar, con el apellido del lugar que le quieran poner; a María, como a nuestra madre, que no nos la toque nadie.
María está en la capilla del colegio, en la Marisma, en la iglesia de mi pueblo, en las barcas de los pescadores, en las dos orillas de Sevilla y en todos los corazones, porque todos sabemos lo que es una madre. Estando María en todas partes, el lugar de tu bautizo no era lo más importante. Con Ella, siempre presente, podríamos haberte bautizado en la capilla del colegio, en San Lorenzo o en la iglesia del pueblo.
Tu tito Jose, tu padrino, es tan salesiano como yo y igual que yo quiere a María; sabe, como yo, que María no hay más que una, pero tu tito Jose, tu padrino, es rociero (mamá, tus hermanos y yo también lo somos, pero de otra manera) y su lugar en el mundo es El Rocío y cuando piensa en María sólo ve la cara de la Virgen del Rocío.
Cuando tardabas en llegar, tu tito Jose, tu padrino, se pegó un viaje de ida, desde el Rocío hasta Almonte, acompañando y hablando con la Virgen para que no tardases mucho más en llegar. Cuando ya te estábamos esperando y faltaban pocas semanas para que nacieses, tu tito Jose, tu padrino, se pegó un viaje de vuelta, desde Almonte hasta el Rocío, acompañando y hablando con la Virgen, dándole las gracias por tu venida y pidiéndole que todo saliese bien.
Por eso, por la ilusión que mamá sabía que le hacía al tito y por el amor que me tiene, mamá decidió que tu bautizo fuese en el Rocío.
Los Salesianos decimos que "Ella lo ha hecho todo". Y no lo decimos a la ligera. D. Bosco nos enseñó a ver a María como a una madre a la que se le puede contar todo, a la que todo se le puede pedir, una madre en la que confiar siempre, una madre que, como todo madre, nos regala una amor incondicional. Y todo se lo contamos y en Ella confiamos y en Ella siempre, siempre, encontramos auxilio. A María, con la ropa con la que la quieran vestir, con el rostro con el que la quieran pintar, con el apellido del lugar que le quieran poner; a María, como a nuestra madre, que no nos la toque nadie.
María está en la capilla del colegio, en la Marisma, en la iglesia de mi pueblo, en las barcas de los pescadores, en las dos orillas de Sevilla y en todos los corazones, porque todos sabemos lo que es una madre. Estando María en todas partes, el lugar de tu bautizo no era lo más importante. Con Ella, siempre presente, podríamos haberte bautizado en la capilla del colegio, en San Lorenzo o en la iglesia del pueblo.
Tu tito Jose, tu padrino, es tan salesiano como yo y igual que yo quiere a María; sabe, como yo, que María no hay más que una, pero tu tito Jose, tu padrino, es rociero (mamá, tus hermanos y yo también lo somos, pero de otra manera) y su lugar en el mundo es El Rocío y cuando piensa en María sólo ve la cara de la Virgen del Rocío.
Cuando tardabas en llegar, tu tito Jose, tu padrino, se pegó un viaje de ida, desde el Rocío hasta Almonte, acompañando y hablando con la Virgen para que no tardases mucho más en llegar. Cuando ya te estábamos esperando y faltaban pocas semanas para que nacieses, tu tito Jose, tu padrino, se pegó un viaje de vuelta, desde Almonte hasta el Rocío, acompañando y hablando con la Virgen, dándole las gracias por tu venida y pidiéndole que todo saliese bien.
Por eso, por la ilusión que mamá sabía que le hacía al tito y por el amor que me tiene, mamá decidió que tu bautizo fuese en el Rocío.
Así que aquí estamos, el 21 del diciembre de 2013, la fecha que da nombre a este capítulo, una preciosa mañana de sábado, en la casa de la Hermandad de Córdoba, para bautizarte a los pies de la Blanca Paloma.
Hemos llegado poco antes del mediodía. La casa está limpia y en orden y la candelita encendida. El tito, el Curri y Ricardo se han encargado de que todo este perfecto a nuestra llegada. El tito, además de padrino, hoy ejerce de anfitrión, es el encargado de ir dando la llave del cuarto a los invitados que poco a poco van llegando.
Tus dos abuelas se dan a la fuga para comer solas. Tienen la mala suerte de que nosotros, después de saludar a la Señora, elijamos el mismo bar para comer. Descubiertas infraganti, el intento a destiempo por sentarse en nuestra mesa recibe un "no" por respuesta. Después de las risas, las sardinas, el salmorejo, las papas fritas y los postres, Fernando se hace cargo de la cuenta.
Por la tarde terminan de llegar los invitados y mientras se terminan de repartir los cuartos y nos vamos poniendo guapos para el bautizo, improvisamos un partidillo con una pelota de espuma en el patio de la Hermandad. Jugamos Curri, tus hermanos, Erik y Kevin, tus primos Christian y William y los amigos Gonzalo y Mario. Tus primos Quim y Vera son demasiado pequeños, como tú, para jugar. Seguro que la próxima vez os apuntáis los tres al peloteo.
La foto de arriba fue tomada minutos antes de que empezara la ceremonia. Es casi perfecta. Falta mamá. Resume toda la esperanza y toda la fe que siempre tuvimos en tu llegada. Con esta foto el amigo Curri se redime por su osadia al negarse a utilizar el flash como yo le dije.
El Santurario está precioso, la presencia de la Virgen, lleve el manto que lleve, lo llena todo y le otorga un carácter mágico al espacio. La ceremonia de hoy es importante, pero mamá y yo nos movemos entre el presente y el recuerdo de la primera vez que estuviste ante Ella. Han pasado pocos meses desde que nosotros cumplimos con la promesa de traerte a su presencia y otros cumplieron con la promesa de ponerte junto a su manto. Aquel momento fue único, irrepetible, para nosotros aquel momento fue un bautizo en privado en que le dijimos a Ella muy, muy de cerca, un GRACIAS inmenso. Imposible contener las lágrimas de agradecimiento mientras le explicamos en silencio que haremos todo lo posible por enseñarte, con su ayuda, a ser un buen hombre.
El día de hoy es importante, la ceremonia, aunque no esté oficiando Teodoro, ha sido bonita; pero igual para mamá y para mí el día que tuvimos la suerte de estar junto a su manto siempre tendrá en nuestro recuerdo la magia de una primera vez en la que, como en casi todas las primeras veces, la memoria perfecta suple la ausencia de fotos.
La abuela Matilde tradujo a la perfección los deseos de mamá para tu hacerte tu precioso traje de bautismo. Intentaremos conservártelo en perfecto estado, junto con el que te regaló para pasarte por el manto de la Virgen. Ojalá que algún día tú quieras utilizarlo para bautizar a tus hijos con lazos azules o rosas en la forma de creer católica, protestante, rociera... que tú sientas libremente como tuya.
De tu bautizo queda, para ilustrar el recuerdo, un puñado de fotos que el osado amigo Curri se empeñó en tirar sin flash y un vídeo que grabó Fernando y del que aún no he visto ni una imagen. Sirven estas fotografías para tener la lista casi completa de invitados (en esta falta, por estar haciéndola, Paco Pacheco y, por no gustarle mucho las fotos, Miguel Ángel).
Todos los que están en esta fotografía tenían que estar, no sobra nadie. Faltan, eso sí, algunos familiares y amigos íntimos que sabemos deseaban acompañarte y acompañarnos en este momento especial, pero a los que por distintas circunstancias les fue imposible hacer el viaje hasta el Rocio. Sabemos que querían estar, les echamos en falta y esperamos verlos pronto.
Todos los que estuvieron hicieron un esfuerzo grande por estar junto a ti y junto a nosotros. Empezando por tu abuela Teresa y tu tía Gissella, tu madrina, que volaron desde Noruega y renunciaron a su "ribbe" navideña para estar hoy junto a ti, tu tita Rocío y el tito Jaume llegaron desde Barcelona, tus chachos Francisco, Rafi, Rafa y Paqui vinieron desde Montilla y Lucena, Fernando llegó desde Marbella, Juana y Miguel Ángel vencieron su timidez para celebrar tu bautizo y hacerte un regalo muy especial, el tito Jose, tu padrino, los amigos Curri, Ricardo, Paco y Magdalena llegaron desde Córdoba para abrirnos la casa de la Hermandad y hacernos sentir como en nuestra casa. A todos ellos les damos las gracias por hacer de este día algo único e irrepetible. De corazón esperamos que el esfuerzo, el viaje y el cansancio, merecieran la pena.
La cena en la Hermandad la sirve "El Tamborilero" del Almonte. Erik disfruta y comparte su fuente de croquetas especial para él. Tu chacho Francisco saca un barril de buen vino de Montilla, sin química, para que no haya resaca. El salón tiene tres zonas: una muy, muy caliente, junto a la chimenea, una fresca que se vuelve fría cuando se acaba el butano, al otro lado de la mesa, y una tercera con fuertes vientos gélidos que hacen aparición cada vez que el camarero descorre la cortina.
Hemos llegado poco antes del mediodía. La casa está limpia y en orden y la candelita encendida. El tito, el Curri y Ricardo se han encargado de que todo este perfecto a nuestra llegada. El tito, además de padrino, hoy ejerce de anfitrión, es el encargado de ir dando la llave del cuarto a los invitados que poco a poco van llegando.
Tus dos abuelas se dan a la fuga para comer solas. Tienen la mala suerte de que nosotros, después de saludar a la Señora, elijamos el mismo bar para comer. Descubiertas infraganti, el intento a destiempo por sentarse en nuestra mesa recibe un "no" por respuesta. Después de las risas, las sardinas, el salmorejo, las papas fritas y los postres, Fernando se hace cargo de la cuenta.
Por la tarde terminan de llegar los invitados y mientras se terminan de repartir los cuartos y nos vamos poniendo guapos para el bautizo, improvisamos un partidillo con una pelota de espuma en el patio de la Hermandad. Jugamos Curri, tus hermanos, Erik y Kevin, tus primos Christian y William y los amigos Gonzalo y Mario. Tus primos Quim y Vera son demasiado pequeños, como tú, para jugar. Seguro que la próxima vez os apuntáis los tres al peloteo.
La foto de arriba fue tomada minutos antes de que empezara la ceremonia. Es casi perfecta. Falta mamá. Resume toda la esperanza y toda la fe que siempre tuvimos en tu llegada. Con esta foto el amigo Curri se redime por su osadia al negarse a utilizar el flash como yo le dije.
El Santurario está precioso, la presencia de la Virgen, lleve el manto que lleve, lo llena todo y le otorga un carácter mágico al espacio. La ceremonia de hoy es importante, pero mamá y yo nos movemos entre el presente y el recuerdo de la primera vez que estuviste ante Ella. Han pasado pocos meses desde que nosotros cumplimos con la promesa de traerte a su presencia y otros cumplieron con la promesa de ponerte junto a su manto. Aquel momento fue único, irrepetible, para nosotros aquel momento fue un bautizo en privado en que le dijimos a Ella muy, muy de cerca, un GRACIAS inmenso. Imposible contener las lágrimas de agradecimiento mientras le explicamos en silencio que haremos todo lo posible por enseñarte, con su ayuda, a ser un buen hombre.
El día de hoy es importante, la ceremonia, aunque no esté oficiando Teodoro, ha sido bonita; pero igual para mamá y para mí el día que tuvimos la suerte de estar junto a su manto siempre tendrá en nuestro recuerdo la magia de una primera vez en la que, como en casi todas las primeras veces, la memoria perfecta suple la ausencia de fotos.
La abuela Matilde tradujo a la perfección los deseos de mamá para tu hacerte tu precioso traje de bautismo. Intentaremos conservártelo en perfecto estado, junto con el que te regaló para pasarte por el manto de la Virgen. Ojalá que algún día tú quieras utilizarlo para bautizar a tus hijos con lazos azules o rosas en la forma de creer católica, protestante, rociera... que tú sientas libremente como tuya.
De tu bautizo queda, para ilustrar el recuerdo, un puñado de fotos que el osado amigo Curri se empeñó en tirar sin flash y un vídeo que grabó Fernando y del que aún no he visto ni una imagen. Sirven estas fotografías para tener la lista casi completa de invitados (en esta falta, por estar haciéndola, Paco Pacheco y, por no gustarle mucho las fotos, Miguel Ángel).
Todos los que están en esta fotografía tenían que estar, no sobra nadie. Faltan, eso sí, algunos familiares y amigos íntimos que sabemos deseaban acompañarte y acompañarnos en este momento especial, pero a los que por distintas circunstancias les fue imposible hacer el viaje hasta el Rocio. Sabemos que querían estar, les echamos en falta y esperamos verlos pronto.
Todos los que estuvieron hicieron un esfuerzo grande por estar junto a ti y junto a nosotros. Empezando por tu abuela Teresa y tu tía Gissella, tu madrina, que volaron desde Noruega y renunciaron a su "ribbe" navideña para estar hoy junto a ti, tu tita Rocío y el tito Jaume llegaron desde Barcelona, tus chachos Francisco, Rafi, Rafa y Paqui vinieron desde Montilla y Lucena, Fernando llegó desde Marbella, Juana y Miguel Ángel vencieron su timidez para celebrar tu bautizo y hacerte un regalo muy especial, el tito Jose, tu padrino, los amigos Curri, Ricardo, Paco y Magdalena llegaron desde Córdoba para abrirnos la casa de la Hermandad y hacernos sentir como en nuestra casa. A todos ellos les damos las gracias por hacer de este día algo único e irrepetible. De corazón esperamos que el esfuerzo, el viaje y el cansancio, merecieran la pena.
Después de las coronas noruegas que el padrino tira a la bullica sobre la arena, siguiendo la tradición tojeña, improvisamos una forma de dar las gracias a nuestros invitados. En un arrebato compro una vela por cabeza para que, juntos, nos acerquemos a la capilla construida junto al Santuario para esta ofrenda. Cada vela es un deseo, una conversación con la Virgen, un momento de recogimiento personal, un momento para hablar con Dios mientras baila la llama y se empieza a derretir la cera.
La cena en la Hermandad la sirve "El Tamborilero" del Almonte. Erik disfruta y comparte su fuente de croquetas especial para él. Tu chacho Francisco saca un barril de buen vino de Montilla, sin química, para que no haya resaca. El salón tiene tres zonas: una muy, muy caliente, junto a la chimenea, una fresca que se vuelve fría cuando se acaba el butano, al otro lado de la mesa, y una tercera con fuertes vientos gélidos que hacen aparición cada vez que el camarero descorre la cortina.
Hablamos un poco de todo, compartimos el momento, lo pasamos bien y bebemos un poco para calentar el cuerpo.
A las doce se apagan las velas y cantamos la Salve frente al cuadro de la Virgen. El salón queda para los jóvenes, el resto nos retiramos a descansar, agradeciendo que la humedad y la temperatura no sean tan terribles como en algún momento pensamos.
Despierto temprano, salgo a buscar desayuno, descubro lugares en la aldea por los que nunca había paseado. Repetimos el paseo todos juntos, cada cual charlando de sus cosas, disfrutando de este día de Sol en la marisma. Tus hermanos y tus primos suben a caballo, a ti te subo en un pony sólo por la foto.
Comemos y nos despedimos de la Virgen.
Todavía no nos hemos ido y ya suena en mi cabeza aquella sevillana de los Cantores que dice así:
Volver, yo quiero volver, volver,
volver a desandar caminos
siendo peregrino
Tú eres mi destino
lléname de fe
yo quiero volver
ver tu cara marismeña
al amanecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario