Nathaly lleva bastante más tiempo que yo sin pisar un cine en Noruega porque las dos últimas veces yo he ido con Erik y Kevin, y ella se ha quedado en casa al cuidado de Matías. Quizá la última película que vimos juntos fue la chilena NO de Pablo Larraín.
Empieza a adquirir estatus de tradición que, pocos días antes de Navidad, Kevin, Erik y yo vayamos a ver el taquillazo que cierra el año. El año pasado fuimos a ver la película del Hobbit que cerraba la trilogía y este año hemos ido a ver el inicio de la nueva trilogía de Star Wars. Matías se ha quedado haciendo algún puchero cuando nos ha visto a los tres meternos en el coche y salir para Lillestrøm. A la vuelta Nathaly me dice que el llanto no le duró mucho. Por él, pronto empezaremos a ir bastante más a los cines de Lillestrøm y Lørenskog, y quizá desde este mismo año sembremos la semilla de una nueva tradición: llevarlo al cine a ver la primera película del año entre el día 1 y el 6.
Kevin nos tomó la fotografía de arriba a Erik y a mí pocos minutos antes de entrar a la sala. En realidad llegamos con bastante tiempo de sobra al cine y pude acercarme al centro comercial de Lillestrøm y buscar un regalo de Navidad para Nathaly.
Sin llegar al cariñoso apelativo de "friky" de Star Wars, sí que soy fan, muy fan, de La Guerra de la Galaxias. Vi por primera vez la trilogía con 14 años, viajando en bus desde Córdoba hasta Roma. Es posible que ésta fuese la primera vez en que una película me dejase fascinado. Recuerdo perfectamente que era de madrugada y que muchos de mis compañeros de EGB dormían cuando descubrí que el malvado Darth Vader era el padre de Luke Skaywalker.
Después de aquella primera vez, he vuelto a ver la trilogía un montón de veces y he conocido fans, muy fans y "frikys" de Star Wars. Incluso recuerdo a un compañero que presumía de saberse de memoria los diálogos de principio a fin. Creo que nadie le pidió nunca, más allá de las dos primeras frases, que demostrase su afirmación.
Corría el rumor, la leyenda, de que a la obra de George Lucas le faltaban los tres primeros capítulos y los tres finales. Lo primero era obvio porque la primera película empezaba diciendo ser el capítulo 4. Y así en mayo de 1999 se estrenaba el primer capítulo. Yo, como fan, muy fan, acudí al cine de inmediato y entusiasmado con la idea de ver el inicio de la historia. Llegaron después dos películas más, efectos digitales a "cascoporro" y algunas decisiones difíciles de digerir. Pero, a pesar de todo ello, me mantuve en una línea moderada: compre la última edición de las dos trilogías en lujosos estuches de DVD, argumenté que las tres primeras no eran tan malas como algunos sostenían y dediqué algunos minutos a pensar que si alguna vez tuviera un hijo no sabría si ponerle primero los capítulos 1, 2 y 3 o los capítulos 4, 5 y 6.
La noticia de que se empezaban a rodar una tercera trilogía nos pilló a casi todos los fans, los muy fans y los "frikys" de Star Wars por sorpresa y seguro que más de uno debió temerse lo peor. Después de ver ayer este nuevo capítulo, este nuevo empezar, este "despertar de la fuerza" he vuelto a salir entusiasmado del cine, dando el coñazo con la BSO a cada rato; se me ha escapado un "coño, sí que eran malos, los capítulos 1,2, y 3", y tengo clarísimo que cuando mi pequeño Matías tenga edad empezaremos viendo el capítulo 4.
Hoy, por respeto a Erik y Kevin, no se me ha ocurrido interrumpir el silencio palomitero de la sala, con una aplauso eufórico (totalmente fuera de lugar en esta cultura) que me hubiese ascendido de inmediato a la categoría de "friky" de Star Wars. Imagino la ovación que se desatará en los cines de España cuando suene la primera nota y aparezca el rótulo más famoso de la historia del cine en pantalla. Hay cosas de mi cultura que echo terriblemente en falta. Para el estreno del capítulo 8 avisaré convenientemente a Erik y Kevin de que pienso ganarme mi ascenso a "friky" y aplaudir en solitario y como un descosido cada vez que mi "frikysmo" me lo pida.
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