domingo, 20 de diciembre de 2015

Heia Norge!




     Minutos después de poner en Facebook la foto que encabeza este capítulo recibo el "like" y el siguiente mensaje de un amigo de la EGB: "Te dejó huella D. Adolfo que en paz descanse…". Y es maravilloso el poder evocador de una frase tan simple escrita por un viejo amigo de cuando teníamos 14 años. El nombre de D. Adolfo abre la compuerta a una catarata de recuerdos. D. Adolfo, al que un poco maliciosamente y un poco en confianza los de octavo llamábamos "fito" por su baja estatura; era profesor de Educación Física y de Inglés en el colegio de los Padres Trinitarios de Córdoba. D. Adolfo era ciertamente bajo de estatura, robusto de constitución y de movimientos ágiles. Llamaba la atención el tamaño desmesurado de sus gemelos. Era un buen profesor e intuyo que era, también, un buen tipo. El deporte que más le gustaba practicar era sin duda el balonmano y se afanaba en, rivalizando en clara desventaja con el fútbol, enseñarnos a sostener, botar, pasar y disparar la pelota con la mano. Como le reconocí a mi amigo de EGB en un mensaje que contestaba el suyo: el tamaño de la pelota excedía la envergadura de mi mano y recuerdo haber sido un pésimo jugador de balonmano. Lo que no le reconocí es que llegué a hacer del molestar, incordiar, y no casi no dejar tocar pelota al pivote del otro equipo una virtud que hizo que le mío ganara gracias a mí más de un partido.
     Sabía que D. Adolfo falleció prematuramente. Desconozco la causa. Conforme pasan los años reconozco en mí un deseo de regresar de alguna manera a aquellos años de infancia, de reencontrarme con los que fueron mis maestros y agradecerles la huella que ellos dejaron en mí.

     De regreso a la final que hoy juegan Holanda y Noruega, el resultado sigue siendo tan inusual como insultante a favor de Noruega. El partido ha perdido el interés y yo sigo navegando entre recuerdos ligados a este deporte, más cercanos en el tiempo: la primera vez que Kevin, vistiendo una camiseta del Madrid, hizo la prueba para saber si le gustaba o no; un terrible viaja en coche con la luna delantera tan helada que apenas permitía la visibilidad para ver un partido de Erik; la primera vez que vi a la selección femenina de Noruega jugar una final (fue contra Suecia y en casa de una pareja de recién jubilados que, por sorpresa, nos invitaron a ver el partido en su casa después de que les enseñásemos un vídeo que grabamos con ellos jugando al golf); y el partido de Los Hispanos (nombre con el que desde hace no mucho tiempo se conoce a la selección masculina española) al que fui con Kevin en Córdoba a principios de 2014.

     Termina el partido y Noruega es, de nuevo, Campeona del Mundo. Facebook se llena de mensajes de mis vecinos celebrando la victoria. Gracias a esta selección el "handball" es aquí deporte nacional. Nathaly que ya intentó, sin éxito, con Erik y Kevin volverá a intentar que Matías juegue al balonmano. Esta vez mamá contará con mi apoyo y, cuando Matías tenga 5 años, le llevaremos a probar; puede que vistiendo una camiseta del Madrid. Obvio que también le llevaremos a probar con el fútbol.

     Gracias a la victoria de hoy, la selección femenina española estará en los Juegos Olímpicos de Río. Mientras sigan vivas en la competición, yo iré con "las Guerreras" (nombre con el que desde no hace mucho tiempo se conoce a la selección femenina española); y cuando caigan, ojalá que lo más tarde posible, volveré a ponerme la camiseta noruega y a animar a su selección junto a mis vecinos.




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