El Real Madrid ganó el pasado Miércoles Santo su décimo novena Copa del Rey. Aunque lo celebré como un niño chico, grité el segundo gol como un poseído y me abalancé sobre Matías y Kevin para comérmelos a besos; no pensaba escribir nada sobre este título. Y no pensaba hacerlo porque el miedo a lo que quedaba pesaba más que la alegría por lo conseguido.
Cada año hay tres títulos importantes en juego: Champions, Liga y Copa del Rey y, para qué engañarnos, este último es sin duda el menos valioso. Por eso, teniendo en cuenta que en la Liga no dependíamos de nosotros mismos y que nos había tocado el temido Bayern de Pep en semifinales de Champions, era lógico y comprensible que estuviese un poco cagado con lo que se avecinaba.
Dos semanas después de celebrar esta décimo novena Copa del Rey, mi Madrid le dio un señor repaso a sus dos bestias negras: el Bayern de Munich y Pep Guardiola. Un día después el Atleti de Madrid se deshacía del Chelsea de Mou. Habrá final española en Lisboa. Será la Décima o la Primera. Morbo y mucho miedo a perder, miedo a que gane el otro.
Ayer, miércoles 7 de mayo, mi Madrid enterraba, con un postrero gol del Valladolid, casi todas sus opciones de luchar por el título de Liga y, lo que es peor, resucitaba al peor Barça de los últimos años y lo convertía en aspirante que depende de sí mismo. Más miedo, mucho miedo. Porque, para que engañarnos, en una temporada en la que el Barça no gana nada, nosotros ya ganamos algo. Ganar la Copa y que el Atleti gane lo demás es malo; pero ganar la Copa y que el Barça gane la Liga y que el Atleti nos gane en Lisboa es pésimo.
Sería idiota no reconocer que hay miedo y que el miedo conduce a la superstición y que la superstición genera más miedo. Pero también hay que suponer que los demás también tienen miedo, el mismo miedo a perder, miedo a que gane el otro.
Por eso dando la Liga por perdida y confiando en que los once que jueguen en Lisboa lo hagan de maravilla, desde ahora mismo le doy la espalda al miedo y la superstición, y celebro como se merece la décimo novena Copa del Rey y el majestuoso Gol de Bale que da título a este capítulo futbolero.
Antes de la fotografía de abajo hay una jugada eléctrica, un contragolpe improvisado, un pase medido de Coentrao y un toque en largo, una falta desesperada, una carrera de vértigo, un persecución inútil y un gol heroico. Vi el gol en directo, en la pantallita de mi ordenador y lo canté y lo salté y besé a mi pequeño Matías que no entendía qué ataque de locura le había dado a su papá y besé a Kevin y me puse a imitar el ratatatá de Sergio Lull.
Al día siguiente antes de salir para Sjusjøen lo vi y lo vi y lo volví a ver otra vez y se lo enseñé a Erik y Kevin y no descansé hasta que Nathaly también lo vio y, cuando llegamos a la cabaña en Sjusjøen, se lo puse a Martin y lo vi, lo vimos y lo volvimos a ver y todavía no me canso de verlo. Por eso, familiares y amigos íntimos seáis del equipo que seáis mirad el vídeo del gol del Bale y escuchad como lo canta Camacho. Qué maravilla! Mi amigo Fernando me sugirió, vía whatsapp, que le dedicara unas líneas en este cuaderno virtual a los tres últimos goles de Mesi en el Bernabéu; supongo que mi amigo Fernando no dudará en reconocer que, puestos a hablar de fútbol, este gol de Bale merece mucho más esas líneas.
Resulta gracioso y un poco esperpéntico que el comentarista de TVE intente justificar el grito de un madridista ante un golazo que vale una décimo novena Copa ante el eterno rival. Camacho no es, no puede ser neutral, aunque su contrato así lo diga, como tampoco lo sería o podría serlo el "Lobo" Carrasco. Y qué bueno que así sea.
Celebrada como se merece nuestra décimo novena Copa del Rey y el majestuoso gol de Bale, prometo volver a anotar en este cuaderno virtual los resultados de Liga y Champions, sea cual sea el ganador porque, en la euforia de la victoria y en la tristeza por la derrota, hay que saber ganar y perder.
Qué esto no es más que un juego, un bendito juego, pero no más. Y si hay que escribir de los goles de Mesi que pueden valerle una Liga al peor Barça de los últimos tiempos, pues se escribe; y si hay que escribir de la primera Champions del Atleti, pues se escribe también. Pero miedo, quién dijo miedo.
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