miércoles, 19 de marzo de 2014

La gran Familia Española








     Sábado noche, al día siguiente hay Noche de Goyas. Teresa se ha quedado en casa, y mientras Matías duerme, su abuela, Nathaly y yo vemos La gran Familia Española. Terminada la película, Matías ya ha despertado y no hay tiempo para comentar si gustó más o menos.

     Antes de verla, pensaba que arrasaría en los Goya. Después de verla, tengo mis dudas. No es que no me haya gustado, que sí que me gustado y bastante; pero... Y sé que es muy fácil decir esto a toro pasado, cuando ya sé que la Noche de los Goya no fue la noche de La gran Familia Española; pero prometo estar siendo fiel a lo que pensaba la noche del sábado, incluso la mañana del domingo. El caso es que aquel "pero" con puntos suspensivos de mi noche de sábado se confirmó en la noche del domingo. No puedo decir si estoy o no de acuerdo con el resultado porque aún no he podido ver ni Caníbal, ni Vivir es fácil.

     Me gustan las pelis de Sánchez Arévalo, su forma de empezar la película suele ser brillante, después de esa primera secuencia irremediablemente estoy enganchado con la historia que me quiere contar  y, más que con la historia, con los personajes. Personajes tan normales como excentricos, tan comunes como peculiares. Sus personajes tienen algo reconocible, algo que los acerca, pero también tienen algo extravagante, una personalidad algo anormal que los hace interesantes...

     Quizá el problema es que sus películas empiezan tan bien, tan, tan bien, que luego resulta muy, muy difícil terminarlas igual de bien. Entre ese principio y su final hay siempre una buena historia, mucho humor y buenísimos diálogos. Queda al final, el agradable regusto de haber pasado un buen rato y el deseo de volver sobre esa misma historia algún tiempo más tarde.

     El caso es que finalmente la Noche de los Goya sólo le trajo uno a La gran Familia Española. Lo ganó Roberto Alamo por su papel como el hermano discapacitado. A pesar de que su interpretación- creación es fantástica; pienso, en realidad, que cualquiera de los actores de esta gran Familia Española,  podría haber estado nominado y ganado merecidamente el premio.
     Unos días más tarde Sánchez Arévalo publica una foto en Instagram besando la cabeza de Roberto Álamo. En el texto que acompaña la foto se lee: "El hombre que salvó mi hornilla". Buen perdedor, quizá sabedor también de que más pronto que tarde vivirá su gran Noche de Goyas. Javier Cámara, el otro actor premiado de la noche, publica el siguiente comentario a la fotografía de Sánchez Arévalo: "Álamo da brillo a la excelente hornada de actorazos que siempre están estupendos en tus películas"

   
 
 
                              


     Éste es un nuevo año de Mundial, en el pasado, en Sudáfrica,  fuimos campeones, este año, en Brasil, todo esta por ver. La fotografía que queda más abajo fue tomada la noche de la final. Aquí, en Bjørkelangen, las noches de verano son muy luminosas, y recuerdo perfectamente que tuvimos Sol hasta bien mediada la segunda parte de la final. En casa, estábamos solos Nathaly y yo; a los pocos minutos de empezar el partido, nuestro vecino Olav apareció por la puerta del jardín ataviado con una camiseta de España, que durante todo el día había utilizado a modo de bandera; prometiendo regresar con una copa de vino en el momento en que España marcase el primer gol. El bueno de Olav no pudo esperar tanto, a los cinco minutos de su primera visita ya estaba de vuelta con la copa prometida. Obviamente, a pesar de que mis nervios aconsejaban ver el partido en soledad, me vi en la obligación de invitarle a pasar para ver juntos la final, chapurreando en inglés y esperando celebrar los goles de España. El bueno de Olav, nada más cruzar la puerta, reparó en que el tamaño de nuestra televisión, para nada extraplana, no era el correcto. Como la suya era mucho más grande, en pocos segundos me vi sentado en su sofá, con una copa en la mano,  mirando el partido, chapurreando en inglés y esperando que de una vez llegaran los goles.
     Pero los goles tardaron mucho más de lo previsto en llegar, tanto que el bueno de Olav ya se había cogido una buena corgorza antes de que llegara la milagrosa parada de Iker y el histórico gol de Iniesta que puso la primera estrella de campeones en las camisetas de La Roja. Tras los abrazos y los gritos pertinentes y necesarios, con el pitido final fue imposible hacer desistir al bueno de mi vecino Olav de la loca idea de hacer una barbacoa en Bjørkelangen de madrugada.

     Éste también es año de Mundial, puede, con un poco de suerte, que esta vez lo veamos en Córdoba. Para cuando termine, seamos o no campeones de nuevo, y ya de regreso en Noruega, me apunto a una retrospectiva casera de las pelis de Sánchez Arévalo. Espero que Erik, que ya tiene edad, se apunte al ciclo y que al final de esas luminosas noches noruegas, podamos tomar algo en el porche de nuestra nueva casa y charlar un rato, que ver y hablar de cine nunca está de más.




     La última foto de Sánchez Arévalo en Instagram es de hace seis días. En ella se ve un rayo de Sol entrando furioso por una ventana. Sánchez Arévalo escribe: "Muchas veces escribir consiste en tener la paciencia necesaria para que la iluminación se cuele por tu ventana de forma breve e inesperada"


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