martes, 4 de marzo de 2014

A partir de mañana.



     Recuerdo que un profesor de Trinitarios nos reveló el contenido de su Carta a los Reyes, cada año les pedía un único regalo: un año más de vida. Pudo ser don José, el padre Isidro, don Adolfo, don Diego...
     En mi inocencia y ambición infantil, copié parte de aquella revelación. Ese año llegaba tarde, mi Carta a los Reyes ya estaba camino de Oriente; pero el año siguiente les pediría a Sus Majestades vivir hasta los 80 años. En mi inocencia y ambición infantil, pensé que la cifra era razonable y añadí que, obviamente, quería tener buena salud durante ese tiempo. No pensé que quizá ese era un segundo deseo, pero la inocencia y la ambición infantil no tienen límites.

     El año pasado me aventuré a corregir ligeramente aquella Carta a los Reyes de mi infancia. Como Matías había tardado un poco más de lo previsto en llegar (de hecho, cuando el año pasado escribía en este cuaderno virtual un día como hoy, a Matías aún le quedaba un puñado de semanas para estar con nosotros), pedí una pequeña prórroga. El año pasado cumplí 41 y pedí 40 más.

      Se ve que o la inocencia y la ambición no tienen límite a ninguna edad o yo sigo siendo un chiquillo. Porque este año me atrevo a solicitar un poco más de tiempo extra. Este año les pido a Sus Majestades, evidentemente a destiempo, pero recordándoles también que yo no había escrito ninguna Carta en enero; que a partir de mañana de comienzo la mitad de mi vida. No soy una lumbrera en mates, pero si hoy cumplo 42  está claro que les estoy pidiendo vivir hasta los 84. Entiendo como razonable esta prórroga de cuatro años con respecto a mi primera Carta referente a este asunto. Añado, obviamente, que quiero tener buena salud durante esta segunda parte que me queda por jugar. Y, por si Sus Majestades desconociesen que la inocencia y la ambición no tienen límite o que yo no he madurado lo suficiente, y entendiesen que esto es un segundo deseo y que me estoy pasando de la raya; les prometo que cuando llegué el pitido final no volveré a pedir tiempo extra, les prometo que a Matías le contaré los bueno y maravilloso que son ustedes y que merece la pena esperar un poquito y que sean Sus Majestades quienes le traigan sus regalos y, por si no bastase con estas promesas o me estuvieran empezando a perder la confianza con dos años seguidos pidiendo prórrogas;  les regalo y me regalo, de paso, esta canción.
 


                       



     Esta mañana Nathaly, Erik y Kevin me trajeron el desayuno a la cama y me cantaron el Feliz Cumpleaños. Matías, recién despertado, estaba en mis brazos. Con el desayuno venía "El coronel no tiene quien le escriba" y la promesa de una buena comida y algún regalo más esta tarde.

     Muchas gracias por todos los mensajes que he ido recibiendo durante esta mañana. Me hace especial ilusión el que recibí, poco antes de que me llegara el desayuno a la cama, vía Instagram.


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