Recuerda, Ismael Serrano, en su canción Éramos tan jóvenes a "Julie Delpy y Ethan Hawke borrachos junto al Danubio". Hace pocos días Ismael Serrano cumplió 41 años. Compartimos, por tanto, quinta y horóscopo. Lo segundo, a pesar del puñado de tópicos, razonablemente alagadores, que adornan a los piscis; no tiene importancia. Lo primero, sí. Ser de la misma quinta implica haber vivido en el mismo tiempo, aunque en lugares diferentes, y compartir por ello las misma influencias históricas y culturales. No es de extrañar que las canciones de Ismael Serrano hablen siempre de cosas que me son familiares, que aparezcan en ellas nombres, personajes, momentos, retazos de poemas o canciones, y secuencias de películas que también, de una u otra manera, forman parte de mi vida.
Desde que terminó la Navidad y hasta hace sólo un par de días su último trabajo, La llamada , ha sonado con total exclusividad en mi coche; hasta el punto de que Matías se refiere al coche como el "a-a-a-á" con el que empieza la canción que da nombre el disco. Siempre me pasa lo mismo con los discos de Ismael Serrano: escucho cientos de veces la canciones, las canto a dúo con él en el coche o me paso un buen rato en casa tarareando; y casi siempre días, semanas e incluso meses reparo en una frase, en una estrofa a la que hasta entonces no había prestado la debida atención.
El caso es que el recuerdo de "Julie Delpy y Ethan Hawke borrachos junto al Danubio" provocó en mí el deseo de volver a ver Antes de amanecer, qué tanto me gustó en su momento; y ver por primera vez las dos secuelas que no había querido ver por temor a que estropeasen la primera. Le cuento el plan a Nathaly. Acepta ver la trilogía siempre y cuando yo no esté hablando de verlas todas el mismo día una detrás de otra. No era la idea. De viernes a domingo, un fin de semana que Erik y Kevin están en casa de su padre, vemos una cada día.
1995 |
Casi 20 años después, Antes de amanecer me sigue pareciendo una película imprescindible. Había olvidado casi todos los detalles, tan sólo me quedaba el recuerdo de la pequeña punzadita en el costado que sentí viéndola. Porque en aquel 1995 yo era el más triste de los tristes estudiantes de Derecho, por aquel entonces quizá ni supiera que existía el interrail, salir de Córdoba parecía imposible y las grandes capitales Europeas eran sólo el recuerdo de un viaje a Italia, con 14 años, que parecía traído de otra historia y escrito al margen del guión de la vida que esperaba.
Nuestro viaje a París
2004 |
2013 |
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