domingo, 4 de agosto de 2013

Tertitten

    
  
   

  Recién llegué a Noruega, Nathaly se esforzó todo cuanto pudo en presentarme el paisaje y el entorno de la mejor forma posible, intentando que todo pareciese menos aburrido y rutinario de lo que ella ya me había confesado acerca de la vida en un pequeño pueblo noruego. 
    A pesar de que mi llegada coincidió con el inicio del invierno noruego, durante los primeros meses intentamos que cada fin de semana hubiese algo nuevo que hacer o algún nuevo lugar que visitar. Con mi primera Navidad en puertas, fuimos a Sørumsand, una mañana de domingo, para montar en el Tertitten y recorrer los pocos kilómetros que ofrece su paseo turístico.



    
     El Tertitten es un tren de otra época, un tren con locomotora de vapor que con su traqueteo llegaba hasta Bjørkelangen, el pueblo en el que vivimos y en el que aún permanece su recuerdo en forma de Estación reciclada en oficina de turismo.



 
 El Tertitten perdió la batalla con la comodidad y la alta velocidad, pero se ganó el cariño de un grupo de románticos que invierten su tiempo e ilusión en mantenerlo vivo y hacer de él una atracción turística que entusiasma a niños y adultos.



     Era una mañana de diciembre y brillaba un sol débil, no la recuerdo como la peor del invierno, pero el frío era intenso. Erik y Kevin estaban en la edad en que cualquier excursión era motivo de expectación y alegría. Mientras Nathaly compraba los billetes en la estación, yo pude ir haciendo estas fotos. En el interior del vagón, la estufa de leña mitigaba el aire frío que se colaba desde fuera. Cuando el tren se puso en marcha,  Erik decidió salir de inmediato al exterior del vagón y pasar allí casi todo el trayecto, Kevin fue haciendo visitas intermitentes, Nathaly prefirió quedarse en el interior y yo fui entrando y saliendo para calentarme y hacer algunas fotos.


     Fue un precioso viaje que incluía una pequeña pausa en otra vieja estación en desuso. Allí tomamos un café y comimos waffles antes de subir a un carro tirado por típicos caballos noruegos. En el carromato recorrimos un par de kilómetros hasta rodear un enorme abeto que, a pesar de la ausencia de cualquier decoración artificial, representaba la mejor estampa navideña.


     Es muy tópico decir aquello de: "Cómo pasa el tiempo", pero, por tópico, no deja de ser una realidad y el hecho es que ya han pasado casi cinco años desde estás fotografías y que en estos casi cinco años, a pesar de lo rutinario de la vida en un pequeño pueblo noruego, nos han pasado muchas cosas. Matías tiene apenas unas semanas y hoy se monta en un tren por vez primera. Aunque sea algo meramente simbólico, Nathaly y yo hemos querido que este primer viaje, que no recordará, sea en un tren antiguo, de época,  como el Tertitten.
     El verano ha cambiado el paisaje, pero el recorrido es el mismo. Erik y Kevin están en una cabaña con su familia paterna y a Matías le acompañan en este primer paseo en tren su abuela Matilde y su tito Jose. No podemos evitar emocionarnos viéndole tan pequeñito moverse al compás del traqueteo del trenecito.


     Matías no conservará recuerdo alguno de este viaje, pero Nathaly y yo le enseñaremos estas fotos y un vídeo que grabé y que en estos días terminaré de editar. Deseamos que, en casi cinco años más, Matías viva con gran ilusión un nuevo viaje que haremos en el Tertitten, el viejo trenecito con locomotora a vapor que unos cuantos románticos se empeñan en conservar vivo para disfrute de padres e hijos.







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