jueves, 18 de julio de 2013

Amor de madre

   

     Así de tópico pero así de exacto fue como lo definió mi amigo Fernando en un mensaje de whatsapp.
     Qué otra cosa podría hacer que mi madre, tu abuela, una mujer que hasta hace pocos años confesaba preferir la "borriquita" a cualquier otro medio de locomoción, volase desde Málaga hasta Oslo.

   


     La imagen de arriba era para mí una imagen imposible. Era una imagen imposible porque yo he visto a mi madre, histérica, gritando que detuviese el coche cerca de Ronda y asegurando que ella ya llegaría andando, la he visto llorar en un coche subiendo a la sierra de Córdoba, también la he visto arrodillarse a mis pies con otro ataque de pánico en el vagón detenido del tren cremallera que sube a Montserrat y, es sabido que, muchos años atrás, mi padre tuvo que dar la vuelta antes de llegar a Sierra Nevada. 
    Esta imagen imposible se hizo posible el lunes 15 de julio a las 6.30 de la mañana.

     Aunque siempre dije que mi madre sólo tomaría un avión alguna vez en su vida por dos motivos de muy diferente significado: el nacimiento de un hijo mío o que yo sufriese un accidente o enfermedad más o menos grave; reconozco que, durante meses, le negué a mi madre la posibilidad de que pudiese viajar en avión para conocerte. No es que intentara desanimarla, simplemente es que en mi imaginación sólo cabían tres posibilidades: 
     a.- mi madre se da la vuelta en el "finger", antes de entrar al avión.
     b.- mi madre hace que el avión se de la vuelta y aterrice de nuevo en Málaga minutos después del despegue.
     c.- mi madre sufre un infarto durante el vuelo.

     A las 6.30 recibimos esta fotografía, a las 10.15 mi madre sale por la puerta de Gardemoen, Puerta Grande, Puerta del Príncipe para ella. Imposible contener las lágrimas. Mi madre, tu abuela, ha conseguido superar mucho más que sus miedos y su pánico para venir a verte, querido Matías.
    Tu abuela Matilde, mi madre, se merece un monumento porque ha conseguido hacer posible lo imposible, se ha ganado que este boludo hijo suyo nunca más se atreva a decirle que hay algo que no puede hacer. Perdón, mamá, por lo del carnet de conducir.
    Este viaje es amor de madre, amor de abuela. Ahora ya no tengo que pensar que en los próximos 20 años quizá pudiéramos viajar a España 2 veces al año y calcular con poco esfuerzo que esas serían exactamente las veces que, en los próximos 20 años, pudieses ver y tocar a tu abuela;  ahora sé que a esas posibles 40 visitas se suman las que ella podrá hacernos a nosotros.


     Querido Matías, queridos Erik y Kevin, recordad siempre aquella copla de Rafael de León que dice "A la madre de mi alma la quiero desde la cuna. Por Dios, no me la avasalles que mare no hay más que una y a ti te encontré en la calle". Yo sé lo que es amor de madre, yo sé cuánto os quiere vuestra madre.




     Hace dos años tu tito Jose, tu padrino, cruzó en coche media Europa para traerme a mi madre por unos días, ahora ha tenido el valor, que yo no hubiera tenido, de meterla en un avión y traerla a conocerte. Pocos minutos antes de volar sufría un terrible cólico nefrítico con el que recorrió arriba y abajo el aeropuerto de Málaga hasta que, a pocos minutos del despegue, consiguió que le inyectasen voltarol. Tu tío también se merece un monumento y que te cuente mil cosas de él que dejo para tu bautizo. 



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