domingo, 22 de febrero de 2015

25 Copa del Rey




     Otra tarde de domingo, otra final de Copa, otra vez contra el eterno rival y otra vez campeones. Partido disputado, final intenso, sin el dramatismo de la última bola del año pasado (de Sergio a Sergio, del Chacho a Llull y canastón sobre la bocina); pero campeones otra vez, y ya van 25.  
     El año pasado el R. Madrid llegó a la Copa como claro favorito y salió de ella como claro favorito a ganarlo todo. Lo más importante estaba por llegar: Liga y Euroliga. La forma en la que se logró la victoria y el rival ante quien se consiguió me animaron a dedicarle un capítulo en este cuaderno virtual.
     El link que sigue contiene las imágenes e impresiones de aquella tarde de final de Copa un domingo de febrero.



     Recuerdo que terminé de escribirlo y pensé que quedaba lo más importante, que lo mejor estaba por llegar. Se cumplieron los plazos y llegó lo más importante, pero no fue lo mejor. En la Final Four de la Euroliga, después de una semifinal brillante, otra vez contra el eterno rival, el R.Madrid perdió contra el Maccabi Tel Aviv contra todo pronóstico. Aquella derrota dejó una herida tan profunda en el equipo, que ya no supo cómo levantarse. Llegó la final de Liga y el eterno rival nos sacó de la pista. Triste por las dos derrotas, tan inesperadas una feliz tarde de domingo de febrero; intenté consolarme con aquello de que no se puede ganar siempre. Milongas! 

     Por suerte, le dediqué el capítulo anteriormente citado a aquel triunfo en la Copa, que no se preveía el mejor y más importante; pero que terminó siendo el único. 





     Ismael Serrano canta en su último trabajo que: "no toda derrota es hermosa". Maldita la triste belleza que tuvieron las dos del año pasado. De la Final Four me queda el recuerdo de las caras de los jugadores: Felipe, Rudy, el Chacho, Llull, Slaugter… pensando en su tristeza sumada a la tristeza de los millones de madridistas que no encontramos nada bello en aquella derrota contra el Maccabi. Del final de Liga me queda el recuerdo de Pablo Laso abandonando en silla de ruedas, expulsado y derrotado,  la pista, territorio hostil, del eterno rival. Aquella secuencia fue el resumen de una derrota patética en el correcto uso del adjetivo: 

               Que denota gran angustia o padecimiento moral, capaces de conmover profundamente y agitar el ánimo con violencia.          

     Y así quedé yo, conmovido profundamente y con el ánimo agitado, al ver a Pablo Laso abandonando en silla de ruedas, expulsado, derrotado, abatido, burlado e insultado, la pista, territorio hostil, del siempre eterno rival y a veces enemigo.




     Y es que Pablo Laso es para mí algo más que el entrenador del Madrid. Con su errores y sus aciertos Pablo Laso es uno de los nuestros. Un tipo que parece ser, como diría Machado: "en el buen sentido de la palabra: bueno". 
     Por ser Pablo Laso tan madridista, tan buen entrenador de baloncesto y tan buena persona, me conmovió tanto verlo salir de aquella manera del Palau Blaugrana. Y porque temí que aquella patética derrota fuese su despedida del R. Madrid; me alegra tanto poner en este capítulo la foto que lo cierra. Es el retrato de un hombre feliz, de un buen hombre, de un gran entrenador de baloncesto y de un madridista de los pies a la cabeza. Decía Pablo Laso, después de la victoria de este domingo de febrero: "Me siento valorado, en casa mis hijos me quieren mucho". Ojalá, querido Pablo Laso, que este año te valoren también fuera de casa, ojalá que este año sí se alcancen hermosas victorias cuando llegue lo más importante. Pero, sobre todo, ojalá que durante muchos, muchos años lleves nuestro escudo cosido a tu chaqueta, y que en la victoria y en la derrota (ya sabes esa milonga de que no se puede ganar siempre) sigas siéndote fiel a la persona y al entrenador que eres y al escudo que dignificas y defiendes. 






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