viernes, 7 de noviembre de 2014

Verdades verdaderas. La vida de Estela



     Conocí a Estela de Carloto en unas jornadas sobre los derechos humanos en Madrid. El director de mi escuela, el CECC, quiso enviar dos equipos reducidos y en furgoneta para grabar estas históricas jornadas a las que, además de Estela de Carloto, acudirían prestigiosas personalidades en la materia como: Rigoberta Menchú, el Juez Jesús Guadalupe Luna y el abogado Carlos Slepoy.
     Tres días grabando conferencias, probablemente interesantísimas pero que a mí me parecieron muy aburridas; y entrevistas que, en su mayoría, me decepcionaron y terminaron por volverme un poco escéptico. Siendo sincero, tengo que reconocer que sólo las entrevistas con Carlos Slepoy y con un magistrado español, cuyo nombre he olvidado, y una conversación "off the récord" con la hija y nieta del asesinado líder político colombiano Jorge Eliécer Gaitán;  me dejaron buen sabor de boca.
     Tres días escuchando rumores a cerca de si el famosísimo juez Garzón se dejaría caer en algún momento por el evento. El juez Garzón, para decepción de su homónimo mexicano, el Juez Luna,
finalmente no hizo acto de presencia. Siendo sincero, tengo que reconocer, que en ese momento la presencia o no del famosísimo juez Garzón me daba un poco igual.





     
     Creo recordar, pero no estoy seguro, que la entrevista con Estela de Carloto fue una de las últimas; diría que el domingo al mediodía, poco antes de regresar a Barcelona. Es posible que yo ya estuviera entre resabiado y decepcionado por algunas de la entrevistas anteriores pero, siendo sincero, tengo que reconocer que la "abuela", la mujer con la que apenas hablé veinte minutos me cayó un tanto antipática.  
Las decepciones previas, su estética tan alejada de mis prejuicios sobre las abuelas y la dureza de su mensaje, en el que reconocía que algunos de los chicos las llamaban "vampiros"; me impidió empatizar con el ser humano que, tras esa fachada de dureza, sufría la perdida definitiva de una hija y la ausencia robada de un nieto. Aquella tarde, creo recordar de domingo, no supe ver más allá.

     En el mes de agosto leo la noticia de que Estela de Carloto ha recuperado, ha conocido, se ha encontrado por fin con su nieto. La noticia me sorprende porque no había vuelto a pensar en Estela hasta que hace unos meses vi el trailer de la película realizada sobre su vida. Siento alegría y curiosidad por saber el cómo y el quién. Busco fotografías y declaraciones. Reconozco que se me escapa alguna lágrima viendo la fotografía de abajo. Guido, ese es su nombre, ha encontrado a su abuela. Guido se parece a Estela. Sus sonrisas son idénticas. Pienso que es la primera vez que la veo sonreír. Durante los veinte minutos de entrevista improvisada que compartí con ella no sonrió ni un sólo instante. Hoy, su sonrisa clara y radiante borra aquellos 20 minutos obtusos en los que fui incapaz de comprender. Aunque el tiempo perdido es imposible de recuperar, ojalá que Guido y Estela tengan por delante un buen puñado de años para ejercer, con sonrisa clara y radiante, de nieto y abuela.




     Esta noche de viernes le hablo a Nathaly de Estela de Carloto y vemos su película. En ella descubro el porqué, descubro a la mujer y admiro su lucha, su valentía, su perseverancia. El tiempo pasado no vuelve y dudo que el tiempo futuro me dé la oportunidad de volver a pasar 20 minutos con Estela de Carloto. No le haría preguntas, sólo le diría: "contame" y escucharía con atención y alegría.


                        

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