Hubo un periodo de tiempo, mientras trabaja en Media Pro, en el que todos mis compañeros parecían, estar leyendo, haber leído, haberse prestado en cadena y estar fascinados por la lectura de "La pell freda" de Albert Sánchez Piñol. En varias ocasiones recibí la recomendación de incluir esta novela fantástica entre mis lecturas a corto plazo. Los compañeros más allegados, sabedores de que en mi mochila siempre me acompaña un libro, me ofrecieron incluso la posibilidad de añadirme a la cadena de préstamos de uno de los ejemplares que iba dando vueltas por las oficinas. Todos los intentos de mis compañeros se encontraron con mi rechazo irracional y con evasivas políticamente correctas. Tantos años después, y aún desconozco el porqué de mi testaruda negativa.
En la revista del Círculo me encontré con una nueva novela de Sánchez Piñol. Una novela histórica en la que se narran los acontecimientos previos y el desenlace del 11 de septiembre de 1714. Esta vez, sin ninguna recomendación de por medio, decidí comprar esta novela inmediatamente. Después de 11 años viviendo en Barcelona, aunque nunca participé en La Diada (tampoco soy un ferviente participante en el 28 de febrero y siempre tengo problemas para recordar en qué fecha se celebra eso que llaman Día de la Hispanidad) sí que tenía interés en conocer los datos históricos para intentar comprender porqué el Día Nacional de Catalunya conmemora una derrota militar.
Después de que el libro reposara convenientemente en la estantería del salón durante unos meses, poco antes de viajar a Barcelona para pasar una semana de vacaciones, recorrer nuevamente lugares entrañables que ya forman parte de mi vida para siempre, estar con mi familia, reencontrarme con mi amigo David y dejar que mi pequeño dé sus primeros pasos por La Rambla, por Paseo de Gracia o por Port Vell; decidí que era un buen momento para enfrentarme a la lectura de lo que, prejuiciosamente, intuía como una lectura tan tediosa como necesaria.
Hoy, ya de vuelta de nuestras vacaciones en Barcelona, termino de leer las 40 últimas páginas de Victus. La intención era terminar el libro antes de viajar, pero la acumulación de trabajo y el tetris de las maletas de la última noche lo hicieron imposible. Hoy, de vuelta en Bjørkelangen, pero con las sensaciones de esta fantástica semana en Barcelona todavía frescas, termino la novela de Sánchez Piñol con la certeza de haber leído una gran relato histórico. En sus páginas me ha asaltado más de una carcajada y alguna vez me he encontrado al borde de las lágrimas. Por su valor histórico y literario debería recomendarse, esta novela de Sánchez Piñol, en las escuelas de toda España.
Aún a riesgo de que los familiares y amigos íntimos, que lean este capítulo, hagan idéntico uso de la recomendación que aquí dejo del que yo hice en lo referente a "La pell freda"; recomiendo su lectura y, yo mismo, me comprometo a, en una futura visita a Barcelona que aún no tiene fecha prevista, visitar alguna de las buenas librerías que allí conozco y comprar un ejemplar de aquella novela fantástica de Sánchez Piñol que tanto me recomendaron los compañeros de trabajo de Media Pro. Será un placer, además, poderla leer en la lengua original en la que está escrita. Ventajas de ser bilingüe!