Este noviembre ha llegado escaso de nieve. Estábamos acostumbrados a que la primera nevada coincidiera, más o menos, con el cumpleaños de Nathaly. Sin embargo, este año, a punto de terminar noviembre, la nieve aún no ha parecido. Esta última semana el frío es más intenso y el suelo aparece helado cada mañana, pero seguimos esperando que la nieve caiga del cielo. Ajena, a este desorden meteorológico, la Navidad se va acercando poco a poco y este fin de semana es tiempo de Julemarked (mercados de Navidad tradicionales noruegos).
Estoy seguro de haber mencionado ya, en varios capítulos de este cuaderno virtual, que Noruega es un país respetuoso, amante y fiel a sus tradiciones. De a poco no sólo me voy acostumbrando a muchas de ellas, sino que también empiezo a respetarlas y amarlas. Estos mercados tradicionales, antesala de la Navidad, son algo que espero con ilusión cada mes de noviembre. Este fin de semana se han acumulado tres en los alrededores, además coinciden con una obra de teatro y con "el clásico". El tiempo no alcanza para todo y el partido de fútbol es sacrificado a priori. A posteriori, la decisión de no ver el Madrid-Barça (vergonzoso 0-4) resultó la correcta.
El sábado nos levantamos temprano para llegar pronto al Julemarked de Fetsund-Lenser, apenas a 30 kilómetros de casa. Fetsund-Lenser es un lugar importante para nosotros: en él empezó la pequeña historia de nuestra pequeña productora audiovisual y en él grabó sus últimas imágenes una preciosa cámara DVCam que, desgraciadamente, ya ha quedado obsoleta.
Llegamos a Fetsund cerca de las 11.30. Hace sólo media hora que el Julemarked abrió sus puertas imaginarias y ya hay serios problemas para aparcar en los alrededores. El frío es intenso. Nada más llegar nos encontramos con uno de los trabajadores del Museo que hoy, en su rol de "nisse" (duende de la Navidad) saluda a Matías y le regala un caramelo. El frío, a la orilla del Glomma se hace aún más intenso. Urge comprar unos guantes para Matías y unos calcetines de lana para Nathaly. Después de estas primeras compras necesarias y de echarle un vistazo a la vieja fragua, tomamos un café un panekake para terminar de entrar en calor. El mercado este año es mucho más grande y se reparte por casi todas las dependencias del museo. Saludamos a Thomas y quedamos en encontrarnos en enero para hablar de un futuro proyecto. Terminamos el día en Fetsund comprando una pintura de un artista local que nos apetece colgar en nuestro salón.
De regreso a casa, pasamos por el Julemarked de Killingmo Alpakkagård. Para ser sinceros, y en este cuaderno familiar de tan reducido público, no tiene sentido no serlo; de haber sabido que nos iban a cascar 150 kr por entrar no hubiésemos ido. Ya en la puerta, con el cartel del precio y la sonrisa del propietario de la granja en nuestras narices, nos falta valor para darnos la vuelta. Es éste un Julemarked mucho más reducido que el de Fetsund y desde la entrada queda claro que su prioridad es hacer dinero. Matías encuentra un tractor de juguete y rápidamente, sin usar una palabra, nos deja claro que ese sería un regalo estupendo para él. Recorremos la única mesa que ofrece productos decorativos unos y comestibles otros, pero todos artesanales; mientras Matías juega tirándose por un pequeño tobogán. Nos dicen que están a punto de leer cuentos infantiles en una cabañita al otro lado de la granja. Dentro de la cabaña, un fuego central hace la temperatura más que agradable, pero Matías se aburre muy pronto y muestras signos evidentes de pasar del cuento y querer salir de aquella cabaña, reconozcámoslo, un poco claustrofóbica. Después de mirar las alpacas, lo que más le ha gustado a Matías es el corto paseo en carro tirado por caballos cuyo precio no estaba incluido en la entrada y por el que hemos tenido que soltar 80 kr más. Primero han montado Nathaly y Matías, después Matías ha insistido y vuelto a insistir hasta que él y yo hemos dado otra vuelta.
Y el domingo, después de pasar por el Aur Prestegård y comprar un montón de cosas del Loppemarked a beneficio de los refugiados sirios; nos fuimos al Julemarked de Øsken gård, a menos de diez kilómetros de casa. Es la primera vez que vamos a este mercado de Navidad. De no ser por Facebook y porque una de las protagonistas de mi documental iba a montar un puesto de venta en él, nos habrá pasado desapercibido. Hoy Matías está menos entusiasmado que ayer y se niega rotundamente a subir a un pequeño tractor que hay en la puerta de la granja. Mientras yo grabo a Ida, Nathaly y Matías se sientan junto a una hoguera y calientan un "pinnebrød". Me sorprende el interior de la granja, sobre todo la espectacular biblioteca. Nathaly me cuenta que este lugar ahora se alquila para fiestas, bodas… Matías no está por la labor de estarse quieto y me toca pasearlo de una habitación a otra y a otra y a otra y vuelta a empezar. Aunque los objetos y artesanía que se exponen tienen su atractivo, los precios no invitan a comprar. Al final, Nathaly descubre una litografía de Ida que representa al artesano local que fabricaba cestas famosas en toda Noruega. Hace pocos días pudimos comprar una de estas cestas y hoy salimos de este Julemarked con la litografía de Ida que, junto a la pintura que compramos ayer en Fetsund, pronto tendremos colgadas en el salón.