En la tarde mágica del 5 enero, Matías cumplió seis meses. El hecho de que coincida con la llegada de sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, a todos los pueblos y ciudades de España, convierte este medio cumpleaños en una fecha muy especial para nosotros.
Este último mes, Matías lo ha pasado viajando, primero Barcelona y después Córdoba. En este mes, Matías se bautizó en El Rocío, a los pies de La Blanca Paloma. Día tras día, montones de familiares y amigos han ido conociéndolo; todos nos dicen lo guapo y grande que está, lo feliz que parece y cuánto se nota que le queremos y que somos felices a su lado.
En este mes, Matías ha asistido a sus primeros conciertos y ha pasado su primera Navidad, una Navidad cordobesa este año, una blanca Navidad que, como las oscuras golondrinas de Bécquer regresará cada año, una Navidad de la que guardamos recuerdos, fotos y un preciosos trajecito de pastor. Sabemos ahora que aquellas Navidades sencillas, en las que nos atrincherábamos contra el frío tojeño bien arrimados al brasero, aquellas Navidades que esperábamos con la ilusión intacta y que, como si de una feliz película se tratara, veíamos pasar con ojos de niño; aquellas Navidades, como las oscuras golondrinas de Bécquer, aquellas nunca volverán.
Con la Noche de Reyes, terminó nuestra Navidad cordobesa. El regreso a casa, sin embargo, se ha demorado más de lo previsto. Hemos acompañado y sufrido junto a Matías su primer resfriado o su primera gripe, que en esto los médicos no acaban de ponerse de acuerdo. De vuelta a su hogar Matías sonríe, recupera la carcajada que su primer resfriado o su primera gripe le robó durante unos días. En las Navidades que están por venir, estemos aquí o allá, haremos todo lo posible para sembrar la memoria de Matías con el recuerdo de unos días especiales en los que celebramos la llegada de Jesús, el cambio de año y la adoración de los Reyes, unos días en los que todos tenemos derecho a soñar y a desear ser un poco mejores.
Este último mes, Matías lo ha pasado viajando, primero Barcelona y después Córdoba. En este mes, Matías se bautizó en El Rocío, a los pies de La Blanca Paloma. Día tras día, montones de familiares y amigos han ido conociéndolo; todos nos dicen lo guapo y grande que está, lo feliz que parece y cuánto se nota que le queremos y que somos felices a su lado.
En este mes, Matías ha asistido a sus primeros conciertos y ha pasado su primera Navidad, una Navidad cordobesa este año, una blanca Navidad que, como las oscuras golondrinas de Bécquer regresará cada año, una Navidad de la que guardamos recuerdos, fotos y un preciosos trajecito de pastor. Sabemos ahora que aquellas Navidades sencillas, en las que nos atrincherábamos contra el frío tojeño bien arrimados al brasero, aquellas Navidades que esperábamos con la ilusión intacta y que, como si de una feliz película se tratara, veíamos pasar con ojos de niño; aquellas Navidades, como las oscuras golondrinas de Bécquer, aquellas nunca volverán.
Con la Noche de Reyes, terminó nuestra Navidad cordobesa. El regreso a casa, sin embargo, se ha demorado más de lo previsto. Hemos acompañado y sufrido junto a Matías su primer resfriado o su primera gripe, que en esto los médicos no acaban de ponerse de acuerdo. De vuelta a su hogar Matías sonríe, recupera la carcajada que su primer resfriado o su primera gripe le robó durante unos días. En las Navidades que están por venir, estemos aquí o allá, haremos todo lo posible para sembrar la memoria de Matías con el recuerdo de unos días especiales en los que celebramos la llegada de Jesús, el cambio de año y la adoración de los Reyes, unos días en los que todos tenemos derecho a soñar y a desear ser un poco mejores.
Para mí era muy importante que en la primera Navidad de tu vida no faltasen los Reyes Magos. De sobra sé que la Cabalgata sólo fue bulla y ruido para ti y que los regalos que recibiste: un libro de cuentos sin palabras, un pequeño xilófono y una maravillosa edición de El Principito, son regalos que empezaras a apreciar dentro de algunos años; sin embargo para mi era muy importante que estuvieses compartiendo la ilusión con la que miles de niños cordobeses, millones de niños españoles se van esta noche a la cama.
Tu canción de este mes tenía que ser otro villancico, un villancico dedicado a los Reyes Magos, un villancico de Manolo Escobar, un villancico que este año no sonó en nuestra casa de Córdoba (habrá que poner remedio para otra ocasión porque la Navidad sin los villancicos de Manolo es un poco menos alegre).
Puede que la letra no sea políticamente correcta, es muy posible que esté desfasada, incluso es probable que algunos fariseos se lleven las manos a la cabeza y lleguen hasta a acusarnos de racistas. Intenta alejarte lo más posible de aquellos que siempre tienen presto el dedo para señalar y acusar. Este villancico de mi infancia esconde una terrible verdad: en el mundo sigue habiendo millones de niños que, independientemente de su raza o su religión, están unidos y uncidos con el yugo de la pobreza, niños de los que solemos acordarnos en estas fechas con un pensamiento condescendiente, rápido, inútil y molesto que intentamos borrar cuanto antes para que no nos fastidié la Navidad. El mundo sigue lleno de niños a los que parece no querer nadie, a los que nadie tiene tiempo de cuidar, niños que se dejan su infancia trabajando y sufriendo por nuestra comodidad.
Ojalá existiese un Baltasar para cuidar de ellos, para regalarles la infancia que los hombres poderosos, los de los paraísos fiscales, los del G no se cuanto les robaron. Ojalá este querido Rey Negro tuviese súper poderes y regalase ilusión, esperanza y futuro a los niños que menos tienen. No hay derecho a una infancia con hambre, no hay derecho a una infancia de trabajos forzados, no hay derecho a una infancia sin magia.
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