Antes de ayer, jueves 5 de junio, Matías cumplió once meses. Hubo vacuna, en lugar de tarta, para celebrar. Si Dios quiere celebraremos su cumpleaños en España, por eso hemos tenido que adelantar un mes la vacuna de los 12 meses. Esta vez yo estaba menos nervioso que en las primeras vacunas, pero temiendo que Matías, ya más grandecito, se pusiera a llorar con la misma desesperación que le entra cuanto, por la noche, cansado, se tropieza gateando y da con los dientes (plural, porque ya son dos preciosos dientes los que luce en su encía inferior; de los de arriba seguimos esperando noticias) en el suelo.
Antes de la vacuna, hemos tenido control de peso y medida: 9.680 gr, 76.5 cm y 45.5 cm de diámetro craneal. Estos números reflejan que Matías está creciendo estupendamente y que de momento está mas alto que la media. Con estos datos no digo yo que vaya a jugar al baloncesto, pero tengo plena confianza en que será más alto que yo, cosa por otro lado bastante fácil.
Para que el día estuviese completo, antes de la dichosa vacuna, también tuvimos control médico. El doctor dice que el corazón de Matías late sano y fuerte. Como este amable y simpático doctor noruego no entiende ni papa de español y yo no pude ponerme el fonendoscopio, me queda la duda de si, sobre todo después de vivir la noche de La Décima, el corazoncito de Matías dice ya "Hala Madrid".
Antes de la vacuna Matías estuvo jugando un ratito en el suelo, nos miraba a Nathaly y a mi y nos ponía su recién aprendida carita de asombro, estirando el labio superior hacia abajo, dejando un pequeño hueco entre los labios, como si fuese a silbar y abriendo mucho los ojos. Distraído a medias con un juguete musical y tomando el pecho, los pinchazos en ambas piernas sólo le hicieron apretar puños y mandíbula y lanzar un grito contenido que no desembocó en el llanto inconsolable que yo temía.
Pocos minutos después ya estaba relajado y jugando en el suelo de la consulta; no quedaba de la temida vacuna más que un par de algodoncitos en sus muslos.
Matías todavía no ha empezado a dar sus primeros pasos, creo que se está reservando para hacerlo en Córdoba, pero ya consigue estar de pie unos segundos sin estar sujeto o apoyado en algo. Cada día tiene más peligro: ya sabe abrir y cerrar puertas y cajones, sabe sacar sus piernas de su sillita Ikea de comida y, haciendo fuerza con una mano, acabar de pie, en precario equilibrio, sobre la silla. Cuando despierta de sus dos siestas diarias, también se da vuelta y termina de pie en el carro.
Matías ya sabe perfectamente quienes somos papá, mamá y sus hermanos. Nos busca cuando despierta, para jugar y cuando algo le asusta. Tiene clarísimo quien le da su comida preferida y, cuando tiene hambre, dice "Mam, mam, mam..." Le encanta la música, si escucha algo con ritmo o alguna melodía que conoce se pone a dar brinquitos,; si es melódica o no la conoce, escucha con atención. También le gusta cantar a dúo conmigo, estamos en plena fase de ensayos del "Hala Madrid y nada más". Confío en que para el inicio de la Liga ya la tengamos a punto de chapurreo.
Matías va necesitando una visita al peluquero, pero con su pelito, casi tapándole los ojos, está precioso.
En el capítulo anterior de este cuaderno virtual hablaba de nuestro trabajo en el Desembertoner que organiza Nordea Bank en la Domkirke de Oslo. Y fue en uno de esos conciertos de Navidad, en el Desembertoner de 2011, cuando escuché por primera vez al grupo noruego Vamp. Nathaly los conocía pero no los había escuchado mucho. Después de los dos conciertos repetidos que grabamos y, sobre todo, después de tanto montar el showreel, su Liten fuggel se nos quedó grabado. Nos encanta esta canción que hoy le regalamos a nuestro pequeño Matías por su úndécimo cumplemes.